
El músico Roberto Iniesta, más conocido como Robe, ha dejado una huella imborrable en la historia del rock español. Tras su fallecimiento el pasado 10 de diciembre, su refugio vizcaíno ha adquirido un nuevo significado entre sus seguidores. Según recoge la revista Viajar, el emblemático líder de Extremoduro encontró en Lezama, un pequeño pueblo de Vizcaia, el escenario de sus años de mayor introspección y creatividad, lejos del bullicio mediático y el frenesí de su carrera artística.
El propio Iniesta dejó constancia, a través de sus letras, de la manera en que afrontaba la vida y la fragilidad de la existencia: consciente de su propia volatilidad, su constante desafío a la adversidad o con su particular manera de asumir el tiempo que le quedaba. En sus últimos años, el discurso de Iniesta experimentó una transformación, motivado por la cercanía de la muerte.
Nacido en Plasencia, Cáceres, Robe Iniesta se forjó en una tierra extrema y dura, condicionando el nombre de su banda y el carácter de su música. Tal como ha recogido Viajar, el propio artista reconocía vivir “sin patria, ni bandera”, un planteamiento que provocó el rechazo de parte de su propia ciudad, e influyó en su decisión de trasladarse al País Vasco.
Allí, residió durante quince años, rodeado de mitos acerca de su figura, que él nunca se molestó en confirmar ni desmentir, alimentando así su propia leyenda. A lo largo de toda su vida, Robe prefirió mantenerse alejado de los focos, actuando solo cuando lo consideraba oportuno y eligiendo la discreción como estilo de vida, un motivo determinante a la hora de instalarse en Lezama.
La vida en Lezama y la creación musical
Lezama, situado a veinte minutos de Bilbao, conserva una atmósfera medieval inalterada en el corazón del valle de Txorierri. Viajar ha detallado cómo, pese a que el contraste pueda parecer radical, la tierra extremeña de Robe guardaba numerosas similitudes con esta zona de Vizcaia: prados verdes, montañas agrestes y pueblos construidos con piedra y madera. En este enclave, el músico encontró el espacio necesario para distanciarse de los excesos de etapas anteriores y del ambiente vinculado a las drogas, del que él mismo declaró haberse apartado a finales de los años noventa.
El año 1996, marcó el inicio de esta etapa norteña, cuando se trasladó a Lezama, junto a su esposa Bibi Vázquez, quien, según afirman fuentes próximas, inspiró la canción ‘Bribriblibli’. En aquellos años, la amistad y colaboración con Iñaki Antón ‘Uoho’, la otra mitad de Extremoduro y de origen bilbaíno, fue especialmente intensa.
La cercanía al mar, las anteiglesias vascas, las casas solariegas como la de Oxangoiti, torres de origen medieval y la iglesia renacentista de Santa María han servido como fuente de inspiración para los momentos más fructíferos de su carrera musical. El ambiente de Lezama, con su urbanismo de raíces medievales y la presencia de caseríos centenarios, se ha visto reforzado por las actividades modernas, como la producción en bodegas de la Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina. Según la crónica de Viajar, las viviendas de Robe Iniesta, Iñaki Antón y Fito Cabrales —el líder de Platero y Tú— se encontraban separadas por apenas unos kilómetros. Así, este pueblo de menos de 2.500 habitantes adquirió una reputación de destino imprescindible para los amantes del rock de la época.
La etapa en Munguía y su apego al País Vasco
En torno al año 2011, Robe Iniesta abandonó Lezama para instalarse en Munguía (Mungia, en euskera), manteniéndose siempre en el entorno vizcaíno, aunque pasando largas temporadas en Plasencia. Munguía, más grande que su anterior residencia, cuenta con casi 18.000 habitantes, nueve barrios con identidad propia y relevantes construcciones como la casa-torre de Torrebillela.
Entre el patrimonio de la zona figura, según indica Viajar, el caserío Landetxo Goikoa —el inmueble rural más antiguo de Vizcaia, datado en el siglo XVI—, junto con la iglesia gótica de San Pedro, la ermita de San Miguel de Zumetzaga, varios puentes románicos, la Fuente de la Concordia y los molinos de agua Olabarri, Erdizubi, Errotatxu y Egaldeko errota. Tal fue su integración y estima por el territorio vasco que Robe Iniesta llegó a expresarse en euskera durante algunos de sus conciertos.
El último tramo de la vida de Robe Iniesta consolidó su figura como uno de los grandes referentes del rock, dejando un mensaje en sus últimos recitales que aún resuena entre sus seguidores: “Que estéis atentos a la vida, que no os perdáis nada”.
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