El monumento que debes visitar antes de noviembre si viajas a París: el ‘Imperio de la muerte’ con más de 350 kilómetros de galerías subterráneas

Este espacio permanecerá abierto hasta el 3 de noviembre, cuando se cerrará al público durante seis meses para llevar a cabo obras de restauración

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El monumento de París que
El monumento de París que cierra en noviembre (Montaje Infobae España).

La fascinación por lo oculto y por los misterios que encierra el subsuelo de París ha acompañado a la ciudad desde hace siglos. Bajo las elegantes calles, los monumentos y los apacibles bulevares discurre una red de galerías y túneles de más de 350 kilómetros, que forman parte de uno de los osarios más singulares e inquietantes del mundo: las catacumbas. Esta vasta necrópolis subterránea, situada principalmente bajo el barrio de Denfert-Rochereau, en el sur de la capital, ha sido a la vez refugio, cementerio y fuente inagotable de leyendas urbanas. No debe confundirse con la cripta galo-romana de Notre Dame, ya que las catacumbas conforman por sí solas un espacio de memoria, arte y misterio que sigue atrayendo a miles de visitantes cada año.

Sin embargo, este inquietante lugar se prepara para un importante cambio. Desde hace más de dos siglos, sus galerías han sido testigo del paso de millones de visitantes y del inevitable deterioro provocado por la humedad, el dióxido de carbono y el propio tránsito humano. Ahora, la ciudad de París anuncia que las catacumbas cerrarán sus puertas temporalmente a partir del 3 de noviembre de 2025 y permanecerán inaccesibles durante aproximadamente seis meses, hasta la primavera de 2026, mientras se desarrollan obras de renovación y modernización de gran envergadura.

Grandes mejoras en las catacumbas

Durante los seis meses que dure el cierre, los responsables del museo acometerán mejoras significativas en el recorrido. Está previsto renovar el suelo del osario, actualizar los sistemas de ventilación e iluminación y ofrecer una escenografía totalmente nueva, enfocada en aportar una experiencia más didáctica y destacar puntos del recorrido que hasta ahora pasaban desapercibidos. El objetivo, además de conservar a largo plazo los millones de huesos debilitados por la altísima humedad (cercana al 90%), es cuidar la integridad de este patrimonio y garantizar su accesibilidad para las futuras generaciones.

Catacumbas de París, en Francia
Catacumbas de París, en Francia (Adobe Stock).

Esta modernización incluirá la creación de un espacio especial para exposiciones temporales y nuevos actos culturales, con el fin de incentivar las visitas de la población local y no solo de los turistas. Los responsables destacan que, desde 2023, ya han puesto en marcha trabajos de restauración sin necesidad de cerrar por completo; sin embargo, la magnitud de las nuevas obras exige una pausa total en las visitas.

El recorrido por el ‘Imperio de la Muerte’

El origen de las Catacumbas de París se remonta al siglo XVIII, cuando la creciente población y la utilización continuada de cementerios urbanos, especialmente el Cimetière des Innocents, habían convertido algunas zonas del centro en focos de insalubridad y contaminación del subsuelo. En abril de 1777, por orden del Consejo del Rey, comenzaron los traslados masivos de restos humanos desde los cementerios saturados hasta las antiguas canteras subterráneas del sur de la ciudad.

Con el paso del tiempo, estos túneles, situados a unos 20 metros bajo tierra y con una extensión de 11.000 metros cuadrados, se transformaron en un auténtico “Imperio de la Muerte”, diseñado meticulosamente por Héricart de Thury y abierto al público en 1809 como osario municipal. La experiencia de recorrer las Catacumbas de París comienza por una estrecha escalera de caracol que desciende hasta un vestíbulo subterráneo. Allí, una sala introductoria prepara al visitante para lo que está a punto de contemplar: interminables hileras de cráneos y fémures, dispuestos con una sorprendente precisión a lo largo de dos kilómetros legales, apenas una mínima parte del laberinto total.

Catacumbas de París, en Francia
Catacumbas de París, en Francia (Adobe Stock).

No faltan advertencias sobre la pertinencia de visitar solo los tramos autorizados, a pesar de que existe todo un submundo de catáfilos (visita clandestina de las catacumbas y otros espacios subterráneos). A su vez, se recomienda acudir con calzado cómodo y una chaqueta ligera, pues la temperatura y el ambiente invitan a la prudencia más que al atrevimiento. Quienes se adentran en este osario quedan sobrecogidos ante la abundancia de huesos y por las inscripciones dispersas entre los montones, algunas procedentes de poetas como Lamartine, que dejó escrito: “Así todo cambia, así todo pasa, así nos vamos pasando. ¡Ay! Sin dejar más huella que este barco donde nos deslizamos bajo este mar donde todo se desvanece”.

La atmósfera, cargada de historia, invita tanto a la reflexión como al asombro. No todos los huéspedes de este lugar son anónimos. Entre las personalidades cuyos restos descansan aquí figuran Charles Perrault, Rabelais y Racine, quienes comparten espacio con millones de desconocidos. La Galería de los Huesos, de 800 metros de longitud, es uno de los tramos más famosos y frecuentados del recorrido autorizado, donde la memoria colectiva de la ciudad parece palparse en cada rincón.

Consideraciones prácticas para la visita

La singularidad de las Catacumbas de París viene acompañada de algunas recomendaciones prácticas. Por razones de seguridad y respeto, la edad mínima requerida para realizar la visita suele estar en torno a los catorce años, aunque el acceso está regulado y se exige siempre la vigilancia de adultos para los menores de dieciséis. No es necesario un equipo especializado, pero sí calzado plano y ropa de abrigo ligera, dadas las condiciones subterráneas. El recorrido no es accesible para personas con movilidad reducida debido a las características de las escaleras y pasillos históricos.

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Los visitantes pueden encontrar paneles informativos sobre la procedencia de los huesos y las diferentes etapas del traslado y organización de los restos a lo largo de las décadas. Este museo subterráneo cuenta también, fuera de las fechas de cierre previstas, con numerosos recursos didácticos para entender no solo la historia del osario, sino la evolución misma de París y sus transformaciones urbanas.