El papa Francisco y la Virgen de Guadalupe; ¿Cuál es la historia detrás de su fe?

La Virgen de Guadalupe, cuya aparición a San Juan Diego en el cerro del Tepeyac en 1531 constituye uno de los pilares de la devoción católica en América Latina, es también un símbolo profundo de identidad y esperanza para millones de fieles. Representada como una mujer mestiza, con rasgos indígenas y europeos, envuelta en un manto turquesa y rodeada por un resplandor solar, su imagen ha trascendido fronteras y generaciones, fungiendo como emblema nacional en el territorio mexicano y como referente espiritual en todo el continente.

El papa Francisco, fallecido este lunes, manifestó en numerosas ocasiones su profunda devoción a la Virgen María, en especial a la Virgen de Guadalupe, a quien consideraba una madre cercana y protectora del pueblo latinoamericano. Durante una misa celebrada el 12 de diciembre de 2018 en la Basílica de San Pedro, por ejemplo, el Pontífice subrayó que la Virgen de Guadalupe no pertenece exclusivamente a un grupo étnico o cultural, sino que es un símbolo de unidad para toda América Latina. “La Guadalupana no es solo indígena, española, hispana o afroamericana; simplemente es latinoamericana”, afirmó.

En esa misma ocasión, el Papa instó a los fieles a seguir el ejemplo de la Virgen de Guadalupe, promoviendo la ternura, el servicio y la solidaridad, especialmente hacia los más vulnerables. Recordó cómo se presentó ante San Juan Diego, un hombre humilde, para transmitir un mensaje de amor y esperanza, y alentó a los creyentes a ser protagonistas de un cambio positivo en sus comunidades, sin recurrir a la violencia ni a la manipulación.

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En otra misa en honor a la Virgen de Guadalupe, celebrada el 12 de diciembre de 2024, el Papa Francisco reflexionó sobre tres elementos clave del misterio guadalupano: la tilma, la rosa y la maternidad de María. Según Vatican News, el Pontífice destacó que la tilma, donde quedó plasmada la imagen de la Virgen, simboliza la sencillez y la humildad; las rosas, que San Juan Diego llevó como prueba al obispo, representan la belleza y la fe; y la maternidad de María, que se manifiesta en su cuidado y protección hacia todos sus hijos.

El Papa advirtió sobre los intentos de instrumentalizar el mensaje de Guadalupe con fines ideológicos, enfatizando que cualquier interpretación que se aleje de estos elementos esenciales distorsiona su verdadero significado. “Todo lo que se diga del misterio guadalupano, más allá de esto, es mentira, es querer usarlo para ideologías”, afirmó.

Desde el inicio de su pontificado, Francisco expresó su devoción por la Guadalupana en múltiples ocasiones, resaltando el papel que tiene como símbolo de fe, consuelo y unidad, visitando su santuario, dedicándole oraciones y homilías, y promoviendo su veneración como parte esencial de la espiritualidad católica.

Una medalla de la Virgen de Guadalupe entregada por la doctora Selva Tissera marcó un punto de inflexión en la vida del entonces padre Jorge Mario Bergoglio, quien atravesaba una profunda crisis personal en la ciudad de Córdoba, Argentina.

De acuerdo con el libro La vida oculta de Bergoglio, escrito por el periodista argentino Armando Rubén Puente y citado en el portal de comunicación católico Desde la Fe, el actual Papa Francisco vivió un periodo de aislamiento y reflexión en la Residencia Mayor de la Compañía de Jesús en Córdoba, ubicada en la calle Caseros 141. Este retiro ocurrió después de que dejara su cargo como Provincial de la orden en Argentina, un puesto que había asumido a los 36 años. A los 52 años, Bergoglio se encontraba sumido en una crisis interior que lo llevó a limitar sus actividades a la celebración de misas y la confesión en el templo anexo a la residencia.

El libro de Puente detalla que este periodo fue especialmente difícil para el sacerdote, quien pasaba largas horas en oración frente al Santísimo Sacramento. Durante este tiempo, Bergoglio reflexionaba sobre su infancia y recordaba a sus padres y abuelos inmigrantes. Según el jesuita Carlos Carranza, citado en la obra, el padre Bergoglio se dedicaba casi exclusivamente a orar, lo que llevó a sus compañeros a preocuparse por su estado de salud.

El director de la residencia, el padre José Antonio Sojo, intentó ayudarlo ofreciéndole cambiar de habitación a una más tranquila, alejada del ruido de la calle, para que pudiera descansar mejor. Sin embargo, Bergoglio rechazó esta propuesta. Sus compañeros religiosos lo veían a menudo sentado en la galería de la casa, con la mirada perdida, lo que aumentaba su preocupación por su bienestar emocional.

En este periodo, la doctora Selva Tissera, quien atendía al sacerdote por sus dolencias, decidió llevarle la medalla de la Virgen de Guadalupe como un gesto de apoyo. Según su testimonio relatado en el libro, Bergoglio se conmovió profundamente al recibirla y se la colgó al cuello de inmediato, lo cual, según reconocería más tarde el propio Bergoglio, marcó un antes y un después en su vida.

El papa Francisco, nacido como Jorge Mario Bergoglio el 17 de diciembre de 1936 en Argentina, se convirtió en el primer pontífice americano en la historia de la Iglesia Católica el 13 de marzo de 2013. De acuerdo con el portal web de la Arquidiócesis de Atlanta, antes de dedicarse al sacerdocio, Bergoglio se graduó como técnico químico, una carrera que inició en su juventud en Argentina, sin embargo, su vocación lo llevó a ingresar al seminario Diocesano de Villa Devoto y, en 1958, a unirse al noviciado de los jesuitas.

Durante su formación, se especializó en humanidades y obtuvo una licenciatura en Filosofía en el Colegio de San José, ubicado en San Miguel. Más tarde, ejerció como docente de Literatura y Psicología en las ciudades de Santa Fe y Buenos Aires, pero no fue hasta 1969 que Bergoglio fue ordenado sacerdote, consolidando su camino dentro de la Iglesia.

Según la información consultada, cuatro años después, en 1973, realizó su profesión final como jesuita y fue nombrado Provincial de la orden en Argentina, cargo que desempeñó durante seis años. Este rol le permitió liderar a los jesuitas en un período complejo para el país, marcado por tensiones políticas y sociales. Posteriormente, asumió responsabilidades como rector y sacerdote en la parroquia de San Miguel, además de servir como director espiritual y confesor en Buenos Aires.

En 1998, asumió el cargo de Arzobispo de Buenos Aires, convirtiéndose en el primado de Argentina y en el ordinario para los fieles de rito oriental que no contaban con un obispo propio en el país. Posteriormente, en 2001, nuevamente bajo el pontificado de Juan Pablo II, Bergoglio fue elevado al rango de cardenal, recibiendo el título de San Roberto Bellarmino. Durante su tiempo como cardenal, se destacó por su humildad y su enfoque en los sectores más vulnerables de la sociedad, características que definirían su posterior papado.

Finalmente, el 13 de marzo de 2013, Jorge Mario Bergoglio fue elegido como el 266º Papa de la Iglesia Católica, adoptando el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís, símbolo de humildad y servicio a los pobres.