La nueva tendencia para cuidar la piel: lo que dice la ciencia sobre la baba de caracol

Si bien el mundo cosmético exalta los beneficios de la baba de caracol, la investigación médica actual subraya las limitaciones y recomienda cautela

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La ciencia estudia los beneficios
La ciencia estudia los beneficios de la baba del caracol(Imagen Ilustrativa Infobae)

A lo largo de la última década, la baba de caracol ha pasado de ser una rareza en el universo de la belleza a consolidarse como uno de los ingredientes estrella en la industria cosmética global. Productos basados en este molusco han ido ganando popularidad, impulsados por campañas de ‘influencers’ y el auge de la cosmética coreana. El atractivo reside en sus supuestas propiedades regenerativas e hidratantes. Lo curioso de esta nueva moda está en que mucho antes de las redes sociales, civilizaciones antiguas ya usaban el moco de caracol para tratar heridas y mejorar la apariencia de la piel.

En la actualidad, su presencia es común en cremas, sueros y mascarillas de todas las gamas, aunque lo que realmente hace única a la baba de caracol es su composición. El mucílago que generan los caracoles mientras se desplazan contiene una mezcla compleja de moléculas con potencial biológico: vitaminas, glicoproteínas, péptidos antimicrobianos y polisacáridos capaces de retener agua. Esa combinación ofrece efectos positivos sobre la hidratación, la reparación cutánea y la inflamación.

A pesar de la tendencia y las expectativas la pregunta sobre su eficacia real sigue vigente. Para responderla, la ciencia ha producido trabajos tanto en modelos animales como en humanos que han conseguido demostrar si estamos ante una moda sin utilidad más o un hábito que puede beneficiar la salud cutánea.

La evidencia científica sobre la baba de caracol

Diversas investigaciones han explorado el potencial de la baba de caracol en el ámbito dermatológico y reconstrucción cutánea. Estudios in vitro y experimentos en animales han señalado que ciertos componentes, como la alantoína y las glicoproteínas, participan en la estimulación de la síntesis de colágeno y en la mejora de la migración celular. Estos procesos se relacionan con una mejoría en la cicatrización de heridas y la recuperación de la textura de la piel. El resto de compuestos presentes, como los proteoglicanos, colaboran en la hidratación al atraer y retener agua, lo que se traduce en una apariencia más firme y elástica.

En el terreno de la evidencia clínica sobre personas, la situación resulta más matizada. Algunas revisiones científicas han encontrado que el uso constante de formulaciones que contienen baba de caracol puede mejorar la elasticidad, hidratación y textura de la piel. Pese a ello, la mayoría de los ensayos controlados presentan limitaciones. El consenso actual en la comunidad científica indica que, aunque la biología básica respalda el potencial, todavía se carece de suficientes ensayos clínicos a gran escala para confirmar los beneficios que promete la industria cosmética.

¿Cómo se realiza la extracción?

El éxito internacional de la baba de caracol se ha traducido en una expansión comercial en la que la transparencia y las prácticas responsables no siempre marchan al mismo ritmo que el crecimiento de ventas. La obtención de la baba se realiza a través de distintos métodos y no todos garantizan el bienestar animal. En las formas más cuidadosas, los criadores estimulan voluntariamente la secreción del caracol con métodos leves, como gotas de solución salina o manipulación manual, y tras la recolección permiten que los moluscos se recuperen antes de devolverlos a su hábitat.

La baba se extrae de
La baba se extrae de manera extrema del animal en mucha ocasiones. REUTERS/Ardee Napolitano

No obstante, han salido a la luz prácticas mucho más agresivas, especialmente en contextos donde la regulación es escasa o inexistente. Informes de organizaciones de derechos animales como PETA denuncian métodos que incluyen la ruptura de la concha o lavados en agua fría para maximizar la producción de baba, provocando estrés severo y sufrimiento en los animales. La demanda global pone presión en los productores para obtener mayores volúmenes, lo que puede llevar a descuidar los procesos “cruelty free” en favor del rendimiento económico.