Una joven compartió en TikTok un testimonio que generó miles de reacciones y abrió un debate sobre lo que ocurre en la mente de una persona en estado de coma. Desde su cuenta (@eescaar), relató cómo fue su experiencia tras pasar una semana inconsciente, aclarando desde el inicio que no se trata de una verdad universal ni de algo que ocurra en todos los casos. “No sé si a todo el mundo le pasa lo mismo, pero esta fue mi experiencia”, declara la joven al principio del vídeo.
La joven explicó que durante esos días su mente estuvo activa, aunque de forma confusa y fragmentada. Gran parte del tiempo experimentó alucinaciones provocadas por la medicación. Esto distorsionaba su percepción sobre las cosas y lo que sucedía al otro lado.
Sin embargo, entre esas alucinaciones aparecían momentos muy concretos de conexión con la realidad. No se trataba de un despertare consciente ni de una lucidez plena, sino de instantes breves en los que podía ver u oír lo que ocurría a su alrededor. Eran pequeños momentos de lucidez moderada.
Según su relato, esos episodios solían producirse cuando el personal sanitario la movía, la aseaba o le administraba medicación. En particular, recuerda que al moverle la cabeza, sus párpados se abrían ligeramente por efecto de la gravedad. En esos segundos, podía sentir u oír fragmentos del entorno.
La visita de sus padres
Uno de los recuerdos más impactantes tiene que ver con las visitas. La joven asegura que, aunque no podía abrir los ojos voluntariamente ni responder de ninguna forma, en algunos momentos sí escuchaba las voces de las personas que iban a verla, entre ellos, sus padres. “A ellos sí que les escuchaba”, afirma, aunque aclara que era de manera intermitente, sin la capacidad de interactuar o demostrar que era consciente de su presencia.

Ese punto es clave en su testimonio: la ausencia total de agencia. A pesar de percibir estímulos externos en ciertos momentos, no podía reaccionar. Tampoco podía controlar cuándo esos instantes de conexión aparecían o desaparecían. “No podía contestarles ni abrir los ojos ni reaccionar de ninguna manera a lo que me estaban diciendo”, relata.
El resto del tiempo, su mente volvía a quedar atrapada en un mundo interno dominado por sensaciones distorsionadas. La joven insiste en que estas alucinaciones no eran sueños normales, sino experiencias relacionadas con la fuerte medicación que recibía en la UCI.
Su relato ha resonado especialmente entre familiares de pacientes en coma y personas que han pasado por situaciones similares. Muchos usuarios destacaron la importancia de seguir hablando a los pacientes inconscientes, incluso cuando no hay una respuesta visible. Aunque la joven no afirma que siempre se escuche, su experiencia sugiere que, en ciertos casos, esas palabras pueden llegar.
El testimonio de @eescaar aporta una mirada personal y humana a una vivencia poco conocida. Su historia pone en evidencia que, incluso en estados más profundos de inconsciencia, la fina línea entre el exterior del mundo real y el interior de la persona afectada se desdibuja.
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