Paradigma: un patrón, una forma de hacer algo; especialmente un patrón de pensamiento, un sistema de creencias, un marco conceptual.
La nueva Administración Trump, Trump 2.0, nos está haciendo pensar que podemos estar ante un cambio de paradigma con importantes y fundamentales consecuencias.
Durante treinta años o más -nosotros ponemos el comienzo con la firma de NAFTA en 1994- el elemento dominante del crecimiento económico y la política ha sido la fuerza e importancia del Consumidor Americano.
Este grupo representa el 67% del PBI del país o aproximadamente $20 trillones de dólares. Ese consumidor es una entelequia, no tiene nombre o apellido y está conformado por los 320 millones de habitantes del país: con todas sus atribuciones, características, etnicidad, situación económica, demográfica, social, usos y costumbres.
Pero a este consumidor se han rendido -y crecido gracias a él- las grandes empresas y el mundo de la política. Walmart, Amazon, HomeDepot, Disney, Facebook, Google, Microsoft, Netflix, y muchas más son lo que son debido al tremendo poder económico y político de este grupo.
Sin embargo, debajo de esta gran marea hay un grupo que ha perdido su franquicia: los americanos de clase media-baja, los trabajadores de cuello azul, operarios de fábrica, obreros de la construcción, empleados de baja calificación.
Este grupo se ha visto particularmente afectado por los efectos de la globalización. Estados Unidos dominaba hace dos décadas la fabricación de productos, 25% de las manufacturas mundiales. Hoy ese número es 15%, la gran mayoría se ha trasladado a China y otros países.
En muchos casos este traslado se ha dado a países donde sus leyes de protección laboral, de medio ambiente, de propiedad intelectual son casi inexistentes. Por eso los precios a los que pueden ofrecer sus productos. Mientras esto sucedía, el gran argumento era la defensa del Gran Consumidor Americano y la ventaja de obtener precios más bajos.
Para empeorar la situación, la inmigración ilegal desmedida en los últimos años le ha robado a esta gente las pocas oportunidades de mejores trabajos. El inmigrante, legal o no, por un proceso de selección natural quiere trabajar más, esforzarse más.
El empleador mira para el otro lado y contrata al ilegal, es más barato, no se queja y trabaja más. Hoy, si bien la economía crece y está a pleno empleo (la tasa de desempleo es de 4.1%) perciben salarios que no les alcanzan para mantener su estilo de vida al que estaban acostumbrados.
Las economías de los países avanzados son economías de servicios principalmente: bancos, empresas de tecnología, telecomunicaciones, consultoras. Empresas de alto valor agregado y que emplean gente muy capacitada. Éste elemento agravó aún más la condición de la clase media-baja del país.
Donald Trump descubrió muy bien las necesidades y frustraciones de este grupo y lo capitaliza para ganar las elecciones. Ahora es el momento del repago vía una reacomodación de los términos comerciales que los Estados Unidos tienen con sus socios.
Por un lado la economía del país es una de las más abiertas y menos reguladas en términos comerciales; por el otro lado, la Administración quiere nivelar ciertas desigualdades y de esta manera crear mejores empleos para la gente que lo votó.
La Administración ha comenzado con una estrategia de negociación de tarifas comerciales muy agresivas. Pero tenemos en cuenta que los Estados Unidos son el comprador más grande (lease cliente) y el mejor pagador: paga en dólares. Con lo cual los vendedores se van a tener que acomodar a gran parte de esas exigencias.
Como vimos en las últimas semanas con Canadá y México -sus grandes socios comerciales- no es una negociación nada fácil dada la complejidad e integración del comercio internacional en la cadena de suministros.
La combinación de negociación de tarifas con el estilo muy agresivo del Presidente Trump, nos hace llegar a la conclusión que los próximos meses van a ser volátiles e inciertos. Por lo tanto, recomendamos reducir las posiciones de riesgo en las carteras. Probablemente en la segunda mitad del año veamos algo más de estabilidad. No por ahora.
* El autor es presidente de Winston Capital Advisors.
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