Una mujer afirma que ha tenido que dejar su piso porque el casero se negó a arreglarle el aire acondicionado estropeado: “Mi coche está mucho más fresco”

En mitad del sofocante verano, historias como la de Jada Robinson y su hijo pequeño ponen el foco en una realidad creciente

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Una persona arreglando un aire
Una persona arreglando un aire acondicionado. (Canva)

El calor en Memphis, en Estados Unidos, alcanza niveles que convierten la vida cotidiana en un verdadero reto para muchos de sus residentes. Las temperaturas medias superan fácilmente los 31,6 °C en el mes de junio y suelen acercarse a los 33,3 °C en julio. En este contexto, el aire acondicionado deja de ser un lujo opcional para transformarse en un elemento básico en cualquier hogar, ya que la ausencia de refrigeración adecuada puede determinar si una vivienda resulta adecuada.

En mitad del sofocante verano, historias como la de Jada Robinson y su hijo pequeño ponen el foco en una realidad creciente: miles de familias estadounidenses no solo afrontan las dificultades de un clima extremo, sino que deben hacerlo sin los recursos necesarios para resolver imprevistos en sus viviendas. Robinson, entrevistada por WREG News Channel 3 Memphis mientras intentaba encontrar alivio dentro de su coche, explicó que lleva semanas esperando la reparación del aire acondicionado de su casa por parte del propietario.

Necesidad básica frente a recursos insuficientes

Según recoge Yahoo!news, Jada Robinson relató a los medios locales cómo las temperaturas dentro de su apartamento llegan a ser insoportables. “Mi coche está mucho más fresco que el piso”, apuntó. La gestión del complejo residencial sobre la reparación, lejos de resolver el problema, resultó infructuosa: “Dijeron que lo arreglarían, pero nadie ha venido hasta ahora”. Con un hijo de cuatro años y la seguridad comprometida por el clima, la alternativa ha sido alojarse en hoteles durante algunas noches, aunque esta solución temporal resulta insostenible para su economía familiar.

Una mujer se abanica en
Una mujer se abanica en su casa como consecuencia del calor. (Canva)

Robinson subrayó que sigue cumpliendo con el pago de su alquiler y no comprende por qué debe afrontar esta situación. Ante el incremento de gastos y la falta de respuesta, la decisión que baraja es buscar alojamiento con otras personas de su familia mientras encuentra un nuevo hogar, algo que planea hacer cuando expire su contrato de arrendamiento en julio.

Como ocurre en numerosos hogares, un imprevisto de estas características representa una amenaza real para la economía doméstica: las estadísticas indican que seis de cada diez estadounidenses se ven incapaces de afrontar un gasto extraordinario de 915 euros (1.000 dólares) utilizando su propio ahorro, una situación que añade presión ante cualquier emergencia inesperada.

Una crisis de acceso a la vivienda que se agrava

El caso de Memphis no es un hecho aislado, según sostiene Yahoo!news, sino el reflejo de una tendencia nacional derivada de la crisis de asequibilidad de la vivienda en Estados Unidos. Según el informe ‘The State of the Nation’s Housing 2025’ del Harvard Joint Center for Housing Studies, los ingresos residuales, aquellos que quedan disponibles tras el pago del alquiler y los suministros, han descendido a mínimos históricos para gran parte de los inquilinos.

El precio de la vivienda libre se disparó un 12,2% en el primer trimestre del año en relación al mismo periodo de 2024, registrando así su mayor alza interanual desde el primer trimestre de 2007, según el Índice de Precios de Vivienda (IPV) del Instituto Nacional de Estadística (INE) publicado este viernes. (Fuente: Europa Press / EBS)

El informe alerta sobre las consecuencias de esta situación: “Cerca de dos tercios de los inquilinos en edad laboral no pueden cubrir sus necesidades básicas fuera de la vivienda”, señala el documento. Ello implica que muchas familias se ven en la obligación de elegir entre pagar la renta o recortar en aspectos fundamentales como alimentación o asistencia sanitaria, además de verse forzadas a mudarse a barrios alejados de zonas de empleo, transporte o redes sociales.