
Las ballenas francas australes, que estuvieron al borde de la extinción, están regresando en gran número a las costas de la Patagonia argentina este año, deleitando a los turistas que las visitan y pueden admirar las impresionantes acrobacias de estos majestuosos animales en su entorno natural.
La península Valdés, en la provincia de Chubut, es un sitio de relevancia mundial para la conservación de estas especies, albergando una población clave de estas especies, además de elefantes y leones marinos:
“He visto ballenas en Canadá y California, pero esta fue la mejor experiencia y probablemente la mayor cantidad de ballenas que he visto en mi vida”, afirmó Tino Ventz, un turista alemán que visitó la península junto a su novia, en entrevista para The Associated Press (AP).
Temporada alta de avistamientos

La especie marina se vio casi exterminada por las intensas expediciones de caza que se prolongaron hasta el siglo pasado. Antes de que estas operaciones masivas comenzaran, se estima que la población en aguas australes rondaba los 100 mil ejemplares, pero fue diezmada hasta reducirse a apenas 600 individuos.
Desde entonces, gracias a los esfuerzos continuos de conservación y protección, su población ha ido recuperándose lentamente, hasta llegar hoy a aproximadamente cuatro mil 700 ejemplares concentrados en la zona de la Península Valdés, en Argentina.
La temporada de avistamiento de estas especies en el país sudamericana alcanza su punto máximo entre agosto y septiembre, donde este 2025, según reportan turistas del lugar para AP, se han observado más de dos mil ejemplares, aunque los científicos indican que la cifra real podría ser mayor debido a las migraciones y movimientos de dichos animales en la región.
Censo revela información sobre el crecimiento de ejemplares en la costa

Santiago Fernández, biólogo del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina, participó en un proyecto que desde 1999 realiza entre dos y tres censos aéreos anuales a lo largo de 640 kilómetros de la costa patagónica.
Este año, registró dos mil 100 ballenas, de las cuales 863 eran madres con crías y el resto, individuos solitarios. El científico advirtió para AP que “se está subestimando el número de ballenas en el área”, ya que este conteo representa solo una información momentánea, dado que las ballenas migran constantemente dentro y fuera de la región.
Además de la Patagonia, la ruta migratoria se extiende por la costa oriental de Uruguay y el sur de Brasil. En 1999, Santiago contabilizó 500 ballenas a lo largo de esa misma ruta” y según informa para la agencia citada, “actualmente la tasa de crecimiento anual es del 3%”.
El proyecto “Siguiendo Ballenas”, iniciado en 2014 y desarrollado por diversas organizaciones nacionales e internacionales, emplea tecnología de telemetría satelital para rastrear a ballenas individuales. Este monitoreo abarca desde el Golfo San Matías, en el norte, hasta el Golfo San Jorge, en el sur, y se extiende a áreas más lejanas.
Gracias a los dispositivos de última generación colocados en las ballenas, los científicos pueden seguir sus movimientos con gran precisión, lo que les permite comprender mejor sus rutas migratorias y patrones de comportamiento para diseñar estrategias de conservación que mitiguen impactos derivados de actividades humanas como la pesca, la exploración petrolera y el tráfico marítimo, garantizando así una protección más efectiva.
Longevidad y tiempo de vida estimada de las ballenas francas australes

Un estudio liderado por científicos de la Universidad de Alaska Fairbanks (UAF) y publicado en Science Advances reveló que las ballenas francas australes pueden vivir más de 130 años. Este hallazgo amplía significativamente el conocimiento sobre la biología de estos mamíferos marinos y plantea importantes desafíos para su conservación.
Greg Breed, profesor asociado de la casa de estudios y autor principal del estudio, señala que la ballena franca del Atlántico Norte presenta una esperanza de vida “inusualmente corta” en comparación con otras ballenas. Sin embargo, aclara que esta diferencia no se debe a factores biológicos intrínsecos, sino a factores externos.
En el caso de las ballenas francas australes, más del 10% de los ejemplares analizados superan los 130 años, y algunas estimaciones sugieren que ciertos individuos podrían alcanzar hasta 150 años, lo cual redefine la expectativa de vida de la especie y destaca su capacidad para alcanzar edades avanzadas cuando las condiciones son óptimas.
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