Los bebés y los niños bailarines nos enseñan muchas cosas

Nos encantan los bebés bailarines. Su entusiasmo desinhibido los convierte en una atracción eterna en las redes sociales, en las personas más populares en la pista de baile de una boda (¡no los vayan a pisar!) y en las estrellas de las fiestas de baile de día para toda la familia que han proliferado en los últimos años.

Pero algunos artistas están llevando ese amor un paso más allá: hacen que los niños pequeños formen parte del proceso coreográfico o crean música diseñada para que se muevan. Se plantean por qué estos pequeños bailarines nos producen tanta alegría y qué lecciones pueden aportar a los adultos.

Un ejemplo es Amanda Pintore, profesora adjunta de la Universidad Estatal de Arizona. Este año, ella y Olivia Herneddo, artista e investigadora, organizaron una fiesta de baile infantil que sirvió también como lluvia de ideas coreográficas.

Un puñado de niños pequeños y sus cuidadores entraron en un estudio de baile de Mesa, Arizona, mientras un músico tocaba tonos tranquilizadores, como de campanillas, en un sintetizador, algo que evocaba "El vecindario del señor Rogers". Pintore y Herneddo se sentaron en el suelo en medio del estudio mientras se balanceaban con suavidad.

Un niño pequeño con una camiseta amarilla empezó a saltar a su alrededor. El músico aceleró los sonidos del sintetizador para seguir el ritmo del niño. Herneddo se levantó y empezó a saltar también. Poco después, una niña con cabello muy rubio saltaba con ellos, y añadía de vez en cuando alguna pirueta y algún grito de alegría para rematar.

Este "laboratorio de juegos" ayudó a dar forma al reciente espectáculo de Pintore, "Red". Presentado en noviembre para un público multigeneracional en el Mesa Arts Center y en el Museo de los Niños de Phoenix, "Red" fue creado para y, en parte, por niños de 1 a 3 años. El espectáculo final incorporó movimientos e ideas recogidos durante múltiples sesiones de laboratorio lúdico, y se dejó espacio para que los jóvenes miembros del público añadieran sus propios toques.

Pintore, que estudia la enseñanza del baile para recién nacidos y niños de hasta 6 años, ve una riqueza extraordinaria en el acercamiento al baile del tipo "todo se vale" e impulsado por la curiosidad que demuestran los niños pequeños.

"Es una especie de posibilidad hermosa e ilimitada", afirmó.

Según Bonnie Bainbridge Cohen, artista del movimiento y terapeuta, acercarse al baile como lo hacen los bebés y los niños pequeños es volver a nuestras raíces.

"Nos devuelve a nuestros propios cuerpos inteligentes, a nuestra comprensión básica de lo que es estar vivo", señaló. "Los bebés no interpretan el movimiento; lo descubren".

El baile y el teatro para niños muy pequeños es un campo académico relativamente nuevo, afirmó Pintore. Pero abundan las clases de danza recreativa para niños pequeños, y el movimiento creativo tiene claros beneficios también para los bebés. Bainbridge Cohen, creadora de una práctica somática llamada "Método de conciencia cuerpo-mente", lleva décadas trabajando con bebés, y utiliza la terapia del movimiento para profundizar en sus percepciones del mundo y sus relaciones con los demás.

"Tanto el cerebro como el cuerpo se desarrollan a través del movimiento", aseguró Bainbridge Cohen. Bailar puede ayudar a los niños pequeños a averiguar cómo se ve, se siente y suena el mundo, y a empezar a identificar las conexiones entre esas sensaciones.

Fuera de los entornos terapéuticos o de investigación, cuando los bebés bailan, casi siempre responden a la música. Lenny Pearce, un DJ australiano que empezó como bailarín de "breakdance" en un grupo que ganó el concurso "Australia's Got Talent", empezó a hacer mezclas tecno de clásicos infantiles como "The Wheels on the Bus" hace unos tres años, después de que naciera su hija.

Estaba harto de la música infantil más tradicional y folclórica. "Siempre me he concentrado en la música que puede hacerte bailar", dijo, "¿y quién quiere bailar eso?".

Las canciones tipo club de baile de Pearce se hicieron populares en internet, impulsadas por el hecho de que su hermano gemelo es miembro del popular grupo de música infantil The Wiggles. Tiene sentido que a los jóvenes bailarines les encante el tecno: Nuestra banda sonora más temprana, en el útero, son los golpes graves que se asemejan al sonido de un bajo en el corazón de nuestra madre y el ritmo de su sangre que circula.

Desde hace un año, Pearce organiza fiestas de "reventón para bebés" y "tecno para pequeñitos" por todo el mundo, en las que los niños y sus padres bailan sus versiones de "Bingo" y "Head, Shoulders, Knees & Toes". Sus jóvenes juerguistas alcanzan habitualmente el tipo de abandono total con el que sueñan los DJ de discotecas para adultos. En la pista de baile, nadie es más punk que un niño pequeño.

"No les importa su aspecto ni si bailan bien o mal", afirmó Pearce. "Solo están ahí para divertirse, y siempre están viviendo el presente".

Los bebés también tienen cosas que enseñar a los bailarines profesionales, como descubrió la coreógrafa Alexandra Beller. Al igual que Pearce, empezó a pensar en bailarines muy jóvenes tras el nacimiento de sus hijos. Hace unos 10 años, quedó fascinada por el baile despreocupado e idiosincrásico de su hijo Ivo, que entonces tenía 14 meses.

"Nunca había ido a ninguna clase de baile, pero se le veía pensar en el movimiento, y se le veía cronometrar la causa y el efecto de la sensación y la cinética y su cuerpo", comentó.

Beller llevó a Ivo y a su hijo mayor, Lucas, al estudio con su compañía de danza. Filmó a los adultos que intentaban seguir los movimientos de los niños y subió algunos de los videos en internet. Un video especialmente encantador de Ivo se hizo megaviral. (Todavía aparece de vez en cuando en las redes sociales).

Sin embargo, Beller descubrió que sus bailarines profesionales tenían problemas para recrear los pasos que a Ivo le salían tan naturalmente. Examinó un fragmento del baile de Ivo utilizando el Análisis del Movimiento Laban, una forma de notación que describe la intención y la calidad del movimiento. Luego examinó la repetición de la misma frase por parte de los adultos. La diferencia era asombrosa.

"Enseñé a la compañía a través de una lente de acción y espacio, que es como una forma de pensar muy adulta: ¿Qué haces, adónde vas, cómo lo haces?", explicó. Su análisis de Ivo, sin embargo, mostró movimientos que entraban principalmente en la categoría de "forma" del sistema de notación, que se refiere a la relación del cuerpo consigo mismo y con el entorno que le rodea.

"Él se concentraba en por qué me muevo, por qué cambio de esta forma a otra, desde una perspectiva interior", afirmó Beller. "Nosotros habíamos perdido el porqué".

Los bailarines profesionales a menudo pierden el "por qué", señaló Beller. La formación en danza puede hacer demasiado hincapié en el aspecto exterior de un artista. Hoy en día, muchos bailarines expertos están dispuestos a explorar el movimiento que emana del interior. En este contexto, los jóvenes bailarines son excelentes modelos a seguir. Como el bebé Ivo, siempre siguen sus impulsos interiores.

"Sea cual sea el espacio en el que nos encontremos antes de la consciencia o del nacimiento, los bebés están muy cerca de ese espacio, como nadie lo estará jamás, y cuando se mueven, creo que lo vemos con más claridad", aseguró Beller. "Quizá verlos bailar nos ayude a aprender algo sobre lo que hay antes, lo que está en medio o lo desconocido, eso que llamamos alma".

Maria Sabangan escucha con su hija Avianna, de 5 años, mientras Lenny Pearce sube al escenario de la 'baby rave' en San Francisco, el 22 de noviembre de 2025. (Jason Henry/The New York Times)

Un niño participa en la representación de Red: An Immersive Dance & Storytelling Performance for Toddlers en el Children's Museum de Phoenix, Phoenix, 21 de noviembre de 2025. (Cassidy Araiza/The New York Times)