
El uso propuesto de los activos rusos congelados aparece como una de las fórmulas consideradas más viables para sostener la ayuda europea a Ucrania, en particular cuando se agudiza el debate sobre la financiación de la defensa tras la invasión militar rusa. Según informó la agencia CTK, tanto dentro de la República Checa como en la Unión Europea se analiza la posibilidad de emplear los ingresos generados por cerca de 210.000 millones de euros que permanecen bloqueados en cuentas de entidades como Euroclear, en Bélgica, así como en bancos franceses y belgas.
El presidente designado de la República Checa, Andrej Babis, quien asumió oficialmente el 9 de diciembre pero no ha confirmado aún la composición de su gabinete, comunicó recientemente que su Gobierno dará prioridad absoluta a los intereses del país y no destinará recursos económicos a Ucrania. De acuerdo con las publicaciones citadas por la prensa local y las agencias europeas, Babis afirmó en un mensaje difundido por sus redes sociales: “No tenemos dinero para otros países. La Unión Europea debe resolverlo de otra manera, pero no le garantizaremos nada ni le daremos dinero”. El medio checo CTK reportó que el nuevo mandatario insistió ante las autoridades de Bruselas en que cualquier soporte a Ucrania deberá provenir de fondos distintos a los checos, argumentando que los recursos nacionales se orientarán de manera exclusiva a necesidades internas.
El rechazo expreso del presidente designado a financiar asistencia directa a Ucrania motivó respuestas inmediatas por parte de integrantes de los principales partidos políticos checos, quienes coincidieron en calificar el nuevo rumbo anunciado como una ruptura con la política exterior tradicional del país. Petr Fiala, antecesor de Babis en la jefatura de Gobierno, expuso su desacuerdo a través de declaraciones a la televisión pública checa CT: calificó la decisión como “egoísta” e “irresponsable” y sostuvo que esta posición pondría en peligro tanto la seguridad como la prosperidad de la República Checa. Según detalló Fiala en la cobertura de la televisión pública, “la cooperación y la solidaridad europea resultan esenciales” ante la agresión rusa en Ucrania.
El actual ministro de Asuntos Europeos, Martin Dvorák, se sumó a las críticas y sostuvo que el anuncio representa un “giro contundente” respecto a la política exterior que históricamente mantuvo el país centroeuropeo. De acuerdo con lo publicado por el medio de comunicación, Dvorák señaló: “La declaración del primer ministro designado Babis lamentablemente confirma el cambio de rumbo de la política exterior checa, que ha pasado de promover y defender los valores y principios tradicionales en las relaciones internacionales a la cobardía, el egoísmo y la irresponsabilidad”. El ministro advirtió también que esta política de reticencia podría terminar aislando a la República Checa en un contexto de amenazas de seguridad regional, ya que rompería una lógica de reciprocidad en la asistencia dentro de la OTAN y la Unión Europea frente a amenazas externas.
Según reportó la agencia CTK, el ministro saliente de Asuntos Exteriores, Jan Lipavsk, consideró que el uso de los activos rusos congelados constituye la única alternativa realista para canalizar apoyo inmediato a Ucrania. Lipavsk explicó: “Las necesidades de Ucrania son urgentes y las negociaciones en el seno de la UE no deben convertirse en una excusa para retrasar la asistencia que Ucrania necesita con urgencia”.
El debate sobre el destino de los recursos se produce mientras las instituciones europeas discuten el reparto y la finalidad de más de 200.000 millones de euros en activos rusos congelados desde el inicio de la invasión a Ucrania en febrero de 2022. Según consignó la prensa europea, la mayor parte de estos fondos se hallan en la entidad financiera Euroclear en Bélgica, aunque parte de los activos también está depositada en bancos belgas y franceses. No hay consenso en el bloque sobre el uso exacto de estos fondos, y la redistribución financiera sigue siendo materia de discusión entre los Estados miembros.
El contexto interno checo también condiciona el debate. La designación de Andrej Babis, empresario de 71 años y líder del partido ANO (Sí), ocurrió tras las elecciones de octubre, donde su partido recibió el 34,51 por ciento de los votos, obteniendo 80 de los 200 escaños de la Cámara de Diputados, según detalló el medio de comunicación citado. Babis ya había liderado el Gobierno entre 2017 y 2021, y durante ambas etapas se perfiló como una figura polémica tanto por su política económica como por su posición en foros internacionales.
El nuevo escenario plantea cuestionamientos dentro de Praga sobre el modo en que la República Checa alineará sus políticas. Con las nuevas declaraciones, el país se distancia de la tradición de respaldo a iniciativas multilaterales adoptadas por la Unión Europea en respuesta a conflictos externos, en especial en el caso ucraniano. Mientras tanto, la decisión final sobre la distribución de los activos rusos congelados y la postura checa sobre el respaldo financiero a Kiev quedan sujetas a la consolidación del Gobierno y la definición de la política exterior que adoptará el nuevo gabinete, aún pendiente de anuncio.
En este ambiente, las posturas enfrentadas entre el presidente designado y los miembros de su propio gobierno saliente ilustran la división existente sobre la dirección que tomará la República Checa en el escenario internacional. La reacción de la sociedad política, las tensiones con la Unión Europea y la falta de consenso sobre el uso de los fondos rusos congelados apuntan a un periodo de intensos debates y decisiones cruciales para la política europea del país.