13.000 formas de enseñar y aprender durante la pandemia

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¿Qué significa ir a la escuela pública en Estados Unidos durante la pandemia?

Las respuestas son tan distintas que es difícil decir que somos una sola nación.

En algunas zonas rurales y suburbanas, especialmente en el sur, el Medio Oeste y las Grandes Llanuras, casi todos los estudiantes comenzaron el año académico 2020-2021 con clases presenciales y han continuado así, a excepción de algunos cierres temporales cuando se han registrado brotes.

En muchas ciudades, la mayoría de los estudiantes no han pisado un salón de clases desde marzo. Y en algunos distritos, como en la ciudad de Nueva York, solo los estudiantes más jóvenes tienen la opción de asistir a clases presenciales, y muchos de ellos solo van a tiempo parcial.

Con poca orientación del gobierno federal, los 13.000 distritos de Estados Unidos en su mayoría elaboraron sus propios estándares para determinar cuándo es seguro abrir las escuelas y qué medidas de mitigación del virus utilizar. Esas decisiones a menudo se han basado tanto en los datos de salud pública como en consideraciones políticas.

En todo este tiempo no ha habido un recuento oficial de cuántos estudiantes estadounidenses asisten a la escuela en persona o de manera virtual. No sabemos con precisión cuántos estudiantes remotos no están recibiendo ninguna instrucción en vivo ni cuántos estudiantes han faltado a sus clases en todo el año. El gobierno federal tampoco lleva un registro de cuántos casos de coronavirus se han identificado en las escuelas ni de los métodos de mitigación que se están utilizando en los distritos.

Si bien es evidente que muchos estudiantes que aprenden a distancia se están rezagando, pocos distritos han evaluado de manera integral la situación de sus estudiantes, las habilidades que adquirieron y lo que no han aprendido desde que las escuelas de todo Estados Unidos cerraron en marzo pasado. En consecuencia, no sabemos qué estrategias de la instrucción a distancia han funcionado ni cuáles han fracasado.

Sin embargo, algunos de los primeros datos son bastante preocupantes. En Houston, el séptimo distrito escolar público más grande del país, que comenzó el año de forma remota, el 42 por ciento de los estudiantes obtuvieron una calificación reprobatoria, o F, en el primer periodo de evaluación de otoño, en comparación con el 26 por ciento en el otoño de 2019.

En las escuelas públicas de Saint Paul en Minnesota, donde casi todos los estudiantes han estado aprendiendo a distancia desde el comienzo de este año escolar, el 32 por ciento de las calificaciones en los cursos básicos de la escuela preparatoria en el primer trimestre fueron reprobatorias, en comparación con el 12 por ciento del año anterior.

Y las escuelas públicas del condado de Fairfax en Virginia, donde las clases fueron virtuales todo el otoño, encontraron que el porcentaje de estudiantes de secundaria y preparatoria que reprobaron dos o más clases en el primer trimestre aumentó un 83 por ciento con respecto al primer trimestre del año anterior. El aumento fue aún mayor entre los estudiantes con discapacidades y los estudiantes de inglés como segunda lengua.

La interrupción de la educación, como tantas otras cosas de la pandemia, no ha afectado a todos por igual. Los distritos que atienden a altos porcentajes de estudiantes de color o pobres tenían muchas más probabilidades de seguir con clases totalmente a distancia este otoño que otros distritos.

Para muchos de los estudiantes que no han puesto un pie en la escuela desde marzo de 2020, la educación presencial también representa una red de seguridad —una fuente de alimentos y otros servicios básicos, un lugar con adultos que se preocupan por ellos, capaces de identificar signos de abuso o descuido— que ahora han perdido.

Y los datos limitados de las evaluaciones y calificaciones de este otoño sugieren que los estudiantes desfavorecidos son los que más se han rezagado durante los meses de aprendizaje a distancia.

“En los niños de bajos ingresos, los niños de color, los niños con necesidades únicas como los que tienen una discapacidad u otros desafíos, los números lucen muy, muy mal”, explicó Robin Lake, directora del Centro para Reinventar la Educación Pública, una organización de investigación y formulación de políticas con sede en la Universidad de Washington Bothell.

Los estudiantes no solo tienen problemas en lo académico. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades informaron que, de entre todas las visitas a las salas de emergencia por parte de niños de 5 a 17 años, el porcentaje de visitas relacionadas con la salud mental aumentó de manera considerable de abril a octubre, en comparación con el mismo periodo en 2019.

Para dar a los lectores una idea de las distintas maneras en las que la pandemia ha afectado a los estudiantes, las familias, los maestros y el personal escolar, The New York Times elaboró un perfil de siete distritos de Estados Unidos para analizar cómo ha sido la respuesta de cada uno de ellos a los desafíos de educar a los niños y jóvenes en la pandemia.

El Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles, el segundo más grande del país, operó a distancia todo el otoño, debido a la alta tasa de transmisión del virus en la ciudad. Dado que la cantidad de casos sigue siendo muy elevada y los hospitales se encuentran sobrepasados, parece poco probable que el distrito, donde la mayoría de los estudiantes son latinos, vuelva a la enseñanza presencial en un futuro próximo.

En el condado de Cherokee, en Georgia, un distrito suburbano en su mayoría blanco, se impartieron clases presenciales durante todo el otoño, aunque por momentos varias de sus escuelas pasaron a la enseñanza a distancia debido a los brotes, y todo el distrito cerró durante al menos dos semanas después de las vacaciones de invierno a medida que aumentaba la escasez de personal. Wausau, Wisconsin, un pequeño distrito compuesto principalmente por personas blancas en un estado que se convirtió en uno de los peores focos del virus durante parte del otoño, osciló entre la instrucción en persona y la instrucción a distancia.

En las escuelas públicas del Distrito de Columbia, un distrito donde habitan sobre todo personas de color, seguimos los esfuerzos por reincorporar a los estudiantes durante un semestre de instrucción a distancia. En Providence, Rhode Island, la presión del gobernador para abrir las escuelas permitió a sus estudiantes, en su mayoría latinos, volver a las aulas, a diferencia de otras ciudades del noreste, incluso pese a que el estado experimentó una nueva y peligrosa ola de contagios.

El Distrito Escolar Independiente de Roosevelt, un pequeño distrito rural, habitado principalmente por latinos, en el oeste de Texas, tomó la difícil decisión de exigir a todos los estudiantes que volvieran a la escuela en persona para combatir una ola de fracaso académico. Edison, Nueva Jersey, un distrito suburbano grande donde los estudiantes son en su mayoría asiáticos y blancos, se ha esforzado por hacer funcionar la enseñanza híbrida.

Aunque los expertos en educación todavía no acaban de entender los efectos del coronavirus en el aprendizaje, han adquirido cierta claridad acerca de las condiciones en las que las escuelas pueden abrir con seguridad.

Hay más evidencia de que es poco probable que las escuelas, en particular las primarias, siembren la transmisión cuando la propagación en la comunidad se encuentra en niveles moderados o bajos, siempre y cuando se utilicen estrategias de mitigación, entre ellas requerir el uso obligatorio de cubrebocas, el distanciamiento social y una buena ventilación.

No obstante, en los lugares donde los contagios han aumentado, los funcionarios dicen que han visto más transmisión en las escuelas, en especial en los grados superiores. Los deportes preparatorianos han sido una fuente particular de infecciones, lo que ha llevado a algunos estados a suspenderlos, causando indignación entre muchos padres.

La creciente evidencia de que algunas escuelas pudieron funcionar con seguridad fue una buena noticia para los distritos donde los estudiantes tuvieron tropiezos con el aprendizaje a distancia. Por desgracia, surgió justo cuando apareció una nueva ola de infecciones, misma que se extendió a todo el país con rapidez a finales del año pasado y a inicios de este año.

Muchos funcionarios han observado con angustia el aumento de los casos, ya que vieron amenazadas sus esperanzas de que más estudiantes regresaran a la escuela en un futuro próximo.

“No se siente bien saber que los niños te necesitan (los niños a los que has dedicado tu vida sin duda te necesitan) y no puedes estar ahí para ellos de la manera en la que podrías y querrías hacerlo normalmente”, dijo Sharon L. Contreras, la superintendente de las escuelas del condado de Guilford, el tercer distrito más grande de Carolina del Norte.

A medida que nos adentramos en el año 2021, es probable que las vacunas cambien el panorama, pero con mayor lentitud de lo que Contreras y muchos educadores, padres y niños desearían.

Aunque varios estados están dando prioridad para que el personal docente reciba la vacuna, se necesitarán meses para que todos los maestros estén vacunados en su totalidad, sin contar a los que se nieguen a recibirla. Además, siendo optimistas, es probable que la mayoría de los niños de Estados Unidos no sean vacunados sino hasta el otoño.

Al mismo tiempo, una nueva variante del coronavirus que se cree que es más contagiosa se está propagando en Estados Unidos, lo que complica los esfuerzos para reabrir las aulas.

Todo esto significa que es probable que muchas escuelas continuarán requiriendo cubrebocas y distanciamiento social hasta bien entrado el año escolar 2021-22. Y aunque pocos distritos lo han dicho de manera explícita, puede que muchos estudiantes no vean a los maestros ni a sus compañeros de clase en persona sino hasta el otoño.

13.000 formas de enseñar y aprender durante la pandemia

Fotografías en sentido de las manecillas del reloj, desde arriba, a la izquierda: Victor J. Blue para The New York Times, Philip Keith para The New York Times, Christopher Lee para The New York Times.