
La drástica decisión de Juan Carlos I de abandonar España luego de ser investigado por sus cuentas en Suiza cruzó las fronteras, y las casas reales europeas vecinas analizan qué hacer frente al escándalo que lo involucra.
El medio británico Daily Mail consultó con distintos especialistas en realeza para conocer si la reina Isabel I estaría considerando retirarle la Orden de la Jarretera y desposeerlo de los honores que conlleva a consecuencia de lo cuestionada que está su figura, en medio de procesos judiciales tanto en España como Suiza.
Isabel II y Juan Carlos I son primos lejanos -ambos son tataranietos de la reina Victoria de Inglaterra-, y tienen en su familia ejemplos recientes de abdicación como la del rey de España Alfonso XIII en 1931 y la de Eduardo VIII de Inglaterra en 1936.

Juan Carlos I también fue distinguido con Real Cadena Victoriana, instaurada por Eduardo VII en 1902, como muestra de estima y reconocimiento. La recibió en 1986.
Según los especialistas, la Reina Isabel II no tendría que tomar por ahora la difícil decisión de quitarle los nombramientos pero eso cambiaría si el monarca fuera condenado por la Justicia.
La Orden de la Jarretera es la máxima distinción de la monarquía británica, también la más antigua. La creó Eduardo III de Inglaterra en 1348. Este prestigioso nombramiento, la recibió el hijo de Juan Carlos I, el rey Felipe VI en 2019, el emperador emérito Akihito de Japón y Carlos Gustavo de Suecia.
Que se revocara este reconocimiento a Juan Carlos I, sin duda, tendría un enorme valor simbólico y sería una decisión muy dura para Isabel II, pues mantiene una excelente relación con la familia real española.
Perseguido por escándalos de corrupción, el rey emérito marchó este lunes al “exilio” para intentar salvar la imagen de la corona española.
Con sus cuentas secretas en Suiza investigadas tanto en Ginebra como en Madrid, el ex jefe de Estado de 82 años anunció el lunes su salida del país, a un destino aún desconocido, para “contribuir a facilitar el ejercicio de (las) funciones” de su hijo, el rey Felipe VI.
Los analistas se preguntan si esta medida será suficiente para dañar la imagen de la monarquía. Los datos estadísticos disponibles “muestran una situación muy frágil por parte de la institución, no solo porque ha caído mucho el crédito político que tenía hace 15 o 20 años, cuando llegó a ser la institución mejor valorada, sino porque sufre una crisis de confianza”, indicó a la agencia AFP el politólogo Lluís Orriols.
Sondeos privados han mostrado en tiempos recientes un país dividido a partes iguales entre defensores de la Corona y antimonárquicos.
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