
Cami, una estadounidense de 38 años, trabajaba a tiempo completo como enfermera en un hospital de Arizona. Durante trece años, se dedicó en cuerpo y alma sus pacientes en una unidad de trasplante de médula ósea, pero algo dentro de ella empezó a querer explorar nuevos terrenos en la vida.
La enfermera encontró un nuevo camino abriendo una pequeña lavandería en octubre de 2020. Cinco años después, ha dejado su trabajo como enfermera gracias al éxito de su negocio, que le permite ganar más de 500.000 dólares anuales. “Ahora solo trabajo entre cinco y seis horas a la semana”, asegura Cami en una entrevista con CNBC Make It.
Eso sí, advierte la empresaria, lograrlo no ha sido un camino de rosas. El despegue de su empresa ha llegado después de cinco años de intenso trabajo. La lucha, sin embargo, ha merecido la pena para esta joven emprendedora: “Es la primera vez que puedo volver a casa por Navidad, tener cada fin de semana libre”, asegura.
Vendió su casa para iniciar el negocio

Tras trece años en la enfermería, Cami buscaba un cambio que no implicase volver a estudiar. “Sabía que mi única salida del trabajo era tener un negocio”, ha afirmado a CNBC Make It. La joven consideró varias opciones, desde el alquiler de trasteros a la compra de un parque de casas prefabricadas, pero en su búsqueda encontró el anuncio de venta de una lavandería.
Un conocido le puso en contacto con el propietario de dos lavanderías, quien le animó a invertir en este tipo de negocios. “Me dijo algo que nunca olvidaré: ‘Si pudiera volver atrás, no iría a la universidad ni haría un máster. Solo compraría lavanderías, porque las lavanderías son sinónimo de dinero’”, ha recordado.
Para conseguir comprar el local, Cami lo arriesgó todo: vendió su vivienda en abril de 2020 por 310.000 dólares (unos 286.000 euros) y se trasladó a un piso de alquiler. Tras liquidar la hipoteca, dispuso de unos 150.000 dólares (unos 138.500 euros) de capital, a los que sumó 50.000 dólares (unos 46.100 euros) de sus ahorros para realizar un pago inicial de 200.000 dólares (unos 184.500 euros) en octubre de 2020. El resto, 100.000 dólares (unos 92.300 euros), lo financió directamente con el vendedor a un interés del 6% durante dos años, aunque ha indicado que liquidó la deuda en un año y medio. “Vender mi casa no fue algo que me asustara. Me ilusionaba más ser propietaria de un negocio que de una vivienda”, ha asegurado Cami.
El local, con más de veinte años de actividad, ya generaba beneficios cuando Cami lo adquirió. Invirtió 20.000 dólares (unos 18.500 euros) en reformas para mejorar la iluminación, el suelo y la pintura, con el objetivo de crear un ambiente más acogedor.
Cami ha reconocido a CNBC Make It que no contaba con experiencia previa en gestión o liderazgo, lo que supuso su principal reto inicial. De forma autodidacta, a través de pódcast, libros y congresos especializados, fue poco a poco aprendiendo los tejemanejes del negocio.
Los beneficios de una lavandería en Estados Unidos
En la lavandería, los precios de las máquinas varían desde los 25 centavos (unos 0,23 euros) por siete minutos de secadora hasta los 12 dólares (unos 11 euros) por carga en lavadoras de gran capacidad. El servicio de recogida y entrega de ropa tiene tarifas variables según el encargo.
Según datos de The Laundry Association, una lavandería media puede generar un flujo de caja anual de entre 15.000 y 300.000 dólares (entre 13.800 y 276.900 euros), pero Cami ingresa mucho más: el negocio ha generado en el último año unos ingresos de 475.000 dólares, a los que se suman cerca de 30.000 dólares procedentes del alquiler de un local anexo ocupado por una peluquería. En total, la exenfermera gana 505.000 dólares al año con su negocio, unos 430.000 euros.
La difusión de contenido en redes sociales también le ha reportado beneficios. En los primeros seis meses de 2024, Cami consiguió unos 22.000 dólares por sus publicaciones, y prevé alcanzar en 2025 una cifra cercana a los 200.000 dólares (unos 184.500 euros).
A este ritmo, Cami calcula que podría jubilarse en unos seis o siete años, o bien mantener la propiedad y delegar la gestión. También contempla la posibilidad de adquirir un segundo local, ya sea comprando otra lavandería o abriendo una nueva, para hacerla crecer y venderla posteriormente con beneficios.
Aunque reconoce que echa de menos el ambiente de trabajo en el hospital, valora especialmente la flexibilidad y el equilibrio entre vida personal y profesional que le ofrece su nueva ocupación. “Ya no tengo que pedir permiso a un jefe o a un responsable para hacer un viaje inesperado o cualquier otra cosa. Mi libertad de tiempo ha cambiado por completo”, ha destacado.
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