Muere a los 67 años el jugador de fútbol que ganó un mundial, venció a Maradona y sumó más de 200 goles

El exfutbolista alemán había sufrido en mayo un ataque al corazón y un derrame cerebral

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The German team assembles for
The German team assembles for a team photo after the presentation ceremony of the 1990 World Cup: (Photo by: Frank Kleefeldt/picture-alliance/dpa/AP Images)

Frank Mill, histórico delantero alemán, ha fallecido a los 67 años en su ciudad natal, Essen, tras no poder recuperarse de un infarto y un derrame cerebral sufridos en mayo de este año. Considerado uno de los referentes del fútbol alemán durante los años 80 y 90, su muerte ha conmocionado al deporte europeo.

Mill no fue una superestrella mediática, pero sí un jugador esencial en la historia del fútbol alemán. Campeón del mundo en Italia 1990, protagonista de más de 500 partidos oficiales y autor de más de 200 goles. Una carrera de leyenda marcada por su paso en el Borussia Mönchengladbach y el Borussia Dortmund. Dueño de un estilo irreverente, jugó durante 20 años en la Bundesliga y dejó una huella imborrable tanto en el campo como fuera de él.

Una vida dedicada al gol

Frank Mill nació el 23 de julio de 1958 en Essen, donde también dio sus primeros pasos como futbolista profesional. Allí disputó cinco temporadas anotando 74 goles en 120 partidos, números que llamaron la atención del Borussia Mönchengladbach. Más tarde se consolidó como ídolo del Borussia Dortmund, y cerró su carrera en el Fortuna Düsseldorf.

Con la selección nacional, vistió con orgullo la camiseta de Alemania Federal en 17 ocasiones, siendo parte del legendario equipo campeón en el Mundial de Italia 1990. Un hito marcado por la victoria ante la Argentina de Maradona. Fue el último título de la Alemania Occidental antes de la reunificación del país. Un momento histórico en el que Mill compartió vestuario con figuras como Franz Beckenbauer, Lothar Matthäus o Rudi Völler.

“Hängesocke”, el delantero sin espinilleras

Más allá de sus estadísticas, Mill fue una figura singular. Su apodo, “Hängesocke” (calcetín colgante), surgió por su costumbre de jugar sin espinilleras. Este rasgo, junto con su picardía y estilo aguerrido, lo convirtió en un jugador diferente, con carácter y carisma.

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Algunos lo consideraron un precursor involuntario de una moda que hoy se observa en muchos futbolistas que usan espinilleras diminutas. Un hecho muy llamativo, ya que en aquella época de fútbol de barro, las espinillas de Mill tuvieron que sufrir.

Un legado que va más allá del fútbol

Tras su retiro, Mill fundó una escuela de fútbol con la que ayudó a cientos de niños y jóvenes, fomentando la inclusión social a través del deporte. Su labor formativa reflejó los valores que siempre defendió dentro del campo: esfuerzo, pasión y compañerismo.

Deja tres hijos. Vanessa, Kevin y Max, y un legado difícil de medir solo en cifras. La Federación Alemana de Fútbol expresó sus condolencias a través de redes sociales, al igual que sus antiguos clubes, donde se convirtió en una figura respetada y admirada.

Frank Mill fue mucho más que un delantero de área. Fue parte de la historia de una Alemania dividida, campeón del mundo, símbolo de una época y mentor de nuevas generaciones. Hoy el fútbol alemán llora a uno de sus jugadores más auténticos.