“El guardián de las almas después de la muerte”: por qué los perros eran sagrados para mayas y mexicas

Si la persona había tratado bien a los perros, el Xolo colocaba el alma sobre su lomo y le ayudaba a cruzar hacia el Mictlán

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Un perro de raza xoloitzcuintle,
Un perro de raza xoloitzcuintle, la cual era considerada una guía en el camino del inframundo. (AP Foto/Marco Ugarte)

Considerado el mejor amigo de los humanos, el perro es afín a la vida, pero también a la muerte, ya que acompaña o conduce el alma de las personas en el camino al reino del Mictlán.

Las culturas prehispánicas consideraban al perro como el guardián de la vida después de la muerte, según diversos estudios, explicó la arqueóloga e investigadora del Centro INAH Quintana Roo, Carmen Rojas Sandoval.

“El perro está unido al humano en las civilizaciones mesoamericanas; ha sido un binomio perro-humano; ganó nuestros corazones en la historia de la humanidad”, dijo la investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

En la celebración del Día de Muertos se debe considerar que el perro juega un papel muy importante para los mexicanos desde hace siglos, pues desde antes de la llegada de los españoles se consideraba que estos animales eran los encargados de ayudar a las almas a cruzar el río del inframundo para llegar al mejor sitio de descanso para los muertos.

En la cultura prehispánica, la función más importante que cumplían los xoloitzcuintles era la de ayudar a pasar a las almas por un profundo y caudaloso río que atraviesa la tierra de los muertos.

Si la persona en vida había tratado mal a los animales, especialmente a los perros, el Xolo se negaría a ayudarlo a pasar, por lo cual no sería capaz de pasar y su alma quedaría vagando en una especie de limbo.

El Xoloitzcuintle ayudaba con gusto
El Xoloitzcuintle ayudaba con gusto a las personas que en vida fueron buenas con los animales, pero se negaba a auxiliar a quiene habáin incurrido en maltrato animal. FOTO: Archivo

Por el contrario, si la persona muerta había tratado bien a los perros cuando se encontraba con vida, el Xolo tomaría con gusto el alma, la pondría sobre su lomo y la llevaría nadando hasta el otro lado, donde podría seguir su camino al Mictlán.

Tenemos entonces la figura del perro en su acepción sagrada, como el dios perro, Xólotl, pero también en la vida productiva, social y familiar.

La arqueóloga del Instituto Nacional de Antropología e Historia INAH (INAH) recordó que el perro era muy apreciado en las culturas prehispánicas por su ayuda en la cacería, pero también por su importante acompañamiento emocional en las familias.

La presencia canina en las culturas mesoamericanas, incluida la maya, es una constante en diferentes contextos arqueológicos; tanto figura sagrada como en la vida cotidiana.

El perro siempre aparece en enterramientos, códices, esculturas, arquitectura, pinturas: “el vínculo entre perros y humanos es ancestral y permanente; ganó nuestros corazones en la historia humana”.

El vínculo entre humanos y
El vínculo entre humanos y perros es ancestral, aseguró al investigadora del INaH. FOTO: INAH

Carmen Rojas Sandoval, en su labor de arqueóloga, ha encontrado huesos caninos en contexto funerario, en cuevas inundadas en la Península de Yucatán, como es el caso del cenote Canun, en donde encontró un cráneo de perro.

La especialista en arqueología subacuática explicó, de manera sencilla, que el perro era muy apreciado en las culturas prehispánicas, pero también desde épocas prehistóricas, pues tanto humanos como perros tienen técnicas de cacería similares.

Se le identifica como la deidad Xólotl del atardecer y la noche; dios de la estrella vespertina, de la oscuridad, del inframundo; en la dualidad de la cosmovisión maya, se le relaciona con Venus. De ahí el nombre xoloitzcuintle de la raza de perro originaria de México.

Destacó algunos hallazgos arqueológicos importantes en México, como el enterramiento de 24 perros en la zona arqueológica de Tlatilco, Estado de México; el perro momificado encontrado en la Cueva La Candelaria, en Cuatrociénegas, Coahuila; y las evidencias arqueológicas del consumo sagrado de carne de perro en Teotihuacan, por ejemplo.

En la actualidad, sigue teniendo funciones muy importantes en la vida de las personas como animales de compañía, apoyo emocional y perros de trabajo: rescatista de personas, policía, guía de personas ciegas, entre otras.