
Nuestra casa puede convertirse en un foco de gérmenes, bacterias y ácaros, incluso si intentamos limpiarla a conciencia. Todo esto puede provocar problemas de salud, como el asma si no se ventilan correctamente las habitaciones, dermatitis en caso de que los tejidos no estén limpios del todo o alergias por la acumulación de polvo en varias superficies
Existen objetos en nuestras casas a los que no se suele prestar demasiada atención y que, por ello, se convierten en los principales focos de suciedad: los pomos de las puertas, el ratón del ordenador, el portacepillos de dientes, los interruptores de la luz, el felpudo de la entrada de la casa, donde se transfieren las bacterias que llevamos en las suelas de los zapatos...
También las alfombras de baño, que utilizamos para que el suelo no se moje demasiado, para evitar resbalones con los pies húmedos o para mayor comodidad al salir de la ducha descalzos. Pese a todas sus funciones, no limpiarla correctamente o cambiarla con frecuencia puede provocar que, al final, sea convierta más en un problema que en una solución.
Un foco silencioso de bacterias
Lo que parece un accesorio inofensivo de nuestro cuarto de baño puede convertirse en un auténtico caldo de cultivo para bacterias y hongos, pues las alfombrillas de baño son en realidad uno de los elementos más contaminados del hogar si no se limpian con regularidad.
El ambiente húmedo y cálido del baño, junto con la frecuente exposición al agua y la piel mojada, favorece la proliferación de microorganismos. Según diversos estudios microbiológicos, las alfombrillas pueden albergar bacterias como Escherichia coli, Staphylococcus aureus o incluso hongos como Candida albicans.
Estos patógenos pueden provocar desde infecciones cutáneas hasta problemas respiratorios: por ejemplo, el pie de atleta (Tinea pedis), que provoca enrojecimiento, picor, descamación y grietas dolorosas en la piel; así como la rinitis alérgica, ocasionada por el moho y el polvo acumulado en la alfombrilla.
El problema se agrava cuando se utilizan alfombrillas de materiales absorbentes, como las de tela o felpa, que retienen más humedad que las de goma o microfibra. Si, además, no se secan correctamente ni se lavan con frecuencia, se convierten en un riesgo real para la salud.

Por ello, los expertos recomiendan lavarlas al menos una vez por semana a alta temperatura (mínimo 60 °C) y secarlas completamente antes de volver a usarlas. También aconsejan ventilación constante en el baño y, si es posible, optar por alfombrillas de secado rápido o de materiales antibacterianos. Además, se pueden buscar alternativas más higiénicas como complemento para nuestro baño y que, además, cumplen la misma función.
Esterillas de bambú
Las esterillas de bambú son soluciones prácticas, funcionales fáciles de limpiar, incluso a diario. No tienen fibras que recojan la suciedad sino una superficie rígida y lisa que quedará como nueva simplemente pasando un paño húmedo sobre ellas.
Además, son bastante resistentes y el color no se desvanecerá con el lavado a máquina; por ello, es un complemento que durará bastante tiempo, sin necesidad de cambiarlo con frecuencia.
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