
Sin duda el nuevo esquema laboral supone altos desafíos para lograr los mejores equipos, retener al mejor talento y conseguir los mejores resultados. Hemos superado dos años de pandemia que nos obligó a migrar a un esquema 100% remoto o cuanto menos híbrido. Fue un reto sin precedentes, pero nos dimos cuenta que, a pesar de no estar preparados, lo logramos.
El liderazgo de equipos remotos fue sin duda un reto adicional. Nos obligó a conectar con el ser, a conocer a nuestros equipos, a sus familias, sus dinámicas, a entender que estábamos todos en un proceso natural de adaptación y que para ello necesitábamos entendernos y apoyarnos. El resultado, en términos generales positivo, no hemos muerto en el intento, los negocios siguieron funcionando, los equipos se adaptaron, el liderazgo se afianzó.
El trabajo remoto termina en diciembre de este año y tendremos que migrar al teletrabajo, que supone retos adicionales pero que también supone una gran oportunidad para seguir conectando con nuestros equipos.
Hoy queda claro que el mejor talento quiere a las mejores organizaciones. Pero ¿estamos realizando las acciones necesarias para aprovechar esta oportunidad?
Primero lo primero: ¿qué funciona mejor para el negocio? Y, ¿qué funciona mejor para los trabajadores? ¿Podemos encontrar puntos de encuentro?
El teletrabajo trae algunos cambios: Requiere un acuerdo entre las partes para pasar del trabajo presencial al trabajo remoto, es decir el empleador no lo puede acordar de forma unilateral. Trae consigo el pago por los equipos, el internet y el consumo de energía, es decir, a las empresas les va a costar. Este último hecho ha llevado a muchas empresas a pensar: Si me va a costar, que regresen a la oficina. Pero ¿es esto lo mejor?
Hagamos una encuesta. Tengamos claridad de qué trabajadores prefieren volver al trabajo presencial, quiénes quieren mantener el trabajo a distancia y quienes prefieren un sistema mixto o híbrido. Analicemos los puestos de trabajo, ¿podemos mantener en todos los puestos el trabajo a distancia?
Analicemos si podemos acoger al 100% de trabajadores, si no, veamos qué funciona mejor para el negocio y para los colaboradores. Alineando objetivos y necesidades sacaremos el mejor provecho para la operación. Los trabajadores que se sienten valorados, estarán comprometidos y su aporte será siempre más valioso para nuestra operación.

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