
“Al acercarnos ayer en el vapor estaba fresco como el Río de la Plata, y al mirar para arriba me hacía el efecto de estar al pie de una casa de cinco pisos”.
Con estas palabras, el uruguayo Ramón Artagaveytia Gómez intenta explicar sus sensaciones. Está a punto de emprender una travesía a través del océano Atlántico en una nave inmensa, y busca acercar esta experiencia a su hermano Adolfo, que lo espera en el Nuevo Continente.
Esta misiva en papel con membrete y con marca de agua de la compañía White Star Line viene acompañada de una nota: “Última carta que escribió mi querido hermano Ramón. A los 3 días de ésta, naufragó el Titanic, pereciendo ahogado”.
Se trata de una carta escrita a bordo del RMS Titanic por un pasajero uruguayo y enviada desde Irlanda a su hermano el 11 de abril de 1912, cuatro días antes del famoso naufragio el 15 de abril de 1912. La pieza forma parte de un remate de unos 800 lotes de platería criolla, militaria y documentos históricos que están siendo subastados de manera presencial en Montevideo y en línea por la empresa Zorrilla.
La subasta de 800 lotes incluye una veintena de piezas del acorazado alemán Admiral Graf Spee. Este buque fue hundido por su capitán el 17 de diciembre de 1939, tras la Batalla del Río de la Plata librada entre británicos y alemanes frente a las costas uruguayas en los albores de la Segunda Guerra Mundial.
Se destacan los prismáticos del Admiral Graf Spee, que un tripulante se llevó antes de que el barco fuera dinamitado y la chaqueta de gala del cabo maquinista Gottfried Link, tripulante del buque del Tercer Reich.
La carta del pasajero del Titanic se subastó en Montevideo por 12 mil dólares.

Dicha pieza, según explicó días atrás Sebastián Zorrilla a la agencia de noticias EFE, se encontraba hasta ahora en manos de la familia y pasó por tres generaciones.
“Hay alguien siempre en las familias que decide congelar la historia en un remate y hacer que esta pieza que la atesoran durante un tiempo y que nosotros atesoramos momentáneamente vaya a parar a manos de un coleccionista o de un museo”, explicó.
La carta, que tenía un precio base de 12.000 dólares, fue escrita por el empresario agropecuario de 71 años Ramón Artagaveytia Gómez, uno de los tres uruguayos que viajaban en el RMS Titanic, y en esta él le contó a su hermano que deseaba llegar a Norteamérica y que estaba “seducido” por el tamaño del “vapor de 45.000 toneladas” que hacía su primer viaje.
Había pagado poco más de 49 libras por el pasaje, según un artículo del diario uruguayo El Observador.
“Al acercarnos ayer en el vapor estaba fresco como el Río de la Plata, y al mirar para arriba me hacía el efecto de estar al pie de una casa de cinco pisos. Al entrar había como 50 mozos. Uno me toma las valijas, y por el ascensor (hay 3) subimos a mi piso en la cubierta B. El comedor está en la D y más abajo hay otros”, reza la misiva.
También relata que iban hacia Queenstown (Irlanda) a tomar correspondencia, que deseaba ver Norteamérica y cuenta varios detalles del barco entre los que destaca que algunos salones eran de madera esculpida, que la comida era “muy buena” y que tenía una estufa eléctrica en su dormitorio.

“Los corredores están pintados de blanco y algunos salones, como este, son de madera esculpida, creo que de roble, con sofás y sillas de raso aterciopelado verde. Todo es nuevo y rico”, subraya.
Poco imaginaba entonces que él, quien cuatro décadas antes había sobrevivido al incendio y hundimiento del buque América en el Río de la Plata, perecería ahogado en las heladas aguas del Atlántico Norte.
Otros dos uruguayos formaron parte del trágico viaje inaugural del RMS Titanic de Southampton, Inglaterra, a Nueva York, además de dos argentinos, un cubano y un mexicano, únicos latinoamericanos a bordo.
La misiva, que todos estos años ha permanecido en posesión de los descendientes de Adolfo Artagaveytia Gómez, incluye dos folios con tres carillas manuscritas, “originalmente un pliego de papel, con mancha de humedad”, según el sitio web de Zorrilla Subastas.
Está acompañada de una fotografía de un elegante señor con bastón y sombrero, impresa en carta postal francesa, fechada en Évian, Francia, el 31 de agosto de 1909, con la inscripción: “Una misiva y un recuerdo cariñoso a mi hermano Adolfo. Ramón”.
Una carta, y el recuerdo de sus últimas palabras, plasmadas para siempre como parte de la historia de la humanidad.
(Con información de EFE y AFP)
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