Esteve Galvañ, el primer español en convertirse en luchador de sumo en Japón: “En mi primer combate oficial, sentí que mi rival era un coche que me atropellaba”

Esteve Galvañ se marchó a Japón por una chica y acabó enamorándose del sumo y de todo lo que hay detrás de ese deporte

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El español Esteve Galvañ. (Imagen
El español Esteve Galvañ. (Imagen cedida)

Llegó a Japón siguiendo a una chica, pero lo que le enamoró fue el sumo. Descubrió ese deporte de casualidad, viendo un programa en la tele. Las técnicas y las formas de moverse en el combate le engatusaron; y la tradición, cultura y filosofía terminaron de engancharlo. A partir de ese momento, se dedicó en cuerpo y alma a ese arte marcial, llegando incluso a participar en competiciones de forma amateur. “En mi primer combate oficial, sentí que mi rival era como un coche que me atropellaba”, asegura Esteve Galvañ, Stephen para los amigos, en una entrevista con Infobae.

A los 19 años, Stephen se marchó de España a Francia en busca de un futuro. Una vez allí conoció a una chica japonesa, pero seis meses después a ella se le acabó el visado y tenía que volverse a Japón. “Yo quería seguir conociéndola, entonces decidí agarrar una working holiday visa para irme a Japón a la aventura, como siempre”. Su mentalidad en ese momento era “no dejar pasar oportunidades”. Fue eso lo que le empujó a mudarse a la ciudad nipona a pesar de no conocer el idioma y no tener trabajo ni dinero. A los tres meses terminó con esa chica y quedaron como amigos, pero encontró trabajo en un restaurante, donde poco a poco fue aprendiendo el idioma y cómo se comportan los japoneses, algo que consiguió observando a sus clientes.

El sumo llegó a su vida algo más tarde. Un día, jugando al fútbol, se rompió el tobillo, una lesión que le dejó en cama. Por entonces él vivía en una casa compartida y uno de sus compañeros le sugirió que se pusiera la tele para distraerse. “Y me puso sumo. Como no me podía mover, tampoco podía cambiar la tele y decidí dejarlo en ese canal. Al principio pensé ‘madre mía’”. Sin embargo, al día siguiente, como era el único canal que conocía, puso el mismo canal y vio el último combate, donde participaban los mejores. “Yo no sabía quiénes eran, pero vi uno que me llamó la atención. Su manera de moverse era muy diferente, había una técnica. Yo noté ahí que había un algo, que no era empujarse, él se movía de una forma concreta”.

El español Esteve Galvañ. (Imagen
El español Esteve Galvañ. (Imagen cedida)

Al preguntarle a su compañero de piso, se enteró de que era Hakuhō Shō, el luchador que más torneos de sumo ha ganado de todos los tiempos. “Es una leyenda del sumo”, asegura. Fue entonces cuando nació su curiosidad por ese deporte y por todas las técnicas que había detrás. Sin embargo, encontrar un sitio en el que empezar a aprenderlo no fue sencillo. “Eso fue lo más complicado, porque al final la gente que hace sumo es para convertirse en profesional. Empecé a buscar, fui a varios sitios y siempre me decían que no, porque ya era adulto”. Y el sumo, como el fútbol en España, es un deporte que se practica desde niño.

Hasta que, un día, viendo vídeos de sumo en YouTube, dio con un hombre que era luchador profesional retirado. Y decidió mandarle un mensaje, donde le explicaba que le gustaría aprender sumo y le preguntaba si le podría enseñar. Y él le respondió que fuera a probar y ver si tenía pasión. “Fui el primer día y fue un desastre, porque yo no tenía técnica, no sabía nada y no lo podía ni mover. Pero creo que me vio con ganas o con una curiosidad verdadera y aceptó enseñarme”. Stephen no tiene la complexión de un luchador de sumo, y aunque no fue un problema porque él no iba a ser profesional, su nuevo maestro le advirtió: “Vas a tener que comer mucho”. Le dio toda una lista de comidas que debía incluir en su dieta para ganar algo de peso. En su caso, lo ganó en músculo.

A los tres meses, su maestro ya le planteó la posibilidad de competir. Stephen no se lo pensó dos veces. “Yo tampoco sabía dónde me metía y claro, era gente que lleva entrenando desde niños”. Y recuerda: “En mi primer combate oficial sentí que mi rival era un coche que me atropellaba”. Su oponente tenía la técnica, el peso y la altura. “Todavía me acuerdo de ese primer impacto y, aun así, gané el combate. Fue increíble”. La mala suerte es que se lesionó el hombro. Una lesión que aún continúa arrastrando, dado que no se le llegó a curar bien. Sin embargo, él sigue entrenando.

El español Esteve Galvañ haciendo
El español Esteve Galvañ haciendo sumo. (Imagen cedida)

La espiritualidad dentro del sumo

La oportunidad de participar en un combate fue “increíble”. “Nunca había sentido algo así. Sentí una vibra muy espiritual. El sumo, a pesar de que parece que es agresivo, es superespiritual”. Y es que el sumo viene de la religión sintoísta. “Es una religión autóctona que dice que todo tiene un espíritu”, explica Stephen.

En los torneos, a pesar de que solo se muestran los cinco o diez segundos del combate, detrás hay todo un ritual basado en el sintoísmo. “Si quieres aprender sobre cultura japonesa, aprende sobre sumo y vas a entender muchísimas cosas, tanto historia como de respeto”.

Sara Andrés, atleta paralímpica especializada en velocidad y salto de longitud.

Esta forma de entender el sumo solo se aplica en Japón, asegura. Las competiciones que se llevan a cabo en otros lugares distan mucho de las celebradas en el país nipón. “Me duele cuando hay torneos y se hace de todo menos sumo, donde no respetan las tradiciones ni la cultura”. Y añade: “En Japón, cuando ganas no lo celebras, pones cara de póker, porque de lo contrario sería irrespetuoso. Solo saludas al rival y ya”. Sin embargo, fuera de Japón la situación es muy diferente: “Empiezan a gritar, no hacen los movimientos previos al combate que tienen que hacer… Todo lo basan en la pelea y ya está”.

Su vida, de momento, continuará en Japón, aunque tiene claro que le gustaría volver más a menudo a España, ya que extraña mucho a su abuela María. Además, le gustaría poder dar charlas para transmitir la filosofía detrás de este deporte. Aún no tiene claro qué hará en el futuro, pero sabe que el sumo será parte de él.