
España alberga más de 10.000 castillos y fortalezas, reflejando la rica cultura e historia de las antiguas civilizaciones que habitaron la península. Estos monumentos, bien conservados, ofrecen a los visitantes la oportunidad de retroceder en el tiempo y admirar una arquitectura singular. Muchos de estos castillos se ubican en puntos estratégicos y dominan sus alrededores, subrayando su importancia histórica y su poderío regional.
De este modo y dominando el pueblo de Jadraque, el castillo que lleva su nombre es uno de los ejemplos más notables de la arquitectura militar renacentista en la región. Conocido popularmente como “El Castillo del Cid”, aunque sin una conexión histórica directa con el famoso caballero castellano, esta fortaleza se erige majestuosamente a más de 950 metros de altura sobre la cima del cerro San Cristóbal, ofreciendo una vista panorámica del río Henares y la vasta llanura alcarreña.
Una residencia señorial con funciones defensivas
El origen del Castillo de Jadraque se remonta a la época musulmana, aunque la estructura que hoy se puede contemplar fue erigida durante el reinado de los Reyes Católicos. No obstante, el origen primigenio se sitúa en la Edad de Bronce, pues así lo han demostrado las excavaciones arqueológicas. A través de ellas, también se ha “demostrado la existencia de una pequeña fortaleza de origen islámico de finales del siglo VIII, que fue conquistada en el año 1085 por Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, durante su destierro”, detallan desde la web de Patrimonio Cultural de Castilla-La Mancha.
Tras su conquista, Jadraque y su fortaleza fueron cedidas al rey Alfonso VI, integrándose en el Común y Villa de Atienza. A principios del siglo XV, Jadraque pasó a manos de la familia Gómez Carrillo, a raíz del matrimonio entre un miembro de esta familia y una mujer de la familia del rey Juan II. Sin embargo, la historia del castillo y de Jadraque cambió radicalmente a finales del siglo XV, cuando Pedro González de Mendoza, conocido como el Gran Cardenal Mendoza, adquirió la propiedad en 1469 mediante un trueque con Alfonso Carrillo de Acuña.

Este fue quien mandó reconstruirlo y fortificarlo, transformándolo en una impresionante residencia señorial de estilo renacentista con funciones defensivas. La obra fue completada por su hijo, Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, primer marqués de Cenete, a finales del siglo XV y principios del XVI. La fortaleza estuvo bajo el poder de Casa Mendoza hasta finales del siglo XIX, “cuando el Duque del Infantado, que también es Duque de Osuna, saca a subasta pública el castillo en 1888-1889 ganándola el Ayuntamiento de Jadraque por 305 pesetas, siendo en la actualidad propiedad municipal”, explican desde el mismo portal web.
100 metros de longitud
En cuanto a su arquitectura, se puede contemplar una imponente fortaleza de casi 100 metros de longitud, a la cual le falta la torre del homenaje, elemento distintivo de toda fortificación y la cual fue utilizada en el pasado como cantera. Las torres del castillo no sobresalen del muro, característica propia de las fortificaciones diseñadas para resistir el fuego de artillería. Además, su majestuoso muro exterior y su área residencial reflejan la influencia italiana, mientras que su estructura general evoca los robustos castillos de meseta típicamente castellanos.
De este modo, se aprecian en la fortaleza varios elementos arquitectónicos destacados. Sus altos muros están reforzados por torres de planta semicircular y rectangular. La barbacana perimetral, formada por lienzos y cubos, repite la planta de la fortaleza. La puerta principal, ubicada al sur, está flanqueada por dos torres, una cuadrada y otra redonda.

En el interior, se distinguen tres partes bien diferenciadas. Primero, el patio de armas, que es el espacio de menor dimensión. Luego, el patio principal, el de mayor extensión, donde se encuentran dos aljibes para recoger agua de lluvia, diversas estancias de servicios, una torre pentagonal que funcionaba como torre del homenaje en época cristiana, y un pórtico en forma de ‘U’ que precede a la parte noble del palacio. Finalmente, el palacio o estancias palaciegas, que se compone de dos plantas principales y un sótano, al cual se accede a través del mencionado pórtico.
Por su parte, en el caso de querer conocer la historia de esta fortaleza, desde Turismo Castilla-La Mancha indican que las visitas guiadas se realizan realiza los sábados, domingos y festivos a las 12:00 h, “contactando previamente con la Oficina de Turismo 949 88 14 14″.
Cómo llegar
Desde Guadalajara, el viaje es de alrededor de 40 minutos por las vías A-2 y CM-1000. Por su parte, desde Zaragoza el trayecto tiene una duración estimada de 2 horas y 25 minutos por la carretera A-2.
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