No te rías del mal de vecino, que el tuyo viene de camino. Este es un conocido refrán que remite a la prudencia respecto a los malos tragos por los que pasan las personas de nuestro entorno. A veces porque puede esas mismas burlas pueden acabar siendo devueltas, pero también porque, en general, nunca viene de más avenirse bien con la gente con la que tratamos habitualmente... entre ellos nuestros vecinos.
Es por esto que cuesta imaginar un peor vecino que aquel que se ha dedicado, desde el momento en el que se instaló, a fastidiar al resto de residentes de la zona. Vecinos como la mujer que, en 2022, llegó a Impasse des Olivettes, en el distrito 4 de Marsella (Francia). Al tratarse de una agente de policía, cabría pensar que su presencia contribuyó a preservar el orden y la seguridad en las calles de la zona. Sin embargo, su llegada marcó el inicio del martirio que, desde entonces, han sufrido muchos vecinos, entre ellos el empresario Hervé Street.
“A veces me ponía varias multas en un solo día por motivos diferentes”
Este hombre, que vive en este enclave desde 2009 y nunca había tenido problemas con la ley, lleva acumuladas en los últimos dos años un total de 56 multas. La mayoría de estas, se las encontraba de pronto, puesto que los tickets de la multa eran colocados “muy temprano por la mañana y muy tarde por la noche, sin ser vista”, según él mismo explica en un reportaje para la cadena de televisión France 3 Régions. Pronto se dio cuenta de que le ocurría lo mismo a muchos de los vecinos con los que se encontraba.
Además, estaba el hecho de que varias de estas sanciones poco tenían que ver con la realidad. “A veces me ponía varias multas en el trascurso de un solo día por dos motivos diferentes”. Algunas justificaciones para las sanciones eran muy extrañas, como cuando lo apercibió por dejar su vehículo mal aparcado cuando “mi vehículo ni siquiera estaba aparcado a esa hora”, protesta el señor Streets, que además cuenta con el registro de su GPS como prueba.
“Hace meses incluso multó al camión de la basura”, continúa él. “Se fueron con una multa de 135 euros”. Los basureros la bloquearon unos momentos en la carretera mientras hacían su trabajo, motivo por el que les pidió que estacionaran en otro lugar que no fuera la calle para que vaciaran los cubos de basura. “Los motivos variaban según el estado de ánimo”, recuerda Street. “A veces aparcar mal, en plaza reservada, durante más de siete dias...” Y así, cada multa era un mordisco que él y sus vecinos tenían que afrontar: desde los 35 a los 135 euros.
Se abre una investigación
El vecino trató de solventar la situación de distintas maneras, pero lo cierto es que resultaba imposible hablar con la policía. Trató, incluso, de que otro agente hablara con ella y pusiera paz entre su rigor y el bienestar de la comunidad. No dio resultados. Es por ello que, finalmente, decidió alertar a la Inspección General de la Policía Nacional (IGPN). “Durante seis meses”, rememora, “las multas cesaron, tras una llamada al orden”. Luego, no obstante, las sanciones volvieron a aparecer, por lo que repitió la denuncia y logró un nuevo descanso... que solo duró un mes.
De este modo, formalizó una tercera querella que, finalmente, sí fue tomada en serio por la IGPN. Esta entidad informó a Street que había abierto “una investigación administrativa”. De hecho, para el próximo 18 de septiembre, la policía ha sido citada a declarar delante de los tribunales por más de una veintena de multas. Los residentes de Impasse des Olivettes esperan que esto sirva para frenar lo que ellos consideran “un abuso de poder”.