Gabriel Boric, nuevo presidente de Chile: ¿victoria para Irán?

La elección del izquierdista representa para el régimen persa una alarmante oportunidad de elevar su presencia e influencia en América Latina

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Gabriel Boric (REUTERS/Rodrigo Garrido)
Gabriel Boric (REUTERS/Rodrigo Garrido)

El joven diputado de izquierdas, ex activista estudiantil por la justicia social, Gabriel Boric ganó la Presidencia de Chile.

Siguiendo los pasos de Salvador Allende, que gobernó de 1970-73, se sitúa en la punta izquierda de la política. Mientras los mercados caían y la moneda chilena se devaluaba, los expertos economistas internacionales se mostraban preocupados por su visión económica, aunque la verdadera preocupación se encuentra en su política internacional. La agenda doméstica progresista del presidente Boric tendrá que lidiar con su falta de mayoría parlamentaria. Sus limitaciones en política exterior, en consecuencia, con sus políticas izquierdistas, respaldadas por un fuerte electorado interno antiisraelí, seguramente le harán ir de la mano de la influencia iraní en América Latina.

¿Qué supone para Irán este nuevo Gobierno?

La elección de Boric representa una oportunidad de elevar su presencia e influencia y proteger sus activos en este rincón remoto de América Latina, en un momento en que una marea creciente de populismo de izquierda está nuevamente ocupando el poder en toda la región.

Irán tiene dos centros culturales en Chile. El de la capital, Santiago, dirigido por un clérigo de Hezbollah del Área de la Triple Frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay, con vínculos familiares con financistas de Hezbollah sancionados, y fuertes conexiones personales con las operaciones de reclutamiento y recaudación de fondos de Hezbollah en África Occidental. Durante años ha podido integrarse en el discurso público de Chile sin problemas, basándose en el diálogo interreligioso y presentando la vertiente chiíta del Islam de Irán como modelo de convivencia religiosa y como un baluarte de moderación contra extremismo salafista. El centro también ha organizado marchas anuales del Día Internacional de al-Quds en Santiago, aprovechando la oportunidad de forjar alianzas con activistas palestinos locales. Mientras predican la tolerancia, sus representantes han difundido una virulenta propaganda pro iraní y antiisraelí.

Alfombra roja para Irán

Las redes de financiamiento ilícito de Hezbollah también operan en Chile, facilitando las operaciones de tráfico de drogas y lavado de dinero. Quizás igual de importante para Irán es que Chile sea el tercer país este año en elegir un presidente de izquierda, después de Perú y Honduras. Colombia y Brasil pronto podrían ser los siguientes. Esta creciente marea roja ofrece a Irán la oportunidad de reforzar sus operaciones de influencia al ganarse la atención de los que están en el poder.

Para Irán, Chile es el hogar de la diáspora palestina más grande del mundo. Esta comunidad mayoritariamente cristiana, mantiene posiciones radicales y estridentes sobre el conflicto palestino-israelí, y Boric las ha abrazado. Durante su campaña electoral, se comprometió a apoyar la legislación de boicot, desinversión y sanciones (BDS) contra las empresas israelíes en Cisjordania, un compromiso que el liderazgo de la comunidad chileno-palestina ya le ha pedido que cumpla.

Los representantes iraníes no han perdido el tiempo a la hora de celebrar la victoria de Boric recordando a sus seguidores su Twitter que hace trolling a la comunidad judía local. El Centro Islámico de Irán en Santiago ya felicitó a Boric y pidió al nuevo presidente que abra sus puertas a los emisarios de Irán.

Boric podría simplemente referirse a las causas palestinas e iraníes de boquilla, pero puede abrazar su retórica con importantes consecuencias políticas, dado que ahora hablará como presidente. Defender y hacer propias las demandas más radicales de los palestinos es el núcleo de la agenda revolucionaria de Irán y el caballo de Troya que a menudo ha utilizado para ganar seguidores en toda América Latina.

*El autor es miembro principal de la Fundación para la Defensa de las Democracias en Washington, DC.

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