
El pasado martes 16 de diciembre, Ana García Obregón se encontraba en su domicilio de Madrid preparándose para acudir como colaboradora al programa Y ahora Sonsoles cuando recibió una llamada inesperada que la puso en alerta. Al otro lado del teléfono le informaban de que su nombre aparecía vinculado a una información publicada por The New York Times, una noticia que la convirtió de manera repentina en protagonista de un asunto de alcance internacional.
La reacción inicial de la bióloga fue de absoluta incredulidad. Según relató posteriormente, se quedó “flipada” al conocer el contenido del reportaje. El citado artículo aseguraba que la actriz había conocido en Nueva York al empresario estadounidense Jeffrey Epstein y que, siempre según el diario norteamericano, la familia García Obregón habría contribuido al crecimiento de la fortuna del financiero. En concreto, el texto señalaba que el padre de la presentadora, Antonio García Fernández, habría contratado a Epstein en la década de los años 80 con el objetivo de recuperar unas inversiones realizadas en una firma de corretaje que se encontraba en quiebra.

El reportaje iba más allá y ponía el foco en la relación personal que Ana García Obregón y Jeffrey Epstein habrían mantenido durante aquellos años. Sin embargo, tanto en su libro autobiográfico Así soy yo, publicado en 2012, como en sus declaraciones actuales, la actriz desmiente de forma rotunda que entre ambos existiera una relación sentimental. Según sostiene la propia Obregón, Epstein —a quien ella se refiere como Jeff en su obra— fue una persona protectora y cuidadosa con ella durante esa etapa de su vida.
Ana García Obregón y Jeffrey Epstein se conocieron en Nueva York en 1981, cuando la actriz se trasladó a la ciudad para estudiar Arte Dramático. En aquel momento personal, la presentadora acababa de poner fin a su relación con Miguel Bosé y no se encontraba emocionalmente preparada para iniciar nuevas ilusiones sentimentales. En ese contexto, Epstein le abrió las puertas de la ciudad, la ayudó a integrarse y la hizo sentir menos sola en una etapa de cambios y aprendizaje lejos de España.
Según su versión, Epstein fue un amigo y nada más. La propia Ana reconoce que en algún momento él se insinuó, pero asegura que ella le frenó de inmediato. Además de negar cualquier affaire con el empresario —más tarde condenado por delitos de pederastia y conocido por su relación con el expríncipe Andrés—, la actriz también aclara que ninguna empresa de su familia estuvo en quiebra, aunque no niega que Epstein pudiera haber estado implicado en alguna gestión puntual con los García Obregón. Ana subraya que su relación con él se produjo en una época en la que aún no se conocían los escándalos que más tarde saldrían a la luz.
Jeffrey Epstein, a punto de invertir en La Moraleja
En aquel entonces, afirma, jamás pudo imaginar que el hombre al que consideraba su amigo pudiera convertirse en el ser “repugnante” que con el tiempo se reveló ante el mundo. Ahora, El español saca a la luz nuevos detalles sobre cómo fue realmente esa amistad. Ana y Jeffrey viajaron juntos a España, concretamente a Madrid, “sobre el año 84”, siempre como amigos. Epstein quería conocer el país y el viaje se prolongó cerca de una semana.
Según afirma una fuente de total solvencia al ya citado medio, el magnate quedó “enamorado”, no solo de la ciudad de Madrid, sino también de la exclusiva urbanización de La Moraleja, donde residía entonces toda la familia García Obregón y donde Ana sigue viviendo en la actualidad. Tal y como ha relatado la propia actriz, presentó a Epstein a sus padres y hermanos. “Era encantador y muy amable”, se destaca sobre la impresión que causó en su entorno familiar. Tan buena fue su experiencia en Madrid que llegó a verbalizar su deseo de vivir una temporada en la capital e incluso invertir en el sector inmobiliario.

Tras aquel viaje, los amigos continuaron viéndose en Estados Unidos durante los años posteriores, y Epstein se convirtió en un apoyo importante para Ana en su etapa americana. Con el paso del tiempo, la vida terminó separándolos. Años más tarde saldría a la luz que Jeffrey Epstein lideraba una red de explotación sexual de menores. Para entonces, Ana García Obregón ya había regresado a España y el contacto entre ambos se había perdido por completo. Tiempo después, la actriz volvió a contactar con él únicamente para manifestarle su profunda decepción al conocerse sus actos. Nada quedaba ya de aquella amistad que se había forjado en Nueva York.
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