Esta empresa probó la semana laboral de cuatro días y ahora sus empleados consideran que prefieren la de siete: “Supervisamos en exceso a nuestros trabajadores”

La consultora Lumen eliminó los días y horarios fijos tras probar con éxito la semana de cuatro días. Ahora sus empleados gestionan libremente su jornada, con solo tres horas semanales obligatorias

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La adaptación de la jornada a las necesidades de los trabajadores se ha perfilado en los últimos años como una de las preocupaciones más relevantes en materia de regulación y legislación para proteger la conciliación de la vida familiar, personal y laboral. En España, el debate está centrado actualmente en el potencial impacto de una reducción de las horas efectivas de trabajo semanales hasta las 37,5 horas desde las 40 actuales. Esta iniciativa, defendida por el Gobierno socialista y especialmente por Sumar y el Ministerio de Trabajo liderado por Yolanda Díaz, ha sido cuestionada por otros sectores, que insisten en los peligros para la productividad y la dificultad de aplicación para algunas empresas.

Sin embargo, en otros países de Europa ya se empiezan a plantear modelos aún más radicales de organización del tiempo de trabajo. Es el caso de Lumen, una pequeña consultora que desarrolla su actividad en Cardiff (Gales, Reino Unido), que después de aplicar con éxito una semana laboral de cuatro días, ha decidido ir un paso más allá.

Según señala Aled Nelmes, director ejecutivo de la compañía, afirma que el experimento de la jornada de cuatro días tuvo unos resultados iniciales muy positivos. Entre las consecuencias de este cambio, el empresario destaca una mayor satisfacción entre los trabajadores, una mejora de la productividad y una tasa de rotación de personal de prácticamente cero.

Aun así, la empresa se atrevió con un modelo todavía más flexible, en el que cada trabajador decide cuándo desarrollar sus 32 horas de jornada entre los siete días de la semana. Desde entonces, los empleados pueden distribuir libremente su tiempo sin horarios ni días, siempre que cumplan los objetivos establecidos. El único compromiso colectivo son tres horas semanales dedicadas a reuniones de equipo y formación interna, con el fin de mantener la comunicación y cohesión entre los miembros de la plantilla.

Mejora de la productividad y la conciliación

“Creo que supervisamos en exceso a nuestros equipos. Suponemos, erróneamente, que cierto tipo de horario es el mejor camino hacia la productividad, pero cada persona es diferente”, explica Nelmes. Para el CEO de Lumen, la clave de este nuevo modelo es la confianza. Lejos de imponer normas rígidas, la empresa apuesta por que sean los propios empleados quienes gestionen su trabajo de manera autónoma.

El modelo se basa en tres pilares fundamentales: autodisciplina, sentido de la organización y autonomía. No todos los trabajadores se han adaptado a esta libertad horaria. Algunos, según reconocen desde la compañía, han preferido buscar otros entornos con normas más estructuradas. En cambio, para muchos otros ha supuesto encontrar un equilibrio más saludable entre lo personal y lo profesional.

Trabajadores en una oficina (Freepik)
Trabajadores en una oficina (Freepik)

Pese a la posibilidad de organizarse como quieran, la mayoría de los empleados mantiene rutinas similares a las tradicionales, con ajustes puntuales para compatibilizar la jornada con citas médicas, obligaciones familiares o actividades deportivas. Una trabajadora, citada por Nelmes, opta por trabajar los domingos porque encuentra mayor tranquilidad y concentración.

Los riesgos de la gestión libre del tiempo

Sin embargo, este modelo no es aplicable a todos los sectores. Funciona en profesiones del sector terciario compatibles con el teletrabajo y con sistemas de evaluación por objetivos, como agencias de marketing, consultoras o empresas tecnológicas. En cambio, en sectores que requieren una presencia física continua, como la hostelería, la industria o la construcción, sigue siendo difícil de implementar.

Además, una falta de responsabilidad por parte de la empresa al implementar esta medida puede suponer presiones a los trabajadores para estar conectados y disponibles a todas horas de la semana, logrando el efecto contrario al buscado con la flexibilización de la jornada.