
La ciudad siria de Palmira, símbolo del patrimonio histórico mundial y víctima de una destrucción severa durante el reciente conflicto, ocupa ahora el centro de una movilización internacional renovada.
Tras la primera conferencia global sobre su restauración, celebrada en Suiza la semana pasada, expertos en patrimonio y autoridades culturales reclamaron la creación de un grupo internacional de especialistas encargado de supervisar la recuperación del sitio, con la finalidad de lograr su exclusión de la Lista de Patrimonio Mundial en Peligro de la UNESCO.
Esta iniciativa marca un punto de inflexión en los esfuerzos dedicados a rescatar uno de los enclaves arqueológicos más emblemáticos de Siria, cuya rehabilitación se plantea como motor de esperanza y reconstrucción regional.

La convocatoria, impulsada por la Fundación Aliph y la UNESCO, reunió a responsables internacionales de patrimonio, representantes de la Dirección General de Antigüedades y Museos de Siria (DGAM), miembros de la comunidad siria y expertos de instituciones académicas.
El principal acuerdo alcanzado consistió en recomendar la formación de un grupo internacional de expertos, encargado de coordinar y supervisar los trabajos de restauración, y con el objetivo declarado de que Palmira recupere su estatus y salga de la lista de sitios en peligro.
Valery Freland, director ejecutivo de Aliph, señaló en The Art Newspaper que la comunidad internacional se encuentra “plenamente movilizada” y dispuesta a actuar en tres frentes clave: la rehabilitación del museo de Palmira, la restauración de artefactos resguardados en el Museo de Damasco y la reparación de la pasarela de acceso a las ruinas. Freland adelantó que se prevé el inicio de las labores en enero de 2026, con la búsqueda de un operador para el museo como primer paso.

Planes de rehabilitación y conexión comunitaria
Según ambas fuentes, los planes incluyen medidas concretas y de amplia proyección. Además de la restauración del museo y recuperación de artefactos, la DGAM recomendó medidas urgentes de estabilización para la colección museística y los monumentos más prioritarios, así como la consolidación de la documentación arqueológica, según The National.
La participación de la comunidad local se considera esencial: está prevista su participación a través de programas de formación y talleres que fortalezcan el vínculo entre el sitio arqueológico y la ciudad moderna de Palmira. David Sassine, gestor de proyectos de Aliph, destacó en The Art Newspaper que la relación “solía ser dinámica y económicamente beneficiosa”, pero en la actualidad requieren una profunda rehabilitación para recuperar esa conexión.
Desafíos técnicos y humanos sin precedentes
La restauración enfrenta desafíos técnicos y humanos de gran magnitud. Tras una reciente visita al área, Sassine identificó obstáculos como la seguridad limitada, la existencia de artefactos explosivos sin detonar y deficiencias en la documentación generadas por años de conflicto, según The National.

Lina Kutiefan, subdirectora de la DGAM, subrayó durante la conferencia la urgencia de iniciar proyectos piloto de rehabilitación en el sitio, que abarca unas 80 hectáreas (200 acres). Reconoció problemas estructurales graves, incluyendo falta de electricidad y agua potable. Estas carencias vinculan la situación de las ruinas con la de la población local, que podría beneficiarse de un eventual retorno del turismo cultural y ambiental una vez se restablezcan los servicios básicos.
Destrucción, tráfico ilícito y recuperación internacional
El trasfondo histórico reciente añade complejidad y urgencia a la tarea. Entre 2014 y 2017, ISIS saqueó y destruyó monumentos clave como el Templo de Bel, el Templo de Baalshamin, el Arco del Triunfo y la estatua del León de Al-lāt, según The Art Newspaper. El sitio también fue fuente de financiación terrorista a través del tráfico ilícito de antigüedades, muchas de las cuales aún se intentan recuperar.
Durante años, la guerra civil siria y las sanciones internacionales impidieron cualquier intento de restauración. El reciente fin del conflicto y el levantamiento de restricciones renovaron el interés global, con propuestas de apoyo de países como Estados Unidos y Rusia.

Voces y testimonios de resiliencia
Las voces de autoridades y de la comunidad local reflejan dolor por la pérdida y firme determinación de reconstruir. Hasan Ali, director del Museo de Palmira, evocó la figura de la reina Zenobia, símbolo de resistencia siria, al afirmar en The National: “Todos en Palmira tienen una hija llamada Zenobia”.
Ali recordó a Khaled al-Asaad, exjefe de antigüedades del museo, asesinado por ISIS en 2015 por negarse a revelar la ubicación de piezas ocultas, y lo equiparó a la legendaria reina como defensor del patrimonio nacional. Durante la conferencia, una asistente siria narró cómo su primo, tras años de exilio en Europa, primero se dirigió a las ruinas antes de regresar a su hogar, testimonio de la profunda conexión emocional con el sitio.
La restauración de Palmira, más allá de la recuperación física, representa la oportunidad de reactivar el diálogo intercultural y la resiliencia de una comunidad marcada por la adversidad. El renacer del sitio aspira a devolver la esperanza a sus habitantes y a consolidar su función como puente entre culturas.
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