La política exterior de Estados Unidos reconoce y está respondiendo a la agresión contra las democracias perpetrada por el socialismo del siglo XXI o castrochavismo con migraciones forzadas, narcotráfico, terrorismo, narcoestados, delincuencia transnacionalizada, trata de personas, penetración del crimen en la política, subversión, asesinatos y mucho más. Este cambio geopolítico ha convertido la liberación de los pueblos de Venezuela, Cuba y Nicaragua en Seguridad Nacional de Estados Unidos.
La agresión contra la seguridad nacional de Estados Unidos configura la “guerra híbrida” que tiene como elemento la “negación plausible” reconocida como la “capacidad de negar el conocimiento o la responsabilidad de cualquier acción condenable cometida por otros”, cuando quien lo niega es el autor mediato, intelectual o quien es el responsable de la acción. En este contexto, el seguimiento de todos los actos de agresión con migración forzada, narcotráfico, terrorismo y demás medios de guerra híbrida, conducen a las dictaduras de Cuba, Venezuela, Nicaragua y sus satélites con participación de las dictaduras extrahemisféricas.
Este siglo que debió ser el de la “democracia plena en las Américas” resultó de la expansión de la dictadura de Cuba que estableció su modelo dictatorial en Venezuela con Chávez/Maduro, Nicaragua con Ortega/Murillo, Bolivia con Morales/Arce y Ecuador con Correa, pero además instaló gobiernos paradictatoriales en Argentina con los Kirchner, Brasil con Lula, México con López Obrador/Sheinbaum, Honduras con Castro, Chile con Boric, Colombia con Petro y más, regímenes con los que el discurso antiimperialista se convirtió en agresión de hecho contra Estados Unidos y las democracias de la región.
En Latinoamérica, en las dos últimas décadas del siglo pasado el crimen y el narcotráfico llegaron a financiar algunas campañas políticas y de esa manera influir en gobiernos que fueron identificados, señalados y procesados como “narcovinculados” como sucedió por ejemplo con el presidente Samper en Colombia. Pero con la expansión de la dictadura de Cuba que terminó asignándose el rótulo de “socialismo del siglo XXI”, el crimen y el narcotráfico suplantaron la política instalando narcoestados y carteles que detentan el poder y usurpan la libertad y la soberanía, es el “crimen usurpando el poder”.
El modelo dictatorial castrista en Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia está fundado en narrativa de revolución antiimperialista y populista, concentración absoluta del poder, terrorismo de Estado, control indefinido del poder y garantía de impunidad. Este sistema ha establecido sus regímenes de delincuencia organizada transnacional.
La delincuencia organizada del denominado socialismo del siglo XXI es transnacional porque además de su carácter de red internacional, sus operaciones criminales están dirigidas y son perpetradas contra los países democráticos buscando su desestabilización, el deterioro de las condiciones de democracia y la creación de condiciones para su dominación y reemplazo con su sistema criminal/dictatorial. La guerra híbrida describe su metodología operativa.Los pueblos sometidos por el sistema narcoterrorista del socialismo del siglo XXI han luchado y luchan heroicamente por su libertad.
Cuba lo hace a costa de miles de muertos, fusilamientos, torturas, más de mil presos políticos en la actualidad y millones de exiliados que ya han tomado la figura de “diáspora”. Venezuela ha realizado reiterados intentos con movilizaciones, elecciones, mesas de diálogo internacionales, ofrendando vidas, sufriendo torturas, con más de ocho millones de exiliados. Nicaragua sufre las mismas condiciones con muertos, presos políticos, exiliados, desnacionalizados. Bolivia con “esperanza de transición” ha pasado por lo mismo y aún soporta presos y exiliados políticos.
El crimen organizado del socialismo del siglo XXI ha hecho de los países y territorios que controla bases abiertas a las dictaduras extrahemisféricas de China, Rusia e Irán y organizaciones terroristas, con fines y actos de agresión. Practica el “terrorismo diplomático”, utiliza embajadas, inmunidades y privilegios para realizar y proteger crímenes. Asesina líderes en la política local y en el exilio, agrede a todas las democracias de las Américas sin excepción.
Este es el contexto en el que Estados Unidos defiende ahora su seguridad nacional y para lograrlo defiende también la de las democracias de las Américas, por lo que retoma la Doctrina Monroe con el Corolario Trump. En esta realidad objetiva se suman a la nueva política exterior estadounidense las democracias de la región que como Argentina, Paraguay, Perú, Ecuador, Bolivia, Panamá, Dominicana, Costa Rica, El Salvador, el presidente electo de Chile y más identifican a los grupos narcoterroristas que detentan el poder en Venezuela, Cuba y Nicaragua.
La desigual lucha de los pueblos de Venezuela, Cuba, Nicaragua por su libertad tiene ahora el respaldo del uso legítimo de la fuerza contra el narcoterrorismo que los oprime y su liberación es parte de la seguridad nacional de los Estados Unidos y de las democracias de las Américas.
*Abogado y Politólogo Director del Interamerican Institute for Democracy
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