Adiós a la poeta y docente santafesina Estela Figueroa

Un día antes de cumplir 76, murió la autora de libros como “Máscaras sueltas”, “El libro rojo de Tito” y “Un libro sobre Bioy Casares”. Fue en la misma provincia en la que nació en 1946

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Estela Figueroa (Foto: @UNLitoral)
Estela Figueroa (Foto: @UNLitoral)

Autora de una obra potente, aguda y desafiante, que incluye trabajos como Máscaras sueltas, El libro rojo de Tito, A capella, Un libro sobre Bioy Casares y La forastera, la poeta y docente Estela Figueroa falleció hoy a los 75 años en la ciudad de Santa Fe, donde había nacido en 1946.

Un día antes de que la poeta cumpliera 76 años (Figueroa había nacido un 12 de agosto), la editorial responsable de publicar su obra, Bajo la luna, confirmó su muerte en Facebook: “Con una tristeza enorme, despedimos a la querida poeta Estela Figueroa. Abrazo fuerte a sus hijas”, se lee en el muro del emblemático sello de poesía, y rápidamente sus palabras comenzaron a circular en redes sociales, donde se destacó su capacidad para desafiar lo dicho y reinventar los pliegues del decir sobre el cuerpo, la amistad y la familia.

Recientemente, la editorial Bajo la luna publicó su obra reunida, escrita entre 1985 y 2016, bajo el título El hada que no invitaron. Este libro incluye: Máscaras sueltas (1985), A capella (1991) y La forastera (2007), junto con Profesión: sus labores, que permanecía inédito hasta esta edición.

Una de las librerías que difundía la obra de Figueroa es Salvaje Federal, el proyecto de Selva Almada que tiene como objetivo contribuir a la circulación de literatura escrita y editada en las provincias y acercarla a lectores y lectoras de todo el país.

Almada recordó lo estimulante que fue la escritora a la hora de montar esa librería virtual: “Estela Figueroa fue una inspiración a la hora de fundar Salvaje Federal, una poeta que nos reunió muchas veces en torno a la lectura de sus poemas. Yo la admiro y quiero muchísimo. Estos últimos años hablamos algunas veces por teléfono, pocas, pero fueron conversaciones cálidas y hermosas”, recordó.

Uno de los últimos libros de Estela Figueroa, su obra reunida
Uno de los últimos libros de Estela Figueroa, su obra reunida

“Era muy cariñosa conmigo aunque nunca nos vimos personalmente. Me acuerdo que la primera vez que la llamé le dije que solía ir a Santa Fe, que alguna vez podía visitarla. Y ella me respondió: yo prefiero el teléfono. Cada vez que me acuerdo, incluso ahora que estoy tan apenada, me da risa. Era una respuesta muy Estela. La última vez que hablamos, hará poco menos de un mes, me contó que estaba escribiendo sobre Arlt y me leyó algunos fragmentos”, rememoró la autora de El viento que arrasa.

Más allá de la “tristeza enorme” por su muerte, Almada rescató que “nos queda el consuelo de una obra poderosa y la alegría inmensa de haber sido contemporáneos suyos. A veces pensaba eso: en este mundo en que vivo, también respira Estela… y me emocionaba ese pensamiento”.

Por otra parte, la escritora y docente Gloria Peirano definió la obra de Figueroa como “singularísima” y destacó su concepción de la poesía “como misterio y silencio”.

“En una entrevista que le hicieron Patricio Foglia y Natalia Leiderman para Malón Malón, con motivo de la publicación de su obra reunida por Bajo la Luna en 2016, señalan lo que aparecía en una de las solapas de sus libros publicados en ediciones previas: ‘Estela Figueroa nació bajo el signo del León y del Perro en 1946 en la ciudad de Santa Fe, donde aún sobrevive’. El hada que no invitaron nos dejó hoy”, dijo Peirano.

“La sobrevivirá su poesía extraordinaria (un poema suyo, “La enamorada del muro”, es indispensable para mí en todos los sentidos) y el recuerdo de sus lectores”, agregó la autora de La ruta de los hospitales.

Estela Figueroa
Estela Figueroa

Figueroa también había coordinado talleres literarios en el pabellón de menores de la cárcel de la localidad santafesina de Las Flores, experiencia que transformó en la revista Sin alas y que fue responsable de la revista La ventana, una publicación de la Dirección De Cultura de la Universidad Nacional del Litoral.

En uno de sus poemas, “No es para hablar de mí que escribo”, aseguraba: “No es para hablar de la glicina / que la comparo con una lluvia / y adjetivo esa lluvia / Es para detener este momento nocturno: / la casa en calma / y los pensamientos que ennoblecidos velan / por un ordenamiento / que lo abarque todo”.

Y en “Mi cuerpo”, decía: “Hay momentos en que mi cuerpo me parece/ como una casa abandonada./ Y no sé si soy yo/ o es mi fantasma/ que ha entrado en él/ por error”.

Fuente: Télam S. E.

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