Cómo eran los monstruos de dos cabezas que advirtieron a Moctezuma la llegada de Hernán Cortés a Tenochtitlán

Fue en 1519 cuando Hernán Cortés llegó a México acompañado de un ejército con la intención de conquistar nuevas tierras. En 1521, dicha conquista se concretó no sin que antes acontecieran una buena cantidad de sangrientas batallas entre los españoles y los mexicanos.

El imperio mexica resistió todo lo que pudo, pero no logró vencer a los españoles y las alianzas que formaron con otros pueblos. No obstante, se cuenta que antes incluso de que Cortés llegara a Veracruz, Moctezuma, Tlatoani gobernante de la Gran Tenochtitlán, supo lo que pasaría.

Se habla de que incluso 10 años de la llegada de los españoles, los mexicas, o al menos los nobles, ya tenían conocimiento de extranjeros que iban a invadir México desde el mar. Según la historia oral y los códices mesoamericanos, tales como el Florentino y el Telleriano-Remensis, Moctezuma fue testigo de varios presagios funestos que le advirtieron sobre la caída de su imperio.

Uno de los presagios más aterradores fue, de hecho, el que tenía que ver con monstruosidades que habían sido avistadas cerca del lago de Texcoco. Estas criaturas infernales tenían dos cabezas, cuatro brazos y tres ojos.

Para ser mostradas a Moctezuma, los monstruos fueron capturados y llevados ante él. Al presentar dichos seres, el Tlatoani sólo tuvo que observarlos para que, en un hecho inexplicable, desaparecieran sin dejar rastro alguno.

Estos sucesos se inscriben dentro de una serie de ocho eventos que, según la narrativa histórica, auguraban cambios drásticos en el imperio prehispánico y alteraban la cotidianidad de su sociedad. El clímax de estas señales presagiaba la llegada de un ser de otra esfera, lo cual sucedió con la entrada de Hernán Cortés en Tenochtitlan.

Se describen varios presagios funestos que avisaron a Moctezuma II, el tlatoani del Imperio, sobre la llegada de los españoles. Se dice que estos sucesos tuvieron lugar durante los diez años anteriores al desembarco de Hernán Cortés en 1519. La tradición señala ocho augurios principales:

• Una columna de fuego en el cielo: Se registró el avistamiento de un cometa o “fuego espacial” que apareció en el cielo nocturno, semejante a una especie de columna llameante.
  
• El incendio del templo de Huitzilopochtli: El recinto sagrado de uno de los dioses principales aztecas se consumió por las llamas sin razón aparente, y no pudo ser extinguido: fue interpretado como un mal augurio.
  
• Rayo sin nubes: Un rayo impactó el templo de Tzonmolco en Tenochtitlan, aún en un día despejado y sin tormentas, causando destrozos en la estructura.
  
• El lago de Texcoco hierve: Las aguas del lago que rodeaba la ciudad de Tenochtitlan se observaron burbujear y agitarse sin la influencia de vientos fuertes.
  
• Llanto de una mujer: Se escucharon lamentos y llantos de una mujer por las noches que recorría las calles diciendo frases premonitorias sobre el destino de los aztecas.

• Un ave extraña: Un ave de apariencia inusual fue capturada, y se decía que en su cabeza traía un espejo en el que Moctezuma observó hombres montados a caballo, una visión interpretada como la llegada de seres extranjeros.
  
• Monstruosidades nacidas: Se reportaron el nacimiento de criaturas deformes o niños con dos cabezas, vistas como signos de cambios desfavorables para el imperio.
  
• Invasión de seres extraños: Hubo informes de figuras extrañas con muchas patas vistas a lo largo de la costa, posiblemente relacionadas con la presencia de los españoles y sus barcos.

Los presagios podrían haber sido concebidos o reinterpretados para dar sentido a la inesperada y catastrófica caída del Imperio Azteca a manos de los conquistadores. Esta narrativa refleja la compleja interacción entre el mito, la historia y el psicodrama colectivo experimentado por los aztecas ante la llegada de los conquistadores europeos.