Qué dicen los expertos sobre el antipalúdico que Jair Bolsonaro presenta como solución para combatir el coronavirus

Tres de las principales entidades médicas de Brasil manifestaron su opinión respecto al uso de la cloroquina, recomendado por el mandatario. El país tiene más de 18 mil muertes por la pandemia

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Jair Bolsonaro (REUTERS/Adriano Machado)
Jair Bolsonaro (REUTERS/Adriano Machado)

Tres de las principales entidades médicas de Brasil desaconsejaron este martes el uso de cloroquina para tratar a pacientes con COVID-19 pese a que el presidente Jair Bolsonaro ordenó el aumento de la producción de esta medicina y quiere forzar su uso para todos los contagiados en el país.

El veto a la cloroquina, un antipalúdico, fue manifestado en un comunicado conjunto por la Asociación de Medicina Intensiva Brasileña, la Sociedad Brasileña de Infectología y la Sociedad Brasileña de Neumología.

Según un informe elaborado por 27 especialistas de las entidades, las evidencias sobre la eficacia de la cloroquina y sus derivados para tratar el COVID-19 son “débiles” y la medicina, en cambio, tiene graves efectos colaterales, como arritmia cardíaca.

Pese a que no existen evidencias científicas sobre la eficacia de esta medicina, que es experimentada en varios países para tratar el COVID-19, Bolsonaro ordenó al Laboratorio del Ejército aumentar la producción de este fármaco para poder distribuirlo a todo el país. Igualmente pidió al Ministerio de Salud que publique un protocolo para el tratamiento de COVID-19 que establezca la cloroquina como medicina para el tratamiento de la enfermedad incluso entre pacientes sin gravedad y que presenten los primeros síntomas.

El mandatario publicó además un video en el que defiende su uso con tono burlón:

Bolsonaro: "Los de derecha toman cloroquina, los de izquierda, tubaína"

El actual protocolo tan sólo prevé el suministro de cloroquina de forma experimental para pacientes en estado grave y con un seguimiento especial por si es necesario suspender el tratamiento.

La insistencia de Bolsonaro en que el Ministerio publique el nuevo protocolo provocó el viernes la renuncia del ministro de Salud, el oncólogo Nelson Teich, que tan sólo ocupó 28 días el cargo dejado vacante por Luiz Henrique Mandetta, destituido en abril igualmente por sus divergencias con el jefe de Estado en torno a las estrategias para combatir el COVID-19.

Las evidencias disponibles no sugieren beneficio clínicamente significativo del tratamiento con hidroxicloroquina o con cloroquina. Lo mismo vale para el uso de la combinación de cloroquina con azitromicina”, según el informe científico.

Los especialistas dijeron igualmente que si los resultados hasta ahora no han sido efectivos para tratar pacientes graves e ingresados en cuidados intensivos, no hay base para recomendarla también para los que aún están en los ambulatorios.

En la imagen se registró a un grupo de residentes de la favela de Mandela, en la zona norte de Río de Janeiro (Brasil), a la esperar de alimentos y ayudas, durante la actual pandemia por el COVID-19. EFE/Antonio Lacerda/Archivo
En la imagen se registró a un grupo de residentes de la favela de Mandela, en la zona norte de Río de Janeiro (Brasil), a la esperar de alimentos y ayudas, durante la actual pandemia por el COVID-19. EFE/Antonio Lacerda/Archivo

De acuerdo con Mandetta, la insistencia de Bolsonaro en forzar el uso de cloroquina para tratar a todos los pacientes con COVID-19 puede provocar muchas muertes porque se trata de una medicina cuya eficacia no ha sido comprobada y con graves efectos colaterales.

“Comenzamos a experimentarla con pacientes graves que ya están en los hospitales. Por lo que sé de esos estudios, que aún no concluyeron, el 33 % de los pacientes tuvo que suspender el uso de cloroquina porque presentaron arritmia, algo que puede generar un paro (cardíaco)”, afirmó el ex ministro en una entrevista publicada el lunes por el diario Folha de Sao Paulo.

Mandetta dijo que la intención de Bolsonaro con su apuesta por la cloroquina es que las personas piensen que pueden volver al trabajo porque ya existe un remedio. “Es algo para tranquilizar, para recuperar la normalidad sin tanto peso en la conciencia. Si tuviera lógica de asistencia, la idea habría partido de las sociedades especializadas. Por eso no hay nadie serio que defienda una medicina como panacea”, dijo.

El mandarario es uno de los gobernantes más escépticos sobre la gravedad de la enfermedad, ha llegado a calificar el COVID-19 como una “gripecita” e insiste en criticar las medidas de distanciamiento social adoptadas por gobiernos regionales para frenar la pandemia y en pedir la normalización de las actividades.

Para Bolsonaro, más preocupado con la paralización del país, la ya prevista recesión histórica y los millones de empleos destruidos por la crisis sanitaria, el COVID-19 “va a contagiar al 70 % de la población tarde o temprano” y “va a matar mucha gente” sin importar las medidas de distanciamiento que se adopten.

(Con información de EFE)

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