España forma más a sus jóvenes, pero no los emplea: el paro juvenil repunta y retrasa la emancipación mientras se alarga la etapa estudiantil

Más de la mitad de los españoles inactivos entre 25 y 29 años estudia, pero la falta de oportunidades profesionales limita la independencia económica y la incorporación al mercado laboral

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La incorporación al mundo laboral más tardía de los jóvenes, con una tasa de empleo entre los 16 y los 29 años 15 puntos porcentuales inferior a la de 2007, hará que los que se jubilen en 2065 y que solo hayan podido cotizar 30 años deban compensar sus menores cotizaciones demorando la jubilación hasta los 71 años si quieren mantener el nivel de vida previo.

La economía de los jóvenes en España se enfrenta a un doble desafío, en el que la limitada capacidad para encontrar trabajo y generar ingresos propios se suman a los bajos salarios para difcultar la emancipación. A pesar de encontrarse en una etapa vital en la que tradicionalmente se espera alcanzar la independencia económica y residencial, la juventud española se encuentra con barreras estructurales y coyunturales que retrasan ese tránsito y obligan a buscar otras alternativas.

Pese a que el foco sobre la situación juvenil recae a menudo en la evolución de sus sueldos, ese dato por sí solo no constituye el principal problema. Según un reciente informe de Funcas, esta situación está relacionada con su baja tasa de empleo y participación en el mercado laboral, que condiciona fuertemente las decisiones y calidad de vida de los más jóvenes.

En los últimos 15 años, la renta media de la población de 16 a 29 años ha crecido un 25,4%, frente al aumento del 46% en el mismo periodo entre las personas mayores de 65 años. Esta brecha, sin embargo, se ensancha todavía más al considerar la naturaleza de los ingresos: mientras los mayores cuentan casi exclusivamente con renta propia, la cifra atribuida a los jóvenes suele provenir del hogar, en gran parte generada por sus progenitores. Esta disparidad refleja una dependencia a prolongada en el núcleo familiar más que autonomía o fortalecimiento de la economía juvenil, ya que solo un porcentaje menor de lo esperado tiene ingresos laborales estables.

La búsqueda del primer empleo se complica

El ‘think tank’ español señala que el análisis de la situación de los jóvenes en España requiere observar de cerca indicadores como las tasas de actividad y ocupación. Más allá de los sueldos, que solo resultan relevantes si un volumen significativo de jóvenes accede a puestos de trabajo, estos datos facilitan la composición de una fotografía más clara sobre las posibilidades financieras de las nuevas generaciones.

En los primeros nueve meses de 2025, la tasa de ocupación entre jóvenes de 25 a 29 años alcanza el 72%, todavía por debajo del máximo histórico del 79% previo a la recesión de 2007. Para el tramo de 20 a 24 años, el dato llega al 43%, también lejos del 58% logrado antes de la crisis. Si bien se han producido avances, la recuperación del empleo juvenil todavía resulta incompleta. En el tercer trimestre de este año, el paro entre menores de 25 años se incrementó en 53.600 personas (+11,9%), situando la cifra total de jóvenes desempleados en 504.100 y elevando la tasa de paro juvenil al 25,42% según la última Encuesta de Población Activa del INE.

España forma más a sus
España forma más a sus jóvenes, pero no los emplea: el paro juvenil repunta y retrasa la emancipación. (Montaje Infobae España)

El segmento de parados de larga duración también se contrajo en 48.900 personas en el trimestre y 91.000 respecto al año anterior. Sin embargo, los jóvenes que buscan su primer empleo aumentaron en 49.400 (+18,6%), hasta 314.900, mostrando que la inserción laboral inicial es, todavía hoy, una de las puertas más difíciles de atravesar.

Más años estudiando y menos emancipados

Las dificultades para el acceso al primer empleo que experimentan muchos jóvenes al intentar dar el paso al mercado laboral empujan de forma creciente a los españoles de 25 a 29 años a prolongar la etapa de la formación académica. En 2025, un 57% de quienes permanecen inactivos en este segmento de edad dedica su tiempo a los estudios, muy por encima del 43% que lo hacía en 2005. La extensión del ciclo formativo explica buena parte de la inactividad laboral entre los jóvenes en la actualidad, aunque esta tendencia se justifica en parte por el contexto de alta competencia laboral y escasez de oportunidades para quienes carecen de experiencia profesional.

Sin embargo, esa apuesta por la educación no ha ido acompañada de una integración laboral equiparable a la de otros países europeos. La tasa de ocupación juvenil de España se sitúa aún a gran distancia del promedio de la Unión Europea (77%) y referentes como Malta, donde la tasa alcanza un 90%, o los Países Bajos, con un 87%.

Como consecuencia, la emancipación residencial se ha visto postergada. Más de la mitad (concretamente, el 56%) de los jóvenes españoles de 25 a 29 años vive aún con sus padres, según señala Funcas, una proporción significativamente mayor al 47% contabilizado en 2009. El cruce de estos factores dibuja un escenario en el que la inversión en educación aún no logra revertir las dificultades de acceso al empleo ni frenar el retraso en la independencia juvenil.