“Grité, pero nadie vino”: la horrible violencia sexual que enfrentan las mujeres y niñas de Siria

Por Amanda Erickson

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(AFP)
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Las mujeres son peones en la guerra siria.

Esa es la conclusión del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que acaba de publicar un nuevo informe sobre la horrible violencia sexual que enfrenta el pueblo de Siria.

Documenta una asombrosa variedad de atrocidades. Y resalta la forma en que las fuerzas del gobierno sirio, bajo el control de Bashar Assad, han usado sistemáticamente la violación y la violencia sexual como una herramienta para victimizar y humillar a sus enemigos.

Las historias del informe, escritas después de entrevistas con más de 450 personas, documentan un patrón terrorífico y sistemático de abuso sexual por parte del gobierno durante allanamientos domiciliarios, en puestos de control y en centros de detención.

La violación y la humillación sexual no eran una falla del sistema; eran una característica diseñada para acabar con los combatientes y destruir las estructuras de la vida familiar.

El informe documenta la forma en que se implementó la violación durante las redadas del gobierno en los hogares de personas que sospechaban que estaban en la oposición.

Como explicó una mujer: "Mi casa fue invadida… un agente de seguridad me dijo que fuera a mi habitación y él me siguió adentro. Empezó a insultarme, me dijo lo que me haría y me advirtió que nunca me 'limpiaría' de nuevo. Grité pero nadie vino", relata.

En algunos casos, mujeres y niñas explicaron haber sido violadas en el exterior u obligadas a caminar desnudas en las calles frente a los tanques. Una mujer dijo a los entrevistadores que había sido violada frente a su hermano. Otra mujer dijo que había sido violada frente a su esposo y sus tres hijos pequeños. Algunas mujeres que se resistieron fueron asesinadas, o se vieron obligadas a ver a sus familiares morir.

En otros casos, mujeres y niños fueron llevadas al centro de detención como una forma de presionar a sus parientes masculinos para que se rindieran.

En los puestos de control del gobierno, particularmente en áreas controladas por la oposición, una realidad casi diaria en Siria, donde la mayoría de las carreteras están controladas por alguien, las mujeres y las niñas sufrieron humillaciones similares. Algunas veces las mujeres fueron separadas de sus grupos y violadas. Una mujer recordó haber sido sacada de un autobús y llevada a una casa con otras ocho mujeres, que estaban todas desnudas y heridas.

Incluso las mujeres mayores no estaban a salvo. Muchas fueron sujetos de "búsquedas íntimas". Una mujer recordó haber sido llevada al sótano y golpeada por un miembro de una milicia, que también le tocó los senos y los genitales. Otra dijo que tenía "un objeto insertado en sus genitales".

El peor abuso, sin embargo, estaba reservado para las niñas y mujeres detenidas. Como se explica en el informe, "miles de mujeres y niñas también fueron detenidas, incluidas abogadas, periodistas y activistas que expresaron sentimientos antigubernamentales. Se identificó a un gran número de parientes mujeres de hombres partidarios de la oposición o sospechosos de pertenecer a grupos armados, también arbitrariamente detenidos".

Para esas niñas y mujeres, algunas de tan solo 9 años, hubo un desfile de horrores: las mujeres embarazadas fueron violadas. Al menos una entrevistada abortó.

Al llegar, a las mujeres, a veces, las desnudaban en grupos y las obligaban a ponerse en cuclillas frente al público mientras un oficial masculino les insertaba los dedos en los genitales. En la detención, muchas mujeres denunciaron violaciones. Algunas informaron electrocuciones de sus genitales y senos. Otras dijeron que habían sido violadas en grupo.

Todos reportaron condiciones horribles y palizas frecuentes. Según el informe, un detenido dijo que, en cierto momento, el hecho de estar cubierta de sangre, orina y piojos impidió que los agentes la violaran.

"Los oficiales de las fuerzas sirias no solo eran conscientes de la violencia sexual perpetrada contra mujeres y niñas", según reza el informe. "Lo ordenaron o fueron ellos mismos los perpetradores", apostilla.

En los centros de detención, los hombres también sufrieron. Según el informe, varios señalaron que habían sido violados frente a otros detenidos. Algunos dijeron que se habían utilizado tuberías o varillas, "aparentemente para divertirse". Otros informaron que los parientes masculinos se vieron obligados a tener relaciones sexuales entre ellos.

"Los sobrevivientes de la violencia sexual y los desertores del ejército sirio vincularon las violaciones de mujeres y niñas durante los ataques domiciliaros con el arresto de los hombres, y las violaciones se consideraron como castigo por la rebelión y una forma de disuadir a la oposición", remarca. Este tipo de asalto disminuyó después de 2015, cuando las fuerzas del gobierno cambiaron a ataques aéreos.

No se trata de incidentes aislados sino de todo el país, en Daraa, Homs, Damasco y Latakia.

También hay informes de violencia sexual de grupos armados contra mujeres. Pero el documento concluye que eso fue esporádico, o al menos no parte de una campaña organizada.

Hay un aspecto más del informe que vale la pena señalar: la forma en que estos crímenes han afectado a sus víctimas. El informe ofrece una evaluación aleccionadora de cómo es vivir con la carga de ser víctima.

Hay informes de "culpa" y "depresión". Las mujeres y las niñas dicen que sienten que han "deshonrado a sus familias" y que es "peor para una niña ser violada que ser asesinada". Algunas familias desconocen o culpan a las mujeres por los crímenes perpetrados en su contra.

Algunos hombres dicen que ahora son impotentes. Sienten que han "perdido su masculinidad" y que no pueden confiar en sus parientes porque están demasiado avergonzados.

"Varias mujeres y niñas se suicidaron después de haber sido violadas", cuenta el informe. "El miedo a la violencia sexual… es una fuerza impulsora para que las familias abandonen sus hogares y busquen refugio en otro lugar".