
Hace dos décadas Los Zetas eran un emblema del terror en la frontera norte de México. Comenzaron como brazo armado de Osiel Cárdenas, alias el Mata Amigos, fundador del Cártel del Golfo, pero poco a poco fueron ganando poder hasta que se independizaron y crearon su propia organización criminal.
Los Zetas transformaron entonces el narcotráfico en mucho más, en un nuevo modelo de negocio y violencia, con su sistema de extorsión utilizando bandas locales con las que instauró un régimen de terror exhibiendo a menudo lo que quedaba de sus víctimas. El miedo era tal, que mucha gente no se atrevía a mencionar al cártel por su nombre, sino como el de la última letra.
Como brazo derecho del Cártel del Golfo, la organización criminal condujo varias guerras. Cárdenas delegó buena parte de la operación de Los Zetas a Heriberto Lazcano Lazcano, el Lazca, un ex miembro las Fuerzas Armadas de México, a quien le enseñaron a combatir y a sobrevivir en todo tipo de entornos. Incluso en el norte del país participó en un programa contra el narco.

Convertido en una maquina de matar, el Lazca se salió del Ejército y al frente de una treintena de ex militares integró Los Zetas.
En marzo de 2003 a la caída de Osiel Cárdenas, la gente del Cártel de Sinaloa llegó al noroeste con intenciones de aprovechar el vacío de poder, entonces Lazcano ordenó a Miguel Ángel Treviño, alias el Z-40 —cuya violencia extrema había llamado la atención del Lazca— para que tomara parte activa en la defensa de la frontera a través de la eliminación de rivales.
Había comenzado la era de los levantones masivos y el descubrimiento de ranchos donde se enterraba, incineraba o deshacía en ácido a los ejecutados. No había forma de suavizar la crudeza. Los Zetas entonces pelearon contra el cártel del Golfo, la Familia Michoacana, el Cártel Jalisco Nueva Generación, que se hacía llamar los Matazetas.
En 2012, Heriberto Lazcano fue abatido por la Marina en Progreso, Coahuila, pero eso no logró que los Zetas escribieran su última letra. Miguel Ángel Treviño tomó el control.

Durante su liderazgo, los Zetas vivieron una fractura interna, luego de que el Z-40 —actualmente preso— ordenara a un grupo criminal llamado sangre nueva que tomara el control de varias regiones del norte. Quienes habían servido por años a las guerras de Los Zetas se inconformaron: uno de ellos, Iván Velázquez Caballero, el Talibán, un jefe regional que manejaba Zacatecas, Aguascalientes, Guanajuato, Coahuila y San Luis Potosí.
Velázquez Caballero — para enfrentarse a Lazcano— buscó una alianza con el Cártel del Golfo y lo recibieron encantado. Actualmente el grupo de los Talibanes opera en los límites de Zacatecas y Jalisco.
A sólo meses de causar alta en la corporación, el Z-40 fue detenido e internado en el penal del Altiplano. Se aseguró que una parte del cártel, la que le era fuel, quedó a cargo de su hermano, Omar Treviño, el Z-42, pero estuvo lejos de ser absoluto.
Los Zetas en la actualidad
Descabezados una y otra vez, sumergidos en un proceso constante de atomización, Los Zetas han ido quedando bajo el control de pandilleros. En el más reciente informe de la DEA, se señala que opera en las áreas de Laredo, Texas; Águila Pass, Texas; y los estados mexicanos de Coahuila, Nuevo León y partes de Tamaulipas.

Detalla que la estructura criminal se ha visto debilitada por capturas y muertes de sus líderes principales así como conflictos internos; sin embargo, el cártel todavía está operativo y puede controlar el flujo de drogas en sus territorios.
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