Cuando cepillarse los dientes no es suficiente: por qué aparece el mal aliento y cómo evitarlo

En ocasiones, el origen de la halitosis no se encuentra en la boca, sino en las amígdalas o en el estómago

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Mujer con mal aliento (Shutterstock)
Mujer con mal aliento (Shutterstock)

El mal aliento suele estar asociado a no lavarse los dientes, pero no siempre se explica por esto. Hay personas que se preocupan por cuidar su boca y se cepillan los dientes regularmente y aun así sufren de halitosis. Esto suele explicarse por distintas causas no relacionadas con la higiene bucal.

Uno de los focos más frecuentes del mal aliento es la lengua. Aunque suele pasarse por alto, su superficie (especialmente la parte posterior) acumula bacterias que producen compuestos sulfurados responsables del olor desagradable. Estas bacterias no siempre se eliminan con el cepillado tradicional de los dientes. Por eso, los odontólogos recomiendan incorporar la limpieza de la lengua a la rutina diaria, ya sea con un raspador específico o con el propio cepillo.

Las encías también juegan un papel clave, puesto que algunas enfermedades periodontales como la gingivitis o la periodontitis se desarrollan cuando la placa y el sarro se acumulan en la línea gingival. Esta situación genera inflamación, sangrado e incluso infección, condiciones ideales para la proliferación de bacterias que causan mal olor. En estos casos, el mal aliento puede ser una señal de alerta temprana. La solución pasa por controles odontológicos regulares y limpiezas profesionales, además de una higiene cuidadosa en casa.

La boca seca provoca mal aliento

Otro factor determinante es la boca seca o xerostomía. La saliva cumple una función esencial al limpiar la cavidad bucal y neutralizar bacterias. Cuando su producción disminuye, ya sea por deshidratación, consumo de ciertos medicamentos o respiración bucal, las bacterias se multiplican con mayor facilidad. Mantener una adecuada hidratación y moderar el consumo de alcohol y cafeína puede marcar una diferencia notable.

Otro de los aspectos que pasan más desapercibidos es la alimentación, pues esta también influye en el olor que emana nuestra boca. Algunos productos como el ajo, la cebolla o el café contienen compuestos volátiles que permanecen en la boca y el organismo durante horas, incluso después del cepillado. Estos olores pueden reaparecer con la respiración. Para quienes no quieren renunciar a estos alimentos, los expertos sugieren moderación y el uso de enjuagues antibacterianos que ayuden a reducir los residuos odoríferos.

López Rosetti - La importancia de cepillarse los dientes - Home

Cuando el mal aliento no está en la boca

En algunos casos, la causa del mal aliento no está en la boca, sino en el sistema digestivo. El reflujo gastroesofágico permite que los ácidos del estómago asciendan por el esófago, generando un olor característico en el aliento. Cuando la halitosis se acompaña de ardor o molestias digestivas, es recomendable consultar con un especialista para abordar el problema de raíz.

Las amígdalas también pueden ser responsables. En sus pequeñas cavidades pueden formarse cálculos amigdalares, acumulaciones de restos de comida, moco y bacterias que desprenden un olor intenso. Este problema es común en personas con infecciones recurrentes de garganta. Un otorrinolaringólogo puede evaluar las opciones de tratamiento si la situación se vuelve crónica.

No hay que olvidar que el consumo de tabaco agrava todos los factores anteriores. Además de dejar un olor persistente, el tabaco reseca la boca y favorece enfermedades de las encías. Abandonar este hábito no solo mejora el aliento, sino que tiene un impacto positivo en la salud general.