
Julio Alberto Moreno enfrentó situaciones extremas desde su infancia, sin imaginar que algún día vestiría las camisetas del Atlético de Madrid y el FC Barcelona. Su vida comenzó en la localidad de Candás, Asturias, en 1958, y estuvo marcada desde temprano por el abandono familiar, la pobreza y los abusos. Su testimonio recorre episodios de sufrimiento, superación y caída, además de una constante lucha contra las adicciones.
A los siete años, Julio Alberto vio cómo la separación de sus padres lo llevó, junto a sus hermanos, a distintos centros de acogida, pese a que la familia contaba con recursos. Permaneció seis años encerrado en el orfanato Cristo de las Cadenas, sin saber nada de nadie y preguntando por qué papá y mamá no le querían, según detalló El Mundo. Allí el aislamiento y la carencia fueron habituales y bastaron para dejar huellas profundas en Julio.
La experiencia se agravó tras sufrir abuso sexual por parte de un monitor en un campamento de verano. Poco después, el Tribunal Tutelar de Menores de Asturias permitió que regresara con su padre, a quien apenas conocía. La convivencia resultó distante y, con solo trece años, tomó la decisión de fugarse en busca de su madre en Madrid. Forzó una de las cajas fuertes de su padre y con 900 pesetas en el bolsillo y una pequeña mochila con sus cosas puso rumbo a la capital. La encontró alojada en una pensión de Cáritas para mujeres maltratadas. Ambos se fundieron en un largo abrazo, a la par que Julio le preguntaba dónde estaban sus hermanos, pero su madre no lo sabía. Decidió entonces salir en su búsqueda y los encontró. La familia volvía a reunirse mientras lidiaban el hambre, ya que solo tenían unas galletas y leche para llevarse a la boca.
Asentado ya en Madrid, Julio soñaba con ser arquitecto y para poder pagarse los estudios tuvo que realizar todo tipo de trabajos. Desde paseador de perros a agente de seguros o descargando camiones. Fue trabajando de botones del Banco Vitalicio, que sin él saberlo en ese momento, era propiedad de la familia de su futura mujer, Carmen Escámez, sobrina del banquero Alfonso Escámez. En una de las mañanas en las que se encontraba leyendo el periódico, dio con un anuncio de que el Real Madrid y el Atlético de Madrid estaban buscando nuevos jugadores y decidió enviar una carta.

La precariedad lo acompañó en sus inicios futbolísticos con tan solo 17 años. Empezó jugando como delantero en el Atlético Madrileño y más tarde como lateral. Fue Vicente Calderón y Luis Aragonés quienes vieron su potencial y decidieron subirle al primer equipo: el Atlético de Madrid. Julio no tenía botas, solo zapatos con agujeros. Por entonces, su madre había conseguido ahorrar 2.000 pesetas y decidió gastarse 1.400 pesetas en unas botas Adidas. La anécdota, que relató en el Congreso Mentes Brillantes, resume la situación familiar: “Mi madre me dijo: ‘Hijo mío, yo creo en ti’. Y ni siquiera teníamos para comer”. El hambre, explicó, lo impulsaba cada fin de semana. A los 17 años firmó su primer contrato profesional: “Por primera vez en mi vida fui al supermercado, bajé a la tienda y le compré un pijama, una cama, unas zapatillas, llenamos la nevera… Era la primera vez que podía ver a mi madre tan guapa con la bata y el pijama”.
En 1980, se casó con Carmen y tan solo cuatro años después nació su hija. Después del club rojiblanco pasó también por el Recreativo de Huelva y después fichó por el FC Barcelona en 1982, justo en la época en la que Diego Maradona llegó al club. Los éxitos se multiplicaron con la conquista de La Liga, la Copa del Rey y la Supercopa de España. Julio comenzó a consumir drogas, llegando incluso a ingerir 25 gramos de cocaína. Fue entonces cuando su vida comenzó a ir cuesta abajo y sin frenos. Entró en bucle de problemas: enfrentó divorcios, acusaciones de robo, el incendio de su negocio de motos y la quiebra de su discoteca, así como una inspección de Haciendo que le obligó a pagar de golpe 70 millones de pesetas.
La vida de Julio Alberto tras retirarse
Tras su retirada en 1991, bajó a los infiernos. Se quedó sin amigos y sin familia que le apoyara y se vio obligado a vivir en la calle. Todo quedó en el pasado, ahora tiene una vida. Su historia está marcada por múltiples internaciones, recaídas, brotes psicóticos, dos infartos y una minusvalía de 30%. Ha sobrevivido a tres accidentes aéreos y protagonizó episodios límite, como saltar de un cuarto piso o de un coche en movimiento.
La publicación de su libro Mi verdad en 1995, cuyos beneficios destinó al programa de rehabilitación Proyecto Hombre, marcó el inicio de una nueva etapa. Desde entonces, Julio Alberto se dedica a dar charlas para la prevención, ayuda a personas dependientes y colabora con la reinserción de sintecho, llegando en ocasiones a repartir grandes sumas de dinero entre quienes viven en la calle. Desde su actual rol en la dirección deportiva de La Piñolesa, y con una salud comprometida por necrosis cardíaca, Julio Alberto Moreno continúa expuesto al recuerdo de su tránsito por los extremos de la supervivencia y el éxito. Con ironía, declaró en una de sus charlas: “Han salido los Papeles de Panamá. Cuando salgan los de la droga será la hostia”. Su recorrido ilustra cómo la resiliencia y la solidaridad abren la puerta a segundas oportunidades. Ahora, el exfutbolista da charlas para prevenir las adicciones en los jóvenes.
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