
En el desierto occidental de Egipto, se produjo un hallazgo que cambia la comprensión sobre el origen africano de los cocodrilos marinos.
Un equipo de paleontólogos del Centro de Paleontología de Vertebrados de la Universidad Mansoura de Egipto y la Universidad de Michigan de los Estados Unidos, entre otras instituciones, descubrió el fósil de cocodrilo más antiguo conocido de hocico largo.
Ese reptil vivió hace unos 80 millones de años y su descubrimiento adelanta el surgimiento de los cocodrilos marinos en África, un grupo que antes se creía que había aparecido más tarde y en otras regiones, según el estudio que publicaron en la revista especializada The Zoological Journal of the Linnean Society.
La nueva especie fue llamada Wadisuchus kassabi. El nombre rinde homenaje al profesor Ahmed Kassab, un referente de la paleontología egipcia.
Qué encontraron
Los restos fósiles fueron encontrados cerca de los oasis de Kharga y Baris en la región de Nuevo Valle. Incluyen dos cráneos parciales y dos hocicos de cuatro individuos en diferentes etapas de crecimiento.
Esta variedad de ejemplares permite a los científicos observar cómo se desarrollaban los dirosáuridos, el grupo extinto al que pertenece la especie Wadisuchus kassabi.
Tras el análisis de los restos fósiles, los investigadores no solo aportaron información sobre la evolución de esos reptiles, sino que también destacaron la importancia de Egipto como cuna de la paleontología africana.
El estudio que describe a Wadisuchus kassabi fue liderado por el profesor Hesham Sallam, de la Universidad de Mansoura, junto a Sara Saber, de la Universidad de Assiut, y Belal Salem, en la Universidad de Ohio y Universidad de Benha.
El enigma de los cocodrilos marinos

Durante décadas, los científicos han debatido sobre el origen y la diversificación de los dirosáuridos, un grupo de cocodrilos marinos extintos que se diferenciaban de los actuales por su hocico alargado y dientes afilados.
Estos animales habitaban ambientes costeros y marinos, y su capacidad de adaptación tras la extinción de los dinosaurios los convierte en piezas clave para entender la evolución de los reptiles.
El principal problema que abordó el estudio fue la falta de fósiles antiguos y bien conservados de dirosáuridos en África.
Hasta ahora, la mayoría de los registros fósiles situaban la diversificación de este grupo en el Maastrichtiense, hace entre 72 y 66 millones de años, lo que dejaba sin respuesta cómo y cuándo surgieron realmente estos cocodrilos marinos.

El equipo de investigadores liderado por el profesor Sallam buscó evidencias que permitieran rastrear el origen de los dirosáuridos y determinar si África pudo ser el punto de partida de su evolución.
Para eso, el equipo científico se centró en explorar formaciones geológicas poco estudiadas del desierto occidental egipcio, una región que conserva sedimentos del Cretácico Superior.
La búsqueda de fósiles en estas formaciones tenía como meta encontrar restos que pudieran aportar datos sobre el desarrollo y la diversificación temprana de los cocodrilos marinos, y así resolver el enigma de su origen.
Así se descubrió Wadisuchus kassabi

El trabajo de campo se realizó en las inmediaciones de los oasis de Kharga y Baris, donde los paleontólogos excavaron entre areniscas y lutitas de más de 80 millones de años de antigüedad.
Allí localizaron los restos de Wadisuchus kassabi, que incluyen dos cráneos parciales y dos hocicos, todos en diferentes etapas de crecimiento.
Los fósiles ofrecen “una visión poco común sobre cómo crecían los dirosáuridos”, explicó el profesor Sallam.
El análisis de los fósiles se realizó con escáneres de alta resolución y modelos 3D, lo que permitió a los investigadores observar detalles anatómicos inéditos.
Se estimó que los ejemplares de la especie medían entre 3,5 y 4 metros de largo. Tenía un hocico muy alargado y dientes altos y afilados.

“Se diferenciaba de otros dirosáuridos por tener cuatro dientes en la parte frontal del hocico en vez de los cinco primitivos, las narinas situadas en la parte superior del hocico para respirar en la superficie y una hendidura profunda en la punta del hocico donde se unían las mandíbulas”, explicó la paleontóloga Saber.
Esas características muestran “una adaptación progresiva en la mordida de los dirosáuridos y marca un paso importante en su historia evolutiva”, detalló.
El equipo también realizó análisis filogenéticos, es decir, estudios sobre las relaciones de parentesco entre especies.

Los resultados sitúan a Wadisuchus kassabi como el miembro más antiguo conocido del grupo y sugieren que la diversificación de los dirosáuridos comenzó antes de lo que se pensaba, posiblemente entre 87 y 83 millones de años atrás, durante el Coniaciense-Santoniense.
“Este descubrimiento indica que África fue la cuna de la evolución de los dirosáuridos, desde donde linajes posteriores se expandieron por todo el mundo, y nuestros análisis filogenéticos sitúan de forma consistente a Wadisuchus como un ancestro del grupo”, afirmó Belal Salem.
Los investigadores consideraron que se deberían continuar las exploraciones en la región para encontrar más fósiles que ayuden a completar la historia evolutiva de los cocodrilos marinos.
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