
A medida que envejecemos, uno de los mayores aprendizajes es que el tiempo se vuelve un recurso más limitado. La paradoja es que, aunque el tiempo sigue siendo el mismo, adquirimos mayor claridad sobre cómo queremos emplearlo. Esta claridad, aunque liberadora, también puede ser incómoda, especialmente cuando se trata de las relaciones familiares.
Durante años, nos han enseñado que “la familia lo es todo”, pero la psicología nos ofrece una perspectiva más compleja. Las relaciones pueden ser reguladoras o desreguladoras: unas nos hacen sentir tranquilos, seguros y auténticos, mientras que otras nos dejan ansiosos, agotados o confundidos.
La psicología nos invita a reflexionar sobre el impacto de estas relaciones en nuestra salud mental. Cuando el contacto con un familiar se convierte en una fuente constante de angustia, dar un paso atrás no es un acto frío ni egoísta, sino un acto de cuidado. En términos sencillos, cada minuto invertido en una relación puede restarnos tiempo para otras áreas de nuestra vida: nuestra salud, nuestra pareja, nuestro trabajo, o incluso el bienestar de otros familiares cercanos que sí aportan algo positivo.

Estos son 8 tipos de familiares a los que la psicología advierte que hay que mantener alejados o al menos, ponerles algún tipo de límite en caso de que se encuentren en nuestra vida:
El crítico crónico
Este tipo de familiar es el que te deja sintiéndote más pequeño después de cada interacción. Constantemente te critica, ya sea tu forma de criar a tus hijos, tu dieta o tus decisiones laborales. Con el tiempo, estas críticas constantes activan un estado de “vergüenza crónica”, que deteriora la autoestima.
Con estas personas, lo ideal es establecer límites claros y defender tu espacio emocional. Simplemente comunicar, con firmeza, que no tolerarás ciertos comentarios. Y luego, si es necesario, cortar la interacción.
La excavadora de límites
Las personas que constantemente invaden tus límites, ya sea apareciendo sin avisar o compartiendo información privada que les pediste que mantuvieran en secreto, son difíciles de manejar.
Para que respeten tu intimidad, has de repetir constantemente cuál es tu límite sin justificaciones. Si la situación se intensifica, puedes optar por terminar la conversación de manera tranquila pero firme.
El manipulador
El gaslighting es un comportamiento manipulador que te hace dudar de tu propia memoria y percepción. “Eso nunca pasó”, “Estás exagerando” o “Todos piensan que estás siendo demasiado sensible” son frases típicas que distorsionan tu realidad.
Como solución, simplemente hay que dejar de discutir con estas personas, pedir consejo a la gente de tu entorno para que te ayuden a identificar los patrones; y si es necesario, reducir o cortar la relación.
El agente del caos
Este familiar disfruta sembrando discordia. Se alimenta del drama, ya sea avivando viejos rencores o creando conflictos en eventos familiares importantes.
Para cortar de raíz su comportamiento, no hay que entrar en sus conflictos, evitar situaciones que lleven a ellos y en el peor de los casos, si la situación persiste, tomar distancia.
El tomador
Las relaciones son más saludables cuando son recíprocas, pero algunas personas solo buscan aprovecharse de tu tiempo y energía. Te piden favores, pero rara vez te devuelven el apoyo.
Estar siempre disponible para las personas, sobre todo para las que no corresponden tu disponibilidad, suele ser contraproducente. Es por esto, por lo que hay que comenzar a decir “no puedo” en lugar de hacer siempre lo posible por estar presente.
El ofensor impenitente
Las personas que constantemente te ofenden, sin mostrar remordimiento o responsabilidad por sus actos, socavan la confianza en la relación. Si no hay un esfuerzo por reparar el daño, el contacto puede volverse emocionalmente destructivo.
Para saber cuándo hay que cortar relación con estas personas, hay que comenzar a reconocer los momentos en que fallan y no en los que piden disculpas. Muchas veces perdonamos todo, pero no siempre es una opción. Si no hay un cambio constante, reduce el contacto y establece consecuencias claras.
El saboteador de valores
Este tipo de familiar desafía o menosprecia tus valores más fundamentales: tu religión, tu orientación sexual, tus creencias políticas o tu estilo de vida. Aunque pueden estar buscando provocarte, lo que en realidad hacen es erosionar tu sentido de identidad.
Contra esto, lo único que se puede hacer es mantener una postura firme y defender tus ideales. Que una persona no diga que es lo correcto, no significa que lleve razón.
Resistencia de alto riesgo sin ayuda
Las adicciones, enfermedades mentales no tratadas y el abuso son situaciones difíciles y peligrosas. Si un familiar se niega a recibir ayuda o cae repetidamente en comportamientos amenazantes, el amor no justifica el contacto.
En estos casos, hay que tomar muchas precauciones, involucrar a profesionales de la salud mental o terapeutas, y tomar decisiones basadas en la seguridad. Si decides reducir el contacto, asegúrate de hacerlo de manera segura y objetiva.
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