
La monumental Gran Sirena, instalada frente a las costas de Copenhague, atrajo tanto visitantes como controversia. Tallada en granito, desafiaba el clima nórdico y el debate público, pero finalmente fue retirada del Dragør Fort por resolución de las autoridades danesas. El desnudo de la figura, con rasgos pronunciados y proporciones monumentales, quedó en el centro de una discusión nacional sobre los límites del arte, el papel del cuerpo femenino en el espacio público y los criterios de preservación del patrimonio histórico.
El Dragør Fort y la relevancia del retiro
El Dragør Fort es una fortaleza costera erigida en 1910, situada al sur de Copenhague y considerada parte esencial del sistema defensivo marítimo de Dinamarca.
En los últimos años, el lugar se revalorizó como espacio cultural y turístico. Su transformación en sede de exposiciones y eventos lo puso en el centro de atención, y la presencia de la Gran Sirena, una escultura de catorce toneladas y cuatro por seis metros, generó cuestionamientos sobre la adecuada conservación del entorno histórico ante intervenciones artísticas no tradicionales.
El argumento patrimonial de las autoridades
La Agencia Danesa de Palacios y Cultura ordenó la retirada de la obra, llamada localmente Den Store Havfrue, argumentando que resultaba incompatible con el entorno del fuerte y afectaba su valor patrimonial. La institución consideró que el tamaño y el estilo de la escultura alteraban el carácter histórico del sitio y, tras anunciar la decisión, evitó ofrecer explicaciones adicionales, lo que alimentó el debate y la percepción de censura implícita.

La escultura llegó a Dragør Fort en 2018, tras permanecer 12 años en el muelle de Langelinie, uno de los paseos marítimos más populares de Copenhague. El traslado anterior también fue resultado de quejas y discusiones. La reciente remoción reavivó el debate sobre censura, los límites de la expresión artística y la representación pública del cuerpo femenino.
Reacciones en la sociedad danesa
Las opiniones se polarizaron. Mathias Kryger, crítico de arte del diario Politiken, calificó la obra como “fea y vulgar”. Por su parte, la periodista y sacerdotisa Sørine Gotfredsen escribió en Berlingske que instalar una estatua “del sueño masculino de cómo debe ser una mujer” no favorece la aceptación del cuerpo propio entre las mujeres, recalcando que la sobreexposición de cuerpos femeninos “abrumadores” en espacios públicos puede resultar problemática.
La editora del Berlingske, Aminata Corr Thrane, cuestionó si el único cuerpo femenino admisible en el arte debe responder a cánones “clásicos” o “académicos”. Consideró que la Gran Sirena “quizá es menos desnuda” que la célebre Sirenita de Copenhague, pero el tamaño y la forma de sus pechos explican la polémica. Advirtió, además, sobre una forma de body shaming social disfrazada de argumento patrimonial.
Defensa de la obra y perspectivas locales
El escultor Peter Bech defendió su creación, explicando que la escala de los pechos responde a las proporciones necesarias de la pieza y que en ningún momento buscó una intención provocativa. Recordó que la idea surgió por los comentarios de turistas decepcionados con el tamaño de la Sirenita original, y destacó que muchos residentes de Dragør apreciaban la presencia de la escultura.

Por su parte, el concejal Paw Karslund calificó la polémica como exagerada y propuso reubicar la estatua en el Tårnby Strandpark. Bech expresó estar dispuesto a donar la obra al municipio, pero Helle Barth, presidenta del comité urbanístico local, señaló que las dimensiones complican su traslado y que aún no se definió su futuro destino.
Un historial de controversia y eco internacional
La historia de la Gran Sirena siempre estuvo envuelta en polémica. Desde su primera instalación cerca de la emblemática Sirenita, en 2006, enfrentó críticas por ser “falsa” y “vulgar”. Incluso la conocida Sirenita de Copenhague ha sufrido atentados vandálicos y cuestionamientos sobre su significado a lo largo del tiempo, lo que confirma la sensibilidad danesa ante las figuras femeninas mitológicas y su representación pública.
El episodio trasciende el caso danés: en 2023, una estatua similar en la ciudad italiana de Monopoli generó reacciones comparables, evidenciando que los debates sobre la exhibición del cuerpo femenino en el arte trascienden fronteras y mantienen vigencia mundial.

Claves para comprender el debate
La Sirenita de Copenhague ha sido durante décadas el mayor símbolo de la feminidad en la cultura danesa, caracterizada por su estética delicada y su pequeño tamaño. En contraste, la Gran Sirena, con su imponencia y desnudez, propone una visión más directa y monumental del cuerpo femenino, lo que revela las distintas perspectivas sobre cómo debe representarse la mujer en el espacio público.
La controversia por la escultura expone las tensiones entre la libertad artística y la protección del patrimonio histórico, e impulsa el debate sobre quién establece los límites de la representación del cuerpo femenino en ámbitos colectivos. Además, el argumento patrimonial utilizado en la decisión resalta cómo, en algunos casos, estos criterios pueden funcionar como herramientas de restricción para determinadas expresiones artísticas.
Así, la retirada de la Gran Sirena resume los desafíos culturales que enfrenta la sociedad danesa, pero trasciende sus fronteras: la discusión sobre el cuerpo femenino y el arte en el espacio público, entre tradición e innovación, continúa siendo un terreno de debate en muchas partes del mundo.


