El rol de los asintomáticos en la pandemia, la amenaza silenciosa frente al COVID-19

En el marco del XVII Simposio Científico Fundación Huésped, el médico infectólogo Gustavo Lopardo expuso sobre el desafío para la ciencia mundial de comprender cómo funciona esta transmisión, a la que llamó “el tendón de Aquiles para controlar el coronavirus”

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"La transmisión asintomática es la que ocurre en personas que nunca en el curso de su infección tienen síntomas" (Shutterstock)
"La transmisión asintomática es la que ocurre en personas que nunca en el curso de su infección tienen síntomas" (Shutterstock)

Desde el inicio de la pandemia, mucho se ha hablado del papel de las personas sin síntomas en la transmisión del nuevo coronavirus. Y sobre ese desafío intentó arrojar luz el médico infectólogo Gustavo Lopardo en la tercera jornada del XVII Simposio Científico Fundación Huésped, que contó en la tarde de ayer martes con la presencia de Anthony Fauci en la sesión inaugural.

El especialista del Hospital Municipal Bernardo Houssay hizo referencia a un artículo científico que hablaba de la transmisión asintomática, como “el tendón de Aquiles para controlar el COVID-19”.

Para empezar, Lopardo destacó algunas consideraciones de este nuevo coronavirus respecto a sus predecesores. “El SARS-CoV tenía algunas cosas en común con este SARS-CoV-2, pero existe una clara diferencia: el comienzo de la excreción viral ocurría una vez comenzado los síntomas, y esa diferencia la hace una enfermedad más controlable -precisó-. Otro aspecto crucial es que este coronavirus 2 tiene más replicación en el tracto superior y eso lo hace más transmisible”.

“Este SARS-CoV-2 comienza a excretarse antes de que empiecen los síntomas; en las secreciones de los primeros días se hace la mayor excreción de virus”, apuntó previo a la mesa redonda que compartió con colegas de Colombia y España.

Y tras diferenciar entre “sujetos pre sintomáticos de aquellos otros que nunca tendrán síntomas”, Lopardo explicó que “la transmisión asintomática es la que ocurre en personas que nunca en el curso de su infección tienen síntomas”. Y si bien aclaró que “los datos disponibles hasta el momento son de estudios observacionales”, hizo hincapié en el hecho de que “hay modelos matemáticos que empiezan a sugerir que el rol de los asintomáticos es más grave”.

"Ahora, la frecuencia de asintomáticos varía según las estimaciones de 1,1% a 88%; cuando hay cifras de esta diversidad quiere decir que aún se está aprendiendo del tema" (Efe)
"Ahora, la frecuencia de asintomáticos varía según las estimaciones de 1,1% a 88%; cuando hay cifras de esta diversidad quiere decir que aún se está aprendiendo del tema" (Efe)

En el caso del SARS en 2003 se supo que hasta el 13% de los infectados podía cursar sin síntomas, en tanto con el MERS eran 12% “y sabían que las glándulas salivales podían comportarse como reservorio”.

“Ahora, la frecuencia de asintomáticos varía según las estimaciones de 1,1% a 88%”, apuntó el experto, para quien “cuando hay cifras de esta diversidad quiere decir que aún se está aprendiendo del tema”.

“Para hablar de transmisión en asintomáticos hay que entender el universo -continuó Lopardo-. Y saber cómo se manifiestan los valores de carga viral”.

En su alocución, el experto hizo referencia a estudios que diferenciaron entre personas con síntomas típicos versus aquellos que no tenían síntomas “y no había mayores diferencias en carga viral”. “Estamos aprendiendo porque algunos estudios sugieren que los asintomáticos tienen menos carga viral e hipotéticamente a más carga, más riesgo de transmisión”, agregó.

Con la la edad disminuye la posibilidad de ser asintomático (Efe)
Con la la edad disminuye la posibilidad de ser asintomático (Efe)

Entre algunas de las consideraciones generales que se saben del tema, remarcó el hecho de que “algunos estudios mostraron que es elevada la tasa de asintomáticos”, así como la cualidad de que “con la la edad disminuye la posibilidad de ser asintomático; esto es, en los niños es más frecuente que en los adultos mayores, que con mayor frecuencia son sintomáticos”.

“El español Tomas Cuello produce modelos epidemiológicos, en los que concluyó que el 45% de las personas se infectan de los presintomáticos, lo que nos lleva a pensar que la persona con síntomas está más alerta y seguirá mejor las reglas de prevención”, consideró Lopardo, para luego hacer referencia a un estudio de seroprevalencia que se realizó en el Barrio Padre Mujica de Buenos Aires, en el que el 53% de la población había sufrido la infección, “y aunque el estudio no detalla si todos estaban asintomáticos hay evidencia de que muchos de ellos cursaron la enfermedad sin presentar síntomas”.

“Es difícil pensar que los asintomáticos no tienen un rol clave en la transmisión”, insistió el experto, antes de dar lugar a una serie de conclusiones: “La transmisión en asintomáticos y pre sintomáticos está claramente documentada; por cuánto tiempo y en qué niveles hay replicación del ARN viral no está comprobado, pero sí se sabe que al carecer de síntomas podrían ser fuertes transmisores en la comunidad. De allí la relevancia de cumplir con las medidas de aislamiento”.

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