La Navidad a bordo de un barco: “Estamos todo el día rodeados de gente, pero al final estás solo cuando te metes en el camarote”

La primera oficial de máquina María Peña cuenta a ‘Infobae’ cómo se pasan las fiestas dentro de un barco

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María Peña, primera oficial de
María Peña, primera oficial de máquina de la Marina Mercante. (Cedida)

María Peña es primera oficial de máquina de la Marina Mercante. Es la encargada, junto con su equipo, de mantener a punto la maquinaria de los barcos durante 365 días. Eso quiere decir que, de 12 meses que tiene el año, siete se los pasa lejos de familia, amigos y tierra firme. “Nosotros trabajamos, vivimos y convivimos en el mismo sitio durante 60 días seguidos. Es muy fácil estar ocho horas en una oficina, porque luego te vas a casa, ves a la familia, te tomas una cerveza... Yo no tengo sábados ni domingos, todos los días son lunes”, cuenta a Infobae por teléfono desde el puerto de Valencia.

Los 60 días seguidos que debe pasar María embarcada pueden llegar en cualquier época del año, también en las Navidades. En concreto, la joven ha pasado tres diciembres seguidos con la tripulación. Aunque su trabajo le encanta, la lejanía con los suyos se hace difícil. “Estamos todo el día rodeados de gente, pero al final estás solo cuando te metes en el camarote”, lamenta.

En medio de esta soledad compartida, el equipo acaba convertido en una auténtica familia y consigue hacer de unos días separados de los seres queridos en una fiesta. “Al final, son personas con las que estás siete meses al año, haces una unión que no la haces de otra manera”, confiesa María.

Marisco y arepas para Nochebuena

Conseguir que un navío se llene de espíritu navideño no siempre es sencillo, pero en esto María es toda una experta, algo que le viene dado de familia: en su casa, el árbol se prepara desde el mes de agosto y durante todo el mes de diciembre no se escucha otra cosa que no sean los villancicos. “A mi madre le encanta, es la Mariah Carey española. Entonces yo tengo muy inculcada la Navidad; soy un elfo navideño más”, asegura la sevillana.

Ese mismo ímpetu llega cada año al barco en el que María trabaja: guirnaldas y luces cuelgan en todos los pasillos y habitaciones e incluso un pequeño Belén adorna la sala de máquinas. Para el gran día, cocinero, mayordomo y oficiales preparan un menú especial que dé de comer al equipo entero. Al ser tantas personas diferentes, las costumbres se mezclan. “Hay mucha gente de Colombia, Uruguay, Cuba, Paraguay... cada año hay más y más variedad”, explica María. Así, arepas, frijoles y tamales se añaden a una cena típica de marisco español.

María y sus compañeros en
María y sus compañeros en las primeras Navidades a bordo. (Cedida)

“El día de Nochebuena, todos nos arreglamos, nos ponemos gorritos navideños, cenamos todos juntos, el capitán da un discurso de Navidad, vemos el discurso del Rey...”, cuenta María. Las celebraciones se siguen en Nochevieja con uvas y champán.

El barco en el que trabaja María navega cada día de puerto en puerto, por lo que si un día se encuentra en Valencia al siguiente puede aparecer en Baleares. Pese al cambio constante, los regalos siempre llegan. “Muchas veces se hace el amigo invisible en el departamento, en mi caso en la máquina. A mí me han regalado una botica navideña que tengo colgada en mi puerta ahora mismo y, cuando he ido a entrar a la cama, la botica ya iba llena de chuches y no sé quién lo ha puesto”, cuenta.

Que cada día atraquen en puerto tiene un beneficio especial en estas fechas y es que pueden recibir visitas. “Mi expareja ha pasado dos Navidades conmigo a bordo. Que la familia venga y vea lo que es, que se adapte por venir a estar contigo hace que se sienta un poquito más en casa”, dice. La visita ayuda también a que entiendan su ritmo de vida. “Nosotros trabajamos cuatro horas de cada ocho y descansamos entre medias. Si yo he salido de guardia a las 4:00 am, a las 8:00 am no voy a estar despierta para hablar contigo. Además, el wifi da para el WhatsApp y poco más, hasta que no llegas a puerto no puedes hablar con nadie", explica.

“Aprendemos a valorar lo que tenemos en casa”

Aunque en el barco haya encontrado una pequeña familia, estar lejos de casa siempre se le hace cuesta arriba. “Aprendemos a valorar mucho más lo que tenemos en casa, porque durante 60 días no lo tienes. Cuando vuelvo, estoy 24 horas con las personas con las que quiero estar: mis padres, mi familia, mis amigos... porque después no lo voy a tener”, dice.

Después de tres años, María volvió a casa por Navidad en 2024 y este año podrá repetir la experiencia. “Estoy agradecida no, lo siguiente. Tres años sin ver a mis sobrinos, a mis tías, a mis primas... volver fue un regalo”, asegura, especialmente porque no se encontró ninguna silla vacía.