
El huevo es un producto básico para mantener una alimentación equilibrada, puesto que es nutritivo, saciante y saludable. No solo eso, sino que es ideal para las dietas blandas por su facilidad para digerirse y tiene una gran versatilidad, puesto que se pueden consumir solos, en ensaladas o como parte de otras recetas.
Comer huevos cocidos, además, puede tener múltiples beneficios para la salud, ya que son una fuente rica en proteínas de alta calidad, idóneas para el mantenimiento y el crecimiento muscular; vitaminas, como la A, la D, la B12, la B2 y la B5, y minerales, por ejemplo, hierro, zinc, fósforo y selenio, importantes para el sistema inmunitario y la salud ósea. Además, tiene un aporte calórico reducido.
Sus beneficios saludables y su versatilidad son algunos de los aspectos que convierten el huevo en un alimento imprescindible y su consumo regular no suele desentrañar ningún peligro: según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una cantidad de seis o siete huevos semanales es segura y no se ha demostrado que incremente el riesgo de desarrollar problemas cardíacos en individuos que no tengan afecciones preexistentes. Sin embargo, en aquellas que tengan colesterol alto o enfermedades cardiovasculares se recomienda un consumo más moderado, limitado a tres o cuatro por semana.

Pelar un huevo de forma sencilla
Aunque la mayoría de personas consumen frecuentemente este alimento, ya sea por la amplia gama de variedades de preparación o por los beneficios que pueden provocar en nuestra salud, a veces su preparación es complicada. Sobre todo ocurre cuando decidimos presentarlos cocidos: la cáscara puede quedarse adherida y partirse en pequeños trozos, lo que dificulta en exceso su retirada. Sin embargo, si seguimos unos sencillos trucos podemos conseguir una cocción perfecta y quitar la cáscara más fácilmente.
En primer lugar, es importante el tiempo que dejamos los huevos cocinándose: los colocamos en una cacerola cubiertos con agua que calentaremos hasta llevarla a su punto de ebullición. Es en el momento en el que el agua comienza a hervir cuando empezamos a contar los 10 minutos necesarios para obtener el huevo cocido perfecto. Esto nos permitirá cocinarlo correctamente, pero ¿cómo podemos conseguir que la cáscara se desmonte fácilmente? La respuesta la tenemos en casa.
Añadiendo una rodaja de limón al agua mientras los huevos se cuecen, el cítrico (tanto en su zumo como en su composición) interactuará con la cáscara y provocará, además de que el huevo se prepare antes, que sea más sencillo pelarlo porque la cáscara no se romperá en pequeños trozos. Esto sucede porque el limón acidifica el agua, lo que provoca que la membrana entre la cáscara y el huevo se debilite.
Este no es el único truco que podemos utilizar con este propósito: el vinagre o el bicarbonato, añadidos en el agua, pueden alterar la estructura de la cáscara; si metemos los huevos en agua fría con hielo justo después de cocerlos también será más sencillo, o si hervimos los huevos que no están tan frescos, pues su membrana suele estar menos adherida y será más fácil pelarlos.
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