Ana Martí falleció en su casa de Valladolid el 29 de mayo después de afrontar un cáncer de pulmón a los 60 años. Su documento de identidad dice que nació en Palencia, pero ella era vallisoletana de corazón, donde vivió desde los cuatro años. Ana, que trabajó de funcionaria en la Junta de Castilla y León, recibió tratamiento de quimioterapia y de inmunoterapia durante un año, pero la enfermedad se propagó por su cuerpo haciendo metástasis en las glándulas suprarrenales y en los huesos, por lo que su marido y sus dos hijos tuvieron cerca de tres meses para despedirla.
La historia de Ana podría pasar desapercibida entre las miles de personas que el cáncer de pulmón se lleva por delante en España. En 2017, se llevó concretamente 28.645. Sin embargo, un hilo en Twitter escrito por su hijo mayor, Marco Manrique, aupó a la esfera pública la lucha interna que cargaron a diario. Su receta médica: el humor.
Hoy hace una semana que se murió mi madre. Murió de cáncer y sabiendo con bastante precisión cuándo iba a morir.
Durante estos días durísimos, hemos dicho muchas tonterías y ahí van algunas de ellas:
— Súbete a la nutria (@subetealanutria) June 5, 2018
Nos perdimos una reunión familiar porque tuvimos que ir a urgencias. Nos mandaron un vídeo con un paneo de todo el mundo cantando el Cumpleaños feliz al cumpleañero. Mi madre y yo grabamos otro vídeo: paneo del box de urgencias, sin sonido, terminando en ella con la lengua fuera.
— Súbete a la nutria (@subetealanutria) June 5, 2018
Durante el último mes estuvo sufriendo crisis de ahogos. La primera le dio por reírse de un chiste (ni siquiera chiste!) de Gomaespuma: «puso pies en Pontevedra» (en vez de «en polvorosa»).
— Súbete a la nutria (@subetealanutria) June 5, 2018
Una cosa que le ayudaba bastante era sentir aire en la cara y su hermana le trajo de las fiestas de Villalar un abanico con la bandera republicana que, por lo que fuera, abanicaba mejor que otro más neutro que había por casa…
— Súbete a la nutria (@subetealanutria) June 5, 2018
Mi madre, tirada, tras una crisis horrorosa, casi sin voz y abanicándose con el abanico republicano sacó fuerzas de no sé muy dónde y dijo: SI ES QUE NO SÉ CÓMO ESTOS SERVICIOS ESTÁN EXTERNALIZADOS!
— Súbete a la nutria (@subetealanutria) June 5, 2018
El primer día que vinieron a casa los de cuidados paliativos empezamos a llamarlos «los de apelativos» e imaginábamos que iban casa por casa llamando a los enfermos «eh, caratonto!» y cosas así.
— Súbete a la nutria (@subetealanutria) June 5, 2018
Ella quería un final laico. No tanto porque fuese atea (que también), sino porque no quería que oficiara la misa alguien que no la conociera y la juntara con los otros finados del día.
—No quiero que me toque un cuarto de diácono —nos dijo.
— Súbete a la nutria (@subetealanutria) June 5, 2018
Aunque como era justo antes de la incineración y su familia es Valenciana, también queríamos decir «Senyor pirotecnic, pot començar la mascletà!».
— Súbete a la nutria (@subetealanutria) June 5, 2018
(Traducción: Señor pirotécnico, puede usted darle fuego a la mascletà.
Esta frase es de una canción de La Gossa Sorda, un grupo de rock español que canta en valenciano. La mascletà es un conjunto de petardazos y ruido pirotécnico típico en Valencia para celebrar las Fallas).
Aunque yo sí que dije:
—Según los deseos de mi madre, he escrito unas palabras: rododendro, arcabuz, conspicuo, alfoz y prístinas.
— Súbete a la nutria (@subetealanutria) June 5, 2018
Mi padre no estaba muy convencido de eso:
—Es traer a Rajoy a un sitio en el que no me gusta que esté.
A lo que mi hermana le dijo que:
—Es reírse de Rajoy como mamá se ha reído siempre.— Súbete a la nutria (@subetealanutria) June 5, 2018
Y ahora unos datos vacíos para reflexionar acerca de la futilidad de la existencia:
— Súbete a la nutria (@subetealanutria) June 5, 2018
Puse a copiar 3,5 TB de datos de un disco duro a otro. Puso «Quedan 73 horas». Mi madre murió antes de que pasaran esas 73 horas.
— Súbete a la nutria (@subetealanutria) June 5, 2018
Y ya no sé si contar más o no. Tampoco sé si esto es de interés general o si solo me hace gracia y me da ternura a mí.
Espero que puedan comprender que, aunque no sea un hilo para el gran público, es una forma de homenajear a alguien que he querido muchisísimo.
— Súbete a la nutria (@subetealanutria) June 5, 2018
Por cierto, se me ha olvidado que mi hermana fue a por las cenizas el otro día. Puso la urna en el sofá favorito de mi madre, les puso sus gafas, el abanico republicano y su manta favorita. Cuando llegué, la mezcla de ternura, grima, yuyu y descojone fue fina.
— Súbete a la nutria (@subetealanutria) June 5, 2018
Marco es profesor de inglés. Tiene 30 años y comparte el carácter desenfadado de sus familiares: "Todos tenemos ese sentido del humor, al menos mis padres, mi hermana y yo. Llevo toda la vida haciendo bromas y chistes con mi familia, así que lo único que hice fue seguir tratándolos como siempre", contó a Infobae.
Los tuits del hijo de Ana se hicieron virales y comenzó a recibir notificaciones de cientos de usuarios agradeciéndole haber compartido su experiencia de esa manera. "Las respuestas que he recibido han sido increíbles", relata. "He descubierto que mucha gente ha vivido de forma parecida estas situaciones. Aunque ha habido de todo: gente que dice que le da envidia nuestra forma de encarar la muerte, gente que me confiesa por privado que ellos también hicieron chistes pero no se atreven a decirlo en público".
Son tantas que ni siquiera ha terminado de leerlas. "Lo he leído con lágrimas en los ojos", apunta una de sus seguidoras. Su reflexión también llegó a gente que él no conocía y que se animaron a comentar también: "No te conozco, pero déjame decirte que me parece brutal la forma en que tu madre se fue. No sé si tenía fe o no, pero me parece bastante claro leyendo la historia que lo que no tenía era odio. Viva el sentido del humor, y cuidado con los que no lo tienen".
Evidentemente, no todo fueron risas. Marco admitió: "Fueron momentos muy difíciles para todos. Hubo situaciones en las que no nos apetecía bromear, pero quise contar esa parte a mis seguidores". Preguntado por la manera en la que equilibrar los momentos de tensión con el sentido del humor, Marco concluyó con contundencia: "No sé si hay otra manera de enfrentarse a la muerte que no sea esa".
MÁS SOBRE ESTE TEMA: