Caso de mujer que ahogó a su bebé en Santa Marta y fue condenada: habló papá del menor, “es muy doloroso saber que la culpable de lo que le pasó a mi hijo está libre”

La condena a 36 años y 8 meses de prisión impuesta a Yenny Alexandra Higuera Casallas por el homicidio agravado de su hijo de 15 meses en la playa de Buritaca, Magdalena, ha generado inquietud, ya que la mujer permanece en libertad pese a la orden de captura vigente.

El Juzgado Cuarto Penal del Circuito de Santa Marta determinó que Higuera actuó de manera intencional al provocar la muerte del menor en abril de 2022, pero la sentencia, que constituye un fallo de primera instancia, aún no ha derivado en su detención.

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El fallo judicial detalla que, aunque la orden de captura fue reiterada al momento de anunciar la sentencia, la captura de Higuera no se ha hecho efectiva. La mujer había recuperado la libertad el 17 de junio de 2024 por vencimiento de términos, tras haber sido arrestada inicialmente en junio de 2022.

En entrevista a Edwin Guerrero, padre de Samuel, refleja el dolor y la impotencia tras la muerte de su hijo, la condena y posterior fuga de la madre, Jenny Higuera, y la persistente sensación de injusticia.

“La última vez que yo vi a mi hijo fue el 26 de febrero del año 2022. Ese día no me correspondía verlo, pero insistí y Jenny, la mamá, me dejó estar con él unos minutos. Lo subí al carro, él se acostó aquí en mi pecho. Recuerdo tanto esa vez, porque mi hijo ahí ya tenía un añito. Para tener un niño de esa edad quieto es muy difícil, pero él se quedó ahí, lo consentí y le prometí que nos íbamos a volver a ver. Esa fue la última vez que lo vi”, relató Guerrero en el pódcast Más allá del silencio.

La relación entre los padres de Samuel estuvo marcada por conflictos y episodios de violencia. “Para mí fue muy difícil ver a mi hijo, porque Jenny puso muchas trabas para yo poder verlo. Y una de esas trabas fue haberme denunciado por violencia intrafamiliar”, explicó en el programa mencionado.

El padre del bebé describe cómo, tras una discusión y un incidente en el que Higuera le arrojó una arepa caliente en el rostro, la convivencia se volvió insostenible.

“Mi papá siempre me dijo que cuando en una relación había un irrespeto, así sea en palabras o algo, ahí no había nada. Y en eso sí, yo soy muy directo en esas cosas”, afirmó.

Las denuncias cruzadas y las restricciones impuestas complicaron aún más el contacto entre padre e hijo. “Después de que yo le dije a Jenny que no más, que no quería nada más con ella, fue más difícil ver a mi hijo. Fue como un castigo. No volver con ella significó no ver más a mi hijo”, relató Guerrero en el pódcast. “El mayor miedo de padre es que su hijo lo olvide, que tú pases por el lado de tu hijo y que él no te reconozca. Yo tenía mucho miedo que eso pasara”.

Guerrero detalla los intentos por regular las visitas a través de la comisaría y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf), enfrentando respuestas lentas y procedimientos que, según su testimonio, no protegieron el derecho del menor a mantener el vínculo con su padre.

“Yo luché por ver a mi hijo y accedí a lo que ella me pidió. Que tenía que verlo por horas, accedí a verlo por horas. Yo quería ver a mi hijo”, sostuvo en Más allá del silencio.

Detalles sobre la desaparición

La desaparición de Samuel marcó el punto de quiebre. “El papá de Jenny me llama y me dice: ‘¿Dónde está mi hija? Usted me le hizo algo a mi hija, usted me las va a pagar’. Yo le dije: ‘Señor Jaime, yo no he hecho nada, pero aquí estoy’. Después me llamó la abogada de Jenny y me dijo que no me presentara, que le diera un tiempo a Jenny para que entendiera el proceso. Yo llevaba casi cuatro meses sin ver a mi hijo. Llamé a mi abogada y ella me dijo: ‘Tienes que ir, Edwin. Ve con la policía y acércate’. Fui, pero la abuelita de Jenny me dijo que mi hijo no estaba y que si algo le pasaba a mi hijo o a Jenny, todo iba a ser responsabilidad mía. Yo sí sabía que algo malo iba a pasar, pero no lo advirtieron”, narró.

El hallazgo del cuerpo de Samuel en una playa de Santa Marta fue devastador para Guerrero. “30 segundos después de que la policía de Santa Marta me pidió una foto de mi hijo y de la mamá, me envían una foto de la noticia donde habían encontrado un cuerpo de un niño de aproximadamente dos años en las playas de Buritaca. Me derrumbé totalmente. Yo lo único que dije fue: Esa bruja lo mató”, recuerda.

“Llegué a Medicina Legal. No me dejaron ver al niño porque tenían que hacer la prueba de ADN. Me dijeron que tenía que esperar cuarenta y cinco días y que me volviera a Bogotá. Yo les dije: No me voy a ir. Yo me quedo aquí 45 días en esta ciudad que no conozco, pero aquí me voy a quedar. Todos los días me la pasaba en Medicina Legal”.

La reacción de la familia materna y la cobertura mediática agravaron la situación. “La familia de Jenny salió también diciendo que era un asesino de mujeres. Las noticias eran: El papá del niño desaparecido está denunciado por violencia intrafamiliar. La policía también me decía: ¿Dónde está Jenny? Si le hizo algo, díganos. Ustedes están buscando a la persona totalmente equivocada, porque yo no estaba, yo estaba en Villavicencio. Aquí están las cámaras de la ciudad de Villavicencio, al hotel donde yo estaba y ahí pudieron confirmar que yo sí estuve ahí”, relata Guerrero.

Sobre las circunstancias de la muerte de Samuel, Guerrero sostiene: “Mi hijo fue encontrado el 4 de abril, a la 1: 00 a. m, por un poblador. Iba caminando y se encontró al niño, no al borde del mar, sino en la playa. El mar no llega a botar los restos ahí. Ahí fue donde encontraron al niño, boca abajo. Lo que puedo deducir de lo que las autoridades dijeron es que Jenny pudo haber soltado al niño intencionalmente para que él se ahogara. O lo otro es que Jenny cogió al niño y lo mató en sus manos. Creo que es más fácil la segunda”.

Guerrero describe el comportamiento de Higuera tras el hecho: “Jenny salió caminando, pidió unas medias prestadas en una casa, dijo que se había peleado con el novio y que gracias a Dios no tenía hijos. Eso es un testigo que está allá también en el proceso. Después de eso, Jenny estuvo desaparecida quince días. Lo que entendí fue que estuvo en Barranquilla, Valledupar, Montería y terminó en Bucaramanga, donde hizo la llamada para que la familia la recogiera”.

El proceso judicial estuvo marcado por demoras y frustraciones. “Jenny duró dos meses libre para que la arrestaran. La capturan el 6 de junio del año 2022. En ese tiempo, el proceso que yo tenía en violencia intrafamiliar lo movieron y a mí, a mediados de junio, me imputan cargos por violencia intrafamiliar. Me decía el fiscal que si yo aceptaba cargos, tenía una condena sobre los siete años, pero que si no, la condena era por catorce años. Yo le dije que no aceptaba cargos, que yo era inocente”, relata Guerrero.

El dolor de la pérdida y la ausencia de justicia marcan el presente de Guerrero. “Yo pienso que es una historia como de terror. Saber que Samuel no está y que este año tuviera que cumplir cinco años duele mucho, pero duele mucho más la forma en que él murió. Eso para mí es algo que llevo mucho en mi corazón. Llevo esa herida de no haberlo podido ver ni en el entierro ni en el velorio, porque la fiscal me dijo que no estaba en condiciones de ver a mi hijo. Lo único que pude darle fue un abrazo al ataúd y un beso. Un ataúd blanco. Pienso que el egoísmo de Jenny fue muy duro”.