Un pastor catalán está con su rebaño cada día en una zona de alto riesgo por peste porcina: “Hay huellas de jabalíes por todas partes”

David Barrero sale diariamente a pastorear con grandes medidas de seguridad junto a sus más de 400 ovejas y 25 cabras

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Un pastor y sus ovejas
Un pastor y sus ovejas pasean a diario por zonas de alto riesgo por peste porcina(Pexels)

En el corazón del Parque Natural de Collserola, el sonido de las campanillas y el murmullo de los animales por la mañana marcan el inicio de la jornada para David Barrero. Desde su barrio en el Carmel, atraviesa una Barcelona dormida hasta llegar a una escena muy distinta a la habitual. Antes, la zona rebosaba vida, con corredores, ciclistas y paseantes. Desde que la peste porcina africana puso en jaque la región, el silencio domina los caminos y la vegetación crece ajena a la actividad humana restringida.

David es mucho más que un trabajador rural; ostenta el título de único pastor licitador oficial del parque gracias a un contrato asegurado en 2023, con vigencia hasta 2027. Tiene a su cargo a 402 ovejas y 25 cabras, conformando un rebaño responsable de tareas que van más allá del simple apacentamiento. “Si no pastoreara aquí, el parque tendría un problema real. La vegetación crecería sin control y aumentaría el riesgo de incendios”, advierte Barrero, quien entiende su función como un eslabón de la gestión territorial y la seguridad para las comunidades vecinas.

El parque se ha transformado en el epicentro de la emergencia sanitaria. La declaración de “zona cero” convierte la cotidianidad en un complejo entramado de permisos, vigilancia y protocolos, donde la presencia de Barrero resulta una excepción permitida en medio del vacío. Otras áreas de Catalunya, como Sant Llorenç del Munt i l’Obac o Montserrat, también atraviesan restricciones. La incertidumbre recorre los 91 municipios afectados, pero los mayores riesgos se concentran en los senderos que describen a diario el recorrido del pastor y su rebaño.

La amenaza de la peste porcina africana

La rutina del pastor asume ahora una meticulosa preparación antes de cruzar las comarcas catalogadas como zonas de alto riesgo. Cerdanyola del Vallès, Sant Cugat y Montcada i Reixac exigen una serie de rituales higiénicos antes de que David Barrero y su rebaño puedan adentrarse en el bosque. Equipado con un kit de desinfección proporcionado por las autoridades del parque y con la supervisión de la Unidad Militar de Emergencias (UME), el pastor establece una cadena de acciones para contener cualquier posible vector de contagio. Las ruedas del vehículo reciben una pulverización específica, el calzado es desinfectado con esmero y cada animal es sometido a un control visual.

Las zonas de alto riesgo
Las zonas de alto riesgo por peste porcina limitan la presencia de pastores y rebaños. (Europa Press)

“Si mis ovejas pasaran por un área contaminada, podría propagar la enfermedad y convertirme en transmisor”. Para Barrero, la amenaza de la peste porcina africana representa un riesgo que trasciende lo económico, pues implica también la salud de los ecosistemas y la estabilidad de un modo de vida rural cada vez más acotado por los vaivenes sanitarios. La normativa impide el traslado temporal a otras zonas como Osona, el Empordà o el Ripollès, donde pastos quizá resultarían más seguros y productivos.

La consecuencia es el aislamiento del pastor y sus animales, que deben adaptarse a un espacio marcado por signos visibles de la crisis: “En prácticamente todos los sitios se ven las marcas de los jabalís, escarbando, buscando comida”. Si bien David no ha hallado ejemplares muertos hasta el momento, los rastros constantes de actividad de jabalís refuerzan la alerta en cada jornada y aumentan la presión por mantener el control sanitario.

El problema económico

El componente económico añade otro nivel de tensión. Alimentar a un rebaño de tal magnitud requiere una inversión diaria relevante, que David cifra en 400 euros, ascendiendo a cerca de 12.400 euros mensuales. La posibilidad de perder el acceso al parque equivaldría a la ruina: “Si me prohibieran apacentar las ovejas, perdería todo ese dinero”. Esta realidad implica que el trabajo continúa, pese al ambiente impregnado de riesgo y control, porque, en palabras de Barrero: “Este tipo de actividad no se puede vetar”.

El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, ha asegurado que trabajará para limitar "al máximo" el impacto económico que la detección de la Peste Porcina Africana (PPA) en España pueda tener para las exportaciones del sector del porcino. (EFE/Rodrigo Fuentes Tello)

A pesar de las adversidades, la determinación de David Barrero permanece intacta. Afirma que, en medio de las restricciones, el confinamiento geográfico y las amenazas invisibles, su labor no es un vestigio de un pasado rural, sino una pieza esencial para sostener el equilibrio entre economía local, salud animal y protección ambiental.