Canadá implementará máquinas expendedoras de opiáceos recetados para adictos

Por Amanda Coletta (Especial para The Washington Post)

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(Flickr)
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Entre sus muchas diferencias, Canadá y Estados Unidos comparten una crisis común: la sobredosis de opiáceos.

Las drogas se han convertido en la principal causa de muerte accidental en Estados Unidos, matando a más personas que la epidemia del SIDA en su apogeo. Más de 42,000 estadounidenses murieron por causas relacionadas con los opiáceos en 2016, y la crisis no muestra signos de retroceso.

Canadá también sufre las consecuencias de esta epidemia, pero los funcionarios de salud pública de la provincia de la Columbia Británica esperan evitar un aumento repentino implementando una novedosa medida: una máquina expendedora que distribuye opiáceos recetados a los adictos.

El Centro para el Control de Enfermedades de BC (BCCDC por sus siglas en inglés) anunció hace unos meses que planea instalar tres máquinas expendedoras esta primavera que dispensarán pastillas de hidromofona, un potente opiáceo recetado, a las personas con un alto riesgo de sufrir una sobredosis. Un estudio de 2016 descubrió que el analgésico es una terapia de reemplazo de opiáceos efectiva, por lo que los expertos apuntan a que también podría reducir las dependencias de drogas contaminadas que se mezclan con otras sustancias letales como el fentanilo.

Una subvención de USD 1 millón de Health Canadá ayudará a financiar el proyecto. Los funcionarios avanzan que este plan podría ampliarse durante este verano, justo después de su puesta en marcha en primavera.

"Esta es una situación de crisis de emergencia", advierte Mark Tyndall, director médico ejecutivo del BCCDC y auspiciador del proyecto. "No nos podemos permitir el lujo de probar estas cosas en unas pocas personas y luego implementarlo el próximo año", agrega al respecto.

Al menos 1,460 personas murieron a causa de una sobredosis de opiáceos en Canadá en la primera mitad de 2017, una cifra que podría aumentar hasta llegar a los 4,000 una vez se den a conocer los datos del resto del año. Autoridades de la Columbia Británica declararon la emergencia de salud pública en 2016. Y más de 1,208 personas murieron por sobredosis de opiáceos de enero a octubre de 2017, según la BC Coroners Service.

El fentanilo, un opiáceo sintético que es hasta 100 veces más poderoso que la morfina, se detectó en el 83 por ciento de las muertes por sobredosis en esta región canadiense. Se usa cada vez más para reducir las drogas callejeras, como la cocaína y la heroína, aumentando drásticamente su potencia, con consecuencias, a menudo, mortales.

Las tasas de mortalidad por sobredosis de drogas en la Columbia Británica son casi tan altas como las de los estados más afectados por la epidemia de opiáceos en los Estados Unidos. En esta parte de Canadá, la tasa de muerte por sobredosis de drogas fue de 30.2 muertes por cada 100,000 personas de enero a octubre de 2017. En Delaware y Rhode Island, fue de 30.8 por 100,000 personas en 2016, de acuerdo a informaciones publicadas los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés).

La gravedad de la crisis en la Columbia Británica ha llevado a la búsqueda de formas de reducir el daño causado por las drogas. La provincia alberga ocho centros de inyección supervisados, donde los adictos ingieren drogas ilegales bajo la supervisión de enfermeras que pueden intervenir en caso de sobredosis. Desde 2011, la Clínica Crosstown de Vancouver ha ofrecido inyecciones de heroína de grado farmacéutico para aquellos adictos a los que otras terapias han sido ineficaces. Además, recientemente, comenzó a administrar hidromorfona inyectable para los adictos a los opiáceos. Pero aunque estos programas han sido efectivos, los funcionarios dicen que sus modelos son costosos, difíciles de escalar y limitados en su accesibilidad, particularmente para aquellos que viven en comunidades remotas.

El proyecto de la máquina expendedora podría resolver esos problemas. Bajo el proyecto piloto, los consumidores de drogas podrían obtener de dos a tres píldoras de hidromorfona tres veces al día. Cada tableta cuesta aproximadamente unos USD 2.50 al día, mucho menos que los USD 20,150 por persona al año que cuestan los programas en la Clínica Crosstown. Las máquinas son relativamente económicas, lo que facilitaría la expansión de este plan rápidamente.

Las máquinas expendedoras se han utilizado durante mucho tiempo como una herramienta de reducción de daños. Las máquinas dispensadoras de jeringas han existido durante décadas en Puerto Rico, Europa y Australia para reducir la propagación del VIH y la hepatitis a través del uso de drogas inyectables. El Condado de Clark (Nevada) y Ottawa (Ontario) comenzaron sendas iniciativas de máquinas expendedoras de jeringas el año pasado.

El proyecto de la máquina expendedora, sin embargo, no ha quedado exento de críticas. Un carta publicada en un periódico de Victoria (Columbia Británica) temía que la hidromorfona "se dispensara como un caramelo".

El sargento de policía de Vancouver Jason Robillard dijo que si bien hay una necesidad de proyectos como este que pretenden mitigar el daño causado por las drogas ilegales, le preocupa "la seguridad de las personas que usan las máquinas y mantener las píldoras en un lugar seguro".

Tyndall dijo que esas preocupaciones son infundadas. Una empresa con experiencia en el diseño de máquinas expendedoras de cannabis, que también requiere seguridad adicional, ha creado prototipos de máquinas expendedoras de opiáceos. Las unidades se controlarán en tiempo real mediante monitores y se accederá a ellos utilizando datos biométricos. La pequeña cantidad de píldoras dispensadas y la gravedad de la adicción de los usuarios hacen que sea poco probable que los adictos vendan sus píldoras. Y si lo hicieran, las píldoras serían más seguras que las drogas tóxicas de la calle.

"Estoy tratando de sacar a la gente esa la imagen de que estas máquinas expendedoras es algo a lo que todo el mundo pueden acceder. Estos son cajeros automáticos blindados", apunta.

Los portavoces de los proyectos de las máquinas dispensadoras de jeringas en el condado de Clark y Ottawa no han informado, hasta el momento, de casos de robo o vandalismo. Es más, el condado de Clark ya está ampliando su programa con dos máquinas nuevas este año.

Otros han expresado su preocupación sobre la decisión de aumentar el acceso de drogas limpias para los adictos con el objetivo de contrarrestar el suministro de drogas callejeras contaminadas y consideran que fue una equivocación. Marilyn Gladu, una legisladora del partido conservador, señaló que los esfuerzos para enfrentar la crisis deberían centrarse en prevenir la adicción y lograr que los adictos se rehabiliten.

"No creemos que sea una buena idea pagarles a los drogadictos para seguir tomando drogas. No es una eliminación del problema", dice.

El objetivo, según Tyndall, es reducir el número de muertes por sobredosis. "No se puede rehabilitar a alguien cuando está muerto", agrega al respecto.