
El 10 de diciembre de 2025, la República Popular China (RPC) publicó su nuevo Libro Blanco sobre sus relaciones con América Latina y el Caribe. La última versión, que sigue a los libros blancos sobre China y América Latina de 2008 y 2016, mantuvo el intervalo establecido de 8-9 años entre actualizaciones. Se trata de un documento que, aunque de tono diplomático, rebosa confianza en sí mismo y detalla el compromiso de China de continuar ampliando y profundizando su relación con América Latina y el Caribe en todos los frentes. Destaca la expansión de las actividades de la RPC en la región, no solo en materia de comercio e inversión, sino también en ciencia, tecnología e intercambios entre pueblos, compromiso político a nivel nacional, subnacional y multilateral, y una creciente participación en sectores estratégicos como el militar, policial, espacial, las tecnologías digitales y la inteligencia artificial.
Irónicamente, el documento se publicó pocos días después de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, que se centraba en gran medida en contrarrestar la influencia y la intromisión de China en la seguridad y otros sectores estratégicos del hemisferio occidental. No obstante, el libro blanco de China no hacía ninguna referencia directa a Estados Unidos como parte del hemisferio, ni al aumento de la resistencia estadounidense a los avances de China. Solo incluía referencias indirectas, como un comentario en la introducción sobre el “acoso unilateral” en la región, la “gloriosa tradición de independencia” de América Latina y la voluntad de China de coordinarse con “terceros” en sus relaciones.
Como era de esperar, el documento es más amplio y detallado que el Libro Blanco de 2016, con una gama más amplia de ámbitos de cooperación, foros y otros vehículos, y cuestiones técnicas, desde los acuerdos de libre comercio hasta la protección de las inversiones y la doble imposición, pasando por la inspección aduanera y la cuarentena, lo que refleja el crecimiento y la maduración de la relación en los nueve años transcurridos desde que se redactó el último Libro Blanco.
En sus áreas clave, el documento sigue el formato adoptado en el plan de cooperación China-CELAC 2025-2027, organizándose en torno a cinco “programas” de cooperación: “Solidaridad”, “Desarrollo”, “Civilización”, “Paz” y “Conectividad entre los pueblos”. Paralelamente, reafirma el papel de América Latina en cada una de sus cinco “iniciativas” que organizan su compromiso global: la Iniciativa de Gobernanza Global (GGI), la Iniciativa de Desarrollo Global (GDI), la Iniciativa de Civilización Global (GCI), la Iniciativa de Seguridad Global (GSI) y “Cooperación la Franja y la Ruta” (esta última es una sutil rebaja con respecto al uso que se da en otros lugares del término “Iniciativa la Franja y la Ruta”).
Cabe destacar que China inicia su debate sobre la participación con América Latina con cuestiones de gobernanza, y no con el comercio. En el marco de su Iniciativa de Gobernanza Global, la República Popular China proclama su intención de colaborar con América Latina para “reformar” las instituciones financieras multilaterales. Entre las que menciona se encuentran el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, el G20 y la APEC, y los BRICS, donde ha liderado la creación del Nuevo Banco de Desarrollo.
Buscando aprovechar el descontento con los nuevos aranceles estadounidenses y otras políticas hacia la región, la República Popular China se posiciona como defensora de un “entorno internacional abierto y cooperativo” que se opone al “acoso” y la “desconexión”, presumiblemente por parte de Estados Unidos.
En su análisis de la participación multilateral no financiera, el documento se centra casi exclusivamente en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), incluidos los diversos subforos China-CELAC creados en ese marco. Ni siquiera menciona las instituciones del Sistema Interamericano en las que está presente Estados Unidos, incluida la Organización de Estados Americanos (OEA), en la que la República Popular China es observador activo desde mayo de 2004.
En el ámbito comercial, más allá de las previsibles referencias a las relaciones comerciales mutuamente beneficiosas y a la miríada de foros y entidades que las promueven, el documento destaca el interés de China en promover las transacciones en monedas locales, en lugar del dólar, con “swaps” y otros mecanismos para facilitarlo. El documento también menciona una serie de mecanismos de financiación, incluidos los “bonos panda” para financiar proyectos de la República Popular China en América Latina.
El nuevo libro blanco de China menciona específicamente el petróleo y el gas (no solo la energía verde), así como los proyectos de infraestructura (incluida la infraestructura eléctrica y de telecomunicaciones), la industria manufacturera en América Latina y la agricultura como áreas en las que la República Popular China seguirá centrándose, y nombra múltiples subforos China-CELAC que facilitarán ese compromiso.
También en la sección “Desarrollo” del documento, China destaca su intención de profundizar la cooperación con la región en diversas áreas estratégicas que probablemente atraigan la atención de Washington. Entre ellas se incluyen la transferencia de tecnología y los “intercambios” de científicos, así como la inteligencia artificial y la cooperación espacial. El documento manifiesta la intención de promover la dependencia de la región del sistema satelital chino BeiDou (competidor del Sistema de Posicionamiento Global occidental), lo que plantea problemas de vulnerabilidad de los datos, entre otros. El documento también se compromete a involucrar a personal latinoamericano en los programas espaciales tripulados de la República Popular China. Sin embargo, cabe destacar que no menciona el controvertido acceso de la República Popular China a las instalaciones de observación y seguimiento espacial del hemisferio, como su radar espacial profundo en Neuquén, el radiotelescopio chino-argentino o el observatorio de Ventarrones en Chile.
La sección dedicada al desarrollo analiza el papel de la República Popular China en la “gobernanza pesquera regional”, lo que posiblemente refleje la atención negativa que suscitan las actividades pesqueras ilegales de la flota china de aguas profundas. También menciona la intención de la República Popular China de comprometerse con las cuestiones medioambientales, otro ámbito en el que el historial de las empresas con sede en la República Popular China en la región es problemático.

En contraste con el alejamiento de Estados Unidos del “cambio climático”, el Libro Blanco chino habla extensamente del compromiso de la República Popular China con América Latina en cuestiones climáticas. Se trata de un ámbito en el que las empresas con sede en la República Popular China están logrando avances significativos con los vehículos eléctricos (VE) y la generación de energía renovable, mientras que Estados Unidos ha cedido, posiblemente, su espacio en los foros internacionales. El documento señala además la intención de la República Popular China de comprometerse con la respuesta a los desastres y las vulnerabilidades de los “pequeños Estados insulares”, como los del Caribe, un espacio marítimo estratégico para Estados Unidos en el que China tiene una presencia comercial, política y de seguridad cada vez mayor.
En el marco de la “Iniciativa de Civilización Global” de China, el documento analiza una serie de compromisos entre pueblos que abren las puertas al cultivo de relaciones e influencia de la República Popular China con las élites de la región en nombre del intercambio cultural y deportivo, aunque no se dan cifras concretas de visitas a la República Popular China patrocinadas por el Gobierno chino ni de becas. La sección también incluye el compromiso de la República Popular China de aumentar el número de periodistas y académicos que acoge en su territorio, así como el contenido que los órganos estatales chinos proporcionan a los medios de comunicación latinoamericanos, con el fin de cultivar relaciones de influencia y compromiso, y dar forma al debate sobre la República Popular China y sus agentes en la región.
En lo que respecta a la “Iniciativa de Seguridad Global” de China, el documento dedica una amplia sección a la colaboración en materia de seguridad, que la República Popular China denomina su “Programa de Paz”. Aunque en documentos anteriores se han mencionado las actividades relacionadas con la seguridad de China en la región, el nuevo documento va mucho más allá, dando su bendición a la ampliación de la formación militar, los intercambios y las actividades en la región, incluidas las que involucran a personal policial y judicial. Se basa en las declaraciones de intenciones del plan China-CELAC 2025-2027, comprometiéndose a ampliar la colaboración en materia de aplicación de la ley con la región. El documento menciona específicamente las actividades previstas en materia de lucha contra la corrupción, el lavado de dinero y la ciberdelincuencia.

En la sección “Paz”, el documento lanza sutiles críticas a Estados Unidos, declarando la oposición de China a la “ciberhegemonía”, en presumible referencia a los intentos de Estados Unidos de excluir a las empresas y componentes chinos de la infraestructura digital de América Latina. También declara su apoyo a la región como “zona de paz”, probablemente en referencia a las operaciones militares de Estados Unidos en el Caribe y a la intención declarada de Estados Unidos en su nueva Estrategia de Seguridad Nacional de ampliar la presencia militar estadounidense en la zona y utilizarla para lanzar ataques letales contra los cárteles de la droga “cuando sea necesario”.
Por último, la sección del Libro Blanco sobre “Intercambios entre pueblos” representa un esfuerzo redoblado de la República Popular China por ampliar su poder blando y, posiblemente, complementar sus oportunidades de espionaje en la región a través de otros compromisos. Por un lado, declara el compromiso de la República Popular China de ampliar el apoyo a la reducción de la pobreza, el desarrollo social y la salud en la región. Por otro lado, declara su intención de aumentar los intercambios “a nivel subnacional” de China. Esto último podría decirse que multiplica las opciones de la República Popular China para cortejar a alcaldes y otros funcionarios locales por debajo del radar del escrutinio nacional y de las normas del Gobierno nacional contra la cooperación con gobiernos extranjeros.
Históricamente, los libros blancos sobre política de China han sido, sin duda, buenas hojas de ruta para predecir las intenciones de la República Popular China en sus áreas de interés en la región. El presente documento parece declarar su intención de avanzar con confianza en todos los frentes, incluidos los sensibles sectores de las infraestructuras, la tecnología, el ejército y el espacio, y la colaboración entre los pueblos, lo que multiplica las oportunidades de influencia y espionaje, sin deferencia ni siquiera reconocimiento de los puntos sensibles de Estados Unidos, lo que probablemente lo pondrá en curso de colisión con Estados Unidos en la región en los próximos meses y años.
El autor es profesor investigador sobre América Latina en el Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de los Estados Unidos. Las opiniones expresadas aquí son estrictamente suyas.
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