
Telefónica dio el viernes un paso más en su estrategia de desinversión en América Latina con la venta de su filial en Ecuador al grupo luxemburgués Millicom. La operación, valorada en 330 millones de euros (380 millones de dólares), fue comunicada el 13 de junio a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) a través de un hecho relevante. Esta venta se enmarca en un proceso de centralización de los intereses de la operadora telefónica en mercados que ofrecen mayores oportunidades, marcado por la salida de la firma de varios países latinoamericanos.
Antes del anuncio de su salida de Ecuador, la compañía ya había tomado medidas para reducir su exposición en el subcontinente americano con la venta de su filial en Argentina al grupo Clarín por unos 1.190 millones de euros y su homóloga en Uruguay por 389 millones, en esta ocasión de nuevo a Millicom. Más allá de estas dos operaciones confirmadas, Telefónica tramita la venta, aún pendiente de aprobación, de sus subsidiarias en Perú y Colombia por 900.000 euros y 368 millones, respectivamente.
Así, la compañía se queda con sedes en solo cuatro países de América Latina. En concreto, se mantienen las filiales en México, Chile, Venezuela y Brasil, siendo la última la que más posibilidades tiene de perdurar por considerarse un mercado estratégico para la ‘teleco’.
Reducción de deuda y consolidación en Europa
Durante su intervención en el VI Foro Internacional organizado por el diario Expansión el pasado mes de mayo, Marc Murtra, presidente de Telefónica, defendió la retirada de la compañía de América Latina como fórmula para mejorar su posición y poder acometer futuras operaciones de consolidación en Europa. En este continente se concentran tres de los cuatro principales mercados del grupo: España, Alemania y Reino Unido, además de Brasil.
“Creemos que el capital en nuestras manos se utiliza de una manera más eficiente apuntando hacia otros activos”, indicó Murtra. “Creemos que estos movimientos, aunque pueda no ser intuitivo, nos dan todavía mayor capacidad para consolidar”, añadió el presidente, que también resaltó la importancia de contar con una “racionalidad económica muy clara” detrás de cada operación.

Con las ventas de sus filiales, Telefónica espera mitigar el impacto que han tenido durante años los bajos ingresos y elevada necesidad de inversión de las subsidiarias en los resultados de la compañía, que tiene como uno de sus objetivos principales, más allá de aumentar los beneficios, el acelerar la reducción de la deuda. “El resumen que diría es que creemos que nos posiciona un poco mejor para hacer lo que creemos que tenemos que hacer”, concluyó Murtra.
Movimientos en la cúpula
La llegada de Murtra a la presidencia de Telefónica a principios de este año supuso un giro en la estrategia de consolidación de la compañía, que había experimentado un periodo de expansión territorial en Latinoamérica bajo el mandato de César Alierta, que estuvo al frente del gigante español de telecomunicaciones entre 2010 y 2016. Sin embargo, esta estrategia ya fue puesta en duda en la siguiente etapa de la empresa, cuando José María Álvarez-Pallete, que asumió el cargo de presidente ejecutivo tras la dimisión del natural de Zaragoza, se enfrentó a importantes pérdidas en varias de sus subsidiarias latinoamericanas que lastraron las cuentas de la firma año tras año.
Ante las complicaciones financieras del grupo, que cerró 2024 con pérdidas de 49 millones de euros, y el deterioro de parte del negocio en Latinoamérica por episodios de inestabilidad política y económica en la región, Pallete comenzó a planear la venta de las filiales más problemáticas en la zona, que había agrupado bajo la marca Hispam. No obstante, el CEO no logró culminar esta operación para deshacerse de los mercados calificados como “no prioritarios” antes de su destitución en enero de 2015, tras casi nueve años liderando la cúpula de la compañía.
Este movimiento en el consejo se dio en medio del terremoto causado por la entrada de la empresa pública española Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) en el accionariado de la compañía, que había adquirido un 10 % del capital con el objetivo de blindar el carácter estratégico de la empresa ante la creciente presencia de inversores extranjeros. El nombramiento de Murtra, que se justificó como una “adecuación” de la presidencia al nuevo accionariado, consolidó el alineamiento institucional entre Telefónica y el Gobierno en plena reorganización del sector. Escasos meses después de su designación, el directivo ha acelerado la ejecución de una salida progresiva de la compañía de los países latinoamericanos como parte de su plan estratégico.
Otras inversiones del grupo
Una vez se consiga una posición financiera más estable, Murtra apostó por comenzar con operaciones de consolidación dentro de los propios mercados nacionales, para luego escalar a nivel europeo con el objetivo de crear grandes grupos tecnológicos. Tras afirmar que el mundo se encuentra en “una revolución tecnológica” que Europa no está sabiendo aprovechar, el presidente ha vinculado esta hoja de ruta empresarial al objetivo comunitario de lograr la autonomía estratégica. “Sabemos que muchas de las cuestiones solo se pueden abordar si se tiene un tamaño suficiente”, resaltó, en referencia a su ambición de formar gigantes de las telecomunicaciones a nivel nacional e internacional.
Por otro lado, el ejecutivo evitó pronunciarse sobre los rumores del posible interés de Telefónica en comprar Vodafone España. “Nunca comentamos operaciones concretas hasta que no están firmadas”, aseguró, explicando que la única consecuencia de hacer este tipo de negociaciones públicas es la subida de su precio. La aún hipotética compra de Vodafone, actualmente la tercera operadora de España, al fondo británico Zegona pondría en manos de Telefónica el 45% de la cuota de mercado nacional.
En cuanto a la dirección que tomará Telefónica para sus próximas inversiones, Murtra confirmó en el Congreso que se prevé su participación en proyectos relacionados con la Defensa que se alineen con los intereses del Gobierno. Telefónica prevé priorizar áreas como telecomunicaciones y ciberseguridad, y reconoció que hasta ahora su inversión en este ámbito ha sido “poca o demasiado poca”. “Europa dice que todas las capacidades van a ser necesarias”, recordó el presidente, justificando el aparente viraje de la compañía a este ámbito, que cobra cada vez más protagonismo entre las empresas comunitarias, en plena revisión estratégica del grupo.
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