El pulso entre PP y Vox marca la recta final de las elecciones de Extremadura: una campaña similar para conquistar al mismo votante

Ambos partidos comparten escenarios, símbolos y mensajes en una pugna directa por conquistar al electorado conservador

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El presidente del PP, Alberto
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el líder de Vox, Santiago Abascal. (Montaje Infobae)

La campaña electoral en Extremadura avanza hacia su recta final con una dinámica cada vez más definida: el Partido Popular y Vox compiten de manera directa por el mismo espacio político y por un mismo electorado, y lo hacen no solo a través de propuestas de gobierno, sino mediante una sucesión de gestos, actos y mensajes que colocan la tradición y la identidad en el centro de sus estrategias. El pulso entre ambas formaciones se desarrolla en un contexto marcado por encuestas que sitúan al PP como primera fuerza, pero sin mayoría absoluta, y por el crecimiento de Vox, un escenario que convierte esta pugna en un factor decisivo para la gobernabilidad de la comunidad tras el 21 de diciembre.

Esta lucha ha ido endureciendo el tono de la campaña y ha empujado a ambos partidos a reforzar sus perfiles propios para buscar diferenciarse. El PP busca consolidar su imagen de fuerza de gobierno estable, mientras Vox trata de presentarse como una alternativa más firme y sin concesiones. En medio de esa disputa, el electorado rural ha adquirido un protagonismo central. Municipios pequeños, zonas de dehesa y comarcas envejecidas se han convertido en paradas habituales de los principales dirigentes, conscientes de que ahí se concentra una parte clave del voto y de que el lenguaje simbólico tiene un peso específico mayor que en otros territorios.

La apelación a lo tradicional no es nueva en la política extremeña, pero en esta campaña ha alcanzado una intensidad poco habitual. Actos vinculados a la caza, la tauromaquia, las fiestas populares o las celebraciones religiosas se suceden en la agenda del PP y de Vox, en una carrera paralela por presentarse como los defensores más firmes de la identidad regional. La competencia se expresa tanto en los programas electorales como en la escenificación pública de los candidatos, que encadenan actos con una fuerte carga cultural y emocional.

El PP, entre la estabilidad y el arraigo

El Partido Popular ha construido su campaña alrededor de la figura de María Guardiola y de un mensaje de estabilidad institucional. La presidenta de la Junta se presenta como una opción de continuidad y gestión frente a escenarios de dependencia parlamentaria, y apela de forma constante al “voto útil” como fórmula para evitar bloqueos. Ese planteamiento, dirigido a un electorado moderado, se combina con una agenda muy marcada por la reivindicación del mundo rural y de las tradiciones.

La presidenta de la Junta
La presidenta de la Junta de Extremadura y candidata del PP, María Guardiola. (Jorge Armestar/Europa Press)

El 1 de diciembre, Guardiola firmó en Villar del Rey un compromiso de apoyo a la federación cinegética, un acto con el que el PP quiso dejar claro su respaldo a la caza como actividad económica, social y cultural. No fue un gesto aislado. Tres días después, el partido volvió a situar la defensa de las costumbres rurales en el centro de la campaña, con la presencia de la candidata en una matanza tradicional en Peraleda del Zaucejo, coincidiendo con el Día de la Constitución. La elección de la fecha y del escenario subrayó la voluntad de vincular tradición, identidad y normalidad institucional.

La secuencia continuó el 7 de diciembre con la participación de Guardiola en Los Escobazos de Jarandilla de la Vera, una fiesta de fuerte carga simbólica en el norte de la región, y al día siguiente con su asistencia a misa y procesión por la Inmaculada en Puebla de la Calzada. La acumulación de estos actos en apenas una semana refleja una estrategia deliberada: reforzar la imagen de cercanía con el territorio y sus rituales sociales, sin abandonar el perfil de presidenta en ejercicio.

Este enfoque tiene su reflejo en el programa electoral del PP, que dedica un espacio significativo a medidas relacionadas con la tauromaquia y la caza. Entre ellas figuran el impulso a la Escuela de Tauromaquia, el respaldo a las peñas taurinas, la promoción del toro bravo extremeño, el incremento de las ayudas a los cotos de caza y beneficios fiscales vinculados a la caza y la pesca. El conjunto dibuja un planteamiento que integra la defensa de las tradiciones dentro de un marco de gestión y continuidad política.

Vox eleva la disputa identitaria

Vox ha optado por una estrategia distinta en el tono, aunque convergente en los escenarios. Su campaña se apoya en un discurso de ruptura con el bipartidismo y en la denuncia de lo que considera décadas de abandono de Extremadura. En ese marco, la defensa de las tradiciones y del mundo rural no aparece como complemento, sino como núcleo central del relato político.

La respuesta al acto del PP en Villar del Rey llegó el 4 de diciembre, cuando el candidato de Vox firmó en Badajoz el mismo compromiso con el sector cinegético. El gesto evidenció la competencia directa por un símbolo compartido y marcó una pauta que se ha repetido durante la campaña: Vox no solo replica los movimientos del PP, sino que trata de sobreactuarlos para presentarse como la opción más firme en la defensa de las costumbres tradicionales.

El líder de Vox, Santiago
El líder de Vox, Santiago Abascal, a caballo por la dehesa extremeña. (@santi_abascal)

El 7 de diciembre, Santiago Abascal difundió imágenes a caballo por la dehesa, en parajes del Parque Natural de Cornalvo, participando en tareas de pastoreo tradicional. La escena, cuidadosamente construida, encajó en una narrativa que presenta al mundo rural como depositario de una identidad amenazada. Esa misma lógica atraviesa el programa electoral de Vox, que sitúa a los pueblos como el “alma” de la región y propone eliminar trabas burocráticas y requisitos medioambientales para favorecer los usos agroganaderos.

En ese marco se inscribe también la exigencia trasladada al Gobierno autonómico para prohibir la fiesta musulmana del cordero en Extremadura, una propuesta que Vox ha incorporado a su agenda política y que refuerza su discurso de defensa identitaria frente a expresiones culturales ajenas a la tradición mayoritaria.

El campo como escenario de la batalla política

La coincidencia de gestos, escenarios y mensajes revela hasta qué punto el electorado rural se ha convertido en el principal campo de batalla de esta campaña. PP y Vox comparten referencias a la caza, la tauromaquia y las fiestas populares, pero las integran en relatos distintos. El PP las presenta como parte de una identidad que convive con la gestión institucional; Vox las utiliza como prueba de una supuesta amenaza cultural que exige una respuesta política más dura.

La presidenta de la Junta de Extremadura, María Guardiola, ha anunciado esta tarde el adelanto de las elecciones autonómicas en Extremadura para el próximo 21 de diciembre de 2025. (Fuente: Junta de Extremadura)

Esta pugna se desarrolla en una Extremadura marcada por la dispersión territorial, el envejecimiento de la población y el peso de la memoria colectiva, factores que favorecen un discurso centrado en el arraigo y la continuidad. En ese contexto, la campaña ha ido desplazando el foco hacia lo simbólico, con una sucesión de actos que funcionan como mensajes políticos en sí mismos. Más allá del resultado electoral, la disputa entre PP y Vox está redefiniendo los términos del debate político en la región y el lugar que ocupan la tradición y la identidad en la confrontación partidista.