Que España es un país de opositores no es ninguna novedad. El número de empleados públicos representa el 17% de la población, superando la barrera de 1,6 millones de trabajadores por primera vez en diez años, según recoge el Boletín Oficial del Estado (BOE).
Pero hablar de opositar es adentrarse en un proceso exigente, que combina estudio, resistencia emocional y una decisión marcada por la precariedad y el deseo de la estabilidad. Monserrat Rodríguez, coach de oposiciones en Supera y socióloga, acompaña a cientos de estudiantes de todas las edades a lograr ese objetivo.
“Soy alguien que acompaña, analiza y transforma”, dice Monserrat en conversación con Infobae España. Un camino que está lleno de dudas, esfuerzo, nervios... pero con la mente puesta en cumplir el objetivo. “Analizo junto a los alumnos cómo es su día a día, sus dinámicas personales, acompañándoles en su proceso de estudio”, añade.
Pero no es solo eso. La coach también intenta “transformar esas partes que ellos ven como puntos débiles en oportunidades para mejorar”, explica. Así, los opositores estarán más preparados para afrontar su nuevo puesto.
Estudiar va más allá del temario
La labor de una coach no se reduce a solo dar clases o repasar los contenidos del temario de una oposición concreta, sino trabajar la parte más humana. “Mi versión más sociológica me ayuda a entender ciertos puntos y buscar porqués que quizá otros no se plantean”, señala.
Sus sesiones buscan guiar, pero también generar reflexión. “Intento transmitirles esa inquietud. Analizar cómo hay un montón de factores que influyen a la hora de decidir opositar”, indica. Monserrat se detiene en hábitos cotidianos, emociones, cansancio, expectativas y vínculos personales.
“Hay una parte de análisis de vida cotidiana, de cómo influyen las emociones, la familia o el cansancio. Todo es parte del éxito o del fracaso”, subraya la experta, una figura integral que complementa al preparador y al docente.
“Como coach, ayudo a mis alumnos a entender que detrás del estudio hay un montón de cuestiones que deben trabajar. No es solo estudiar un temario: es preparar la mente y el entorno”, declara.

El nuevo opositor: joven, formado... y agotado
La mayoría de los alumnos con los que trabaja Monserrat tienen entre 20 y 30 años: “Es un perfil joven, muy preparado, pero bastante agotado”. La búsqueda de empleo sin éxito han minado la moral de muchos, que buscan opositar en busca de la estabilidad laboral que necesitan.
“Están mentalmente cansados de la incertidumbre, de la precariedad, de encadenar trabajos temporales o becas”, explica la socióloga. También están cansados de trabajar lejos de su familia y amigos. “Buscan tranquilidad y estabilidad”, sentencia.
Y ese cansancio también lo padecen los más jóvenes. Aquellos que acaba de terminar la carrera. La decisión de opositar llega muchas veces como vía de escape a un mercado laboral que no permite construir un proyecto vital.
El papel de la familia: silencioso, pero crucial
Aunque el examen final solo lo hará el opositor, la preparación no es solitaria. “El ámbito familiar y social influye un montón. Sentirse arropado y que tu familia o tu entorno te entienda, hace que el estudio sea mucho más fácil”, ha asegurado.
“El apoyo no es un lujo, es una necesidad. Es lo que mantiene la motivación y el bienestar”, añade. Además de la precariedad, hay un factor difícil de asumir: el desarraigo. “Tener que moverte de tu zona de confort, lejos de familia y amigos, tampoco es algo que motive mucho”, subraya.

Millennials y Generación Z: dos formas de afrontar el estudio
Por otro lado, la convivencia entre generaciones es algo a tener en cuenta. “Los más jóvenes trabajan mejor con herramientas tecnológicas y métodos más dinámicos”, explica. “Un perfil de más de treinta años está más habituado a un estudio tradicional, con papel y boli, pero la frustración también la gestiona mejor alguien con más experiencia”, indica.
En este sentido, Monserrat destaca que el error más común a la hora de opositar es “la falta de gestión emocional”. “Si no la sé llevar, no voy a gestionar bien mi tiempo, me marcaré metas irreales y aparecerá la frustración”, detalla.
Por eso, la coach insiste en ser realista, sobre todo porque la vida continúa mientras se está opositando: “Hay que ser realista con el tiempo y con las circunstancias. Si tengo hijos o responsabilidades, tengo que planificar acorde a eso. Si soy realista conmigo mismo, me voy a gestionar mejor”, razona.
Y en este contexto, “la clave del éxito no es la capacidad intelectual, sino la constancia: crear un buen hábito, mantenerlo y planificar con cabeza”.
Redes sociales: útiles, pero con peligro
Otro de los puntos claves es la trasformación de la digitalización y las redes sociales a la hora del estudio. “Las redes hacen que perdamos mucho tiempo, pero lo peor es la desinformación” advierte. “Vídeos tipo ‘cómo estudiar la Constitución en tres días’ dan una expectativa errónea que luego genera frustración”, señala Monserrat. Sin embargo, defiende su uso de forma consciente: “Las redes pueden ser útiles si se usan con criterio y buscan aportar.

Un sistema de oposiciones que pide el cambio
Por otro lado, la coach considera que el modelo tradicional de oposición no siempre evalúa lo que importa. “En algunos casos, el sistema es muy arcaico. Memorizar y hacer un tipo test no mide la capacidad para el puesto ni habilidades esenciales del trabajo actual”, explica.
Así, señala procesos más avanzados como los de la Unión Europea o controlador aéreo, que integran entrevistas, dinámicas de grupo y pruebas prácticas. “Es lo más justo y permite conocer mejor al candidato. Evaluar de forma más dinámica debería ser lo habitual”, sentencia.
Del mismo modo, muchos puestos piden más manejo de la tecnología. “Muchas oposiciones ya evalúan ofimática. Si lo necesitan en su trabajo, el proceso tendrá que adaptarse”, advierte.
Consejos para el opositor principiante
Tras acompañar a decenas de opositores, Monserrat resume los pilares para iniciar este camino. En primer lugar, recordar el porqué se está opositando: “El pensar en el porqué ayuda un montón. Si cuidamos la mente, el hábito y la motivación, el camino de la oposición puede ser fructífero”.
En segundo lugar, se debe planificar con realismo: “La oposición forma parte de tu vida, pero no es toda tu vida. Sé sincero con tus límites y organiza tu día a día desde ahí”. Y tener en cuenta la salud mental. “Estudiar no es solo sentarse con el temario. También es descansar, hacer deporte, salir con amigos. El estado de ánimo influye muchísimo en el estudio”, añade. Por último, no descarta la necesidad de pedir apoyo profesional y emocional. “La gestión de emociones, rutinas y dificultades marca una diferencia enorme”, concluye.
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