Una asesora financiera advierte sobre un error común en la gestión del dinero: “Tenerlo todo en una cuenta corriente es uno de los principales errores que mucha gente comete”

La experta en finanzas explica por qué separar el ahorro, los gastos cotidianos y el dinero reservado para los imprevistos ayuda a evitar desequilibrios económicos

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Una asesora fiscal ofrece claves
Una asesora fiscal ofrece claves para mejorar el gasto y el ahorra, la economía doméstica de los hogares (Montaje Canva Infobae)

Tener ingresos estables no siempre garantiza una buena salud financiera. En muchos casos, el problema no está en cuánto dinero entra cada mes en los hogares, sino en cómo se gestiona. Así lo advierte Elizabeth Wakefield, asesora especializada en finanzas. La experta pone el foco en un error muy extendido: concentrar todo el dinero en una sola cuenta bancaria.

Durante su intervención en el pódcast Tiene sentido, Wakefield señaló que esta práctica dificulta el control real del dinero. “Tener todo el dinero en una cuenta corriente es uno de los principales errores que mucha gente comete”, afirmó. Para explicarlo de forma sencilla, recurrió a una metáfora llena de ironía: “es como si tú tuvieras en tu casa los calcetines con los tenedores. O sea, no tiene sentido”.

Según la asesora, el dinero necesita un orden muy claro. “¿Para qué existen entonces las cajoneras y los armarios? Para poner las cosas en sus sitios”, explicó. La idea central es que mezclar todos los recursos en una sola cuenta impide distinguir entre lo que se puede gastar y lo que se debe ahorrar.

Cómo organizar el dinero

Desde su experiencia profesional, Wakefield defiende una organización basada en objetivos. En primer lugar, recomienda una cuenta principal destinada a recibir los ingresos y cubrir los gastos habituales del mes. Se trata de la cuenta que se usa a diario.

Un experta ofrece consejos para
Un experta ofrece consejos para mejorar el ahorro doméstico y tener un mejor control del dinero (Imagen Ilustrativa Infobae)

A partir de ahí, aconseja contar con una segunda cuenta como colchón de seguridad. Ese dinero debe reservarse exclusivamente para imprevistos y no mezclarse con el gasto cotidiano. El objetivo es que esté disponible cuando haga falta, pero fuera del uso habitual.

El siguiente paso tiene que ver con los gastos previsibles. Wakefield propone crear una cuenta específica para las llamadas periodificaciones, es decir, para aquellos desembolsos que se conocen con antelación. Un ejemplo habitual son las vacaciones. “Voy a irme de vacaciones y me voy a gastar 2.500 €”, planteó. En lugar de afrontar ese gasto de golpe, la asesora recomienda dividirlo en aportaciones mensuales. “Mensualmente significa que voy a tener que estar ahorrando 150, 200, lo que sea”, explicó, apostando por automatizar ese ahorro.

Este sistema permite llegar al momento del gasto con el dinero ya preparado y sin desequilibrar el presupuesto mensual. Funciona como una hucha digital que reduce la presión financiera y evita decisiones impulsivas.

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Hacer un registro de los gastos

Más allá del orden de cuentas bancarias, Wakefield insiste en la necesidad de revisar los gastos con regularidad. “No acabamos de hacer una auditoría de nuestros gastos”, señaló, en referencia a pagos recurrentes como las suscripciones a plataformas digitales –Netflix, Filmin, Amazon–. Ese descuido, según advierte, termina afectando al ahorro sin que muchas personas lo noten.

Antes de financiar una compra, la asesora también recomienda analizar el coste real del crédito. En ese punto, subraya la importancia de fijarse en la TAE y no solo en el TIN. “La TAE es la tasa anual equivalente, que es cuánto me cuesta ese dinero, esa financiación, asumiendo todos los costes extra”, explicó.

El mensaje de Wakefield es claro: organizar el dinero no requiere fórmulas complejas, sino un orden bancario y una constancia por nuestra parte. Separar el dinero según su función ayuda a tomar mejores decisiones y a evitar errores que, con el tiempo, pueden afectar seriamente a la estabilidad económica.