La ruta de Burgos que descubre la ‘puerta del infierno’: un sendero entre pinares llenos de leyenda solo para los más valientes

Se trata de una de las rutas más bonitas de la provincia para hacer en otoño gracias a sus increíbles paisajes y su aura de misterio

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El Poceairón, en Burgos
El Poceairón, en Burgos

La provincia de Burgos despliega su atractivo en una combinación de paisajes sobrecogedores, pueblos serranos y un legado tan antiguo como misterioso. En sus caminos, el viajero encuentra bosques interminables, aldeas donde el tiempo parece detenerse y relatos que se filtran entre el viento y la niebla de la Sierra de la Demanda.

Aquí, cada estación transforma la tierra: el otoño tiñe los valles de ocre y fuego, y despierta leyendas que recorren generaciones enteras. Aventurarse por estos parajes implica recorrer escenarios donde la naturaleza y el mito caminan juntos, y donde rutas como la del Poceairón prometen una experiencia para valientes, capaz de fascinar al caminante más escéptico.

Este sendero se encuentra en el corazón de la Sierra de la Demanda, en la pequeña Aldea del Pinar y conduce a uno de los enclaves más inquietantes y singulares de la comarca. El llamado Poceairón —o Pocearión, como lo recita la tradición oral— se presenta como un punto de encuentro entre ciencia y superstición. Mientras la geología lo describe como una profunda laguna kárstica circular formada entre calizas y areniscas a lo largo de siglos, la leyenda lo señala como la mismísima ‘puerta de entrada al infierno’. La historia cuenta que quien se asoma a su borde puede escuchar los lamentos de las almas que el diablo arrastró bajo tierra, y que en días de viento es posible percibir voces en el eco que brota del abismo.

Una leyenda viva

Paisaje en Quintanar de la
Paisaje en Quintanar de la Sierra, Burgos

El Poceairón se ubica a poco más de un kilómetro del casco urbano de Aldea del Pinar. El sendero, cubierto de agujas de pino y escoltado por sabinas, enebros y musgos, guía a quien se atreve hasta la boca oscura de la cavidad. En el trayecto, barrancos teñidos de hayas y alfombras líquenes se alternan con la aparición fugaz de ciervos, corzos y jabalíes. Al llegar al Poceairón, la atmósfera parece densa, el silencio se amplifica y la naturaleza cobra una intensidad única.

La caída de la tarde, con la bruma descendiendo desde las cumbres, convierte el lugar en un escenario de cuento, donde la piedra y el agua guardan los secretos más oscuros de la sierra. La leyenda va más allá del miedo escénico. Dicen que, antaño, un viajero curioso trató de explorar el fondo del pozo, y jamás volvió a salir. Su voz, afirman, todavía resuena entre las paredes de la laguna cuando el aire sopla con fuerza, alimentando así el mito que rodea a este sitio fascinante.

Un paraíso micológico entre pinares

Yacimiento de Cuyacabra, en Burgos
Yacimiento de Cuyacabra, en Burgos

Pero la Sierra de la Demanda ofrece mucho más que relatos de ultratumba. Con la llegada del otoño, el bosque se convierte en un destino obligado para los amantes de la micología. La comarca presume de ser uno de los rincones más ricos en especies de setas, con pinares que rodean localidades como Palacios de la Sierra, Quintanar de la Sierra y la propia Aldea del Pinar. Níscalos, boletus, amanitas cesáreas y senderuelas esperan a quienes se adentran en el Coto Micológico Pinares del Sur, parte de la red MICOCYL de Castilla y León.

Además, el sistema de permisos y zonas reguladas permite disfrutar de la recolección de forma sostenible, respetando el entorno. Pero esto no es todo, pues Burgos guarda, entre los barrancos y pinares de la sierra, algunos de los conjuntos arqueológicos más impactantes de la Alta Edad Media peninsular. Las necrópolis rupestres de Cuyacabras, Revenga o Palacios de la Sierra son espectaculares cementerios excavados directamente en la roca, con tumbas antropomorfas y lápidas dispuestas entre líquenes y hayas centenarias.

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Cómo llegar

Desde Burgos, el viaje es de alrededor de 55 minutos por la carretera N-234. Por su parte, desde Soria el trayecto tiene una duración estimada de 50 minutos por la misma vía.